Bueno suenen las trompetas y traigance a la banda que al fin acabe!!!!!!!!!!!!!!!!! Capitulo numero 9 listo para ustedes,que lo disfruten :emot020: :emot020: :emot020: :emot020:
Capítulo 9
Dimitri se aferró al cuerpo de ella, tratando de detener sus instintos mientras sus colmillos iban alargándose poco a poco. No iba a unirla a él estando dormida. Quería darle la posibilidad de escoger el día de su reclamo a Skyler. Tenía el derecho a hacerlo y él se lo daría.
-No puedo_susurró gravemente contra el cuello de su compañera. Las palabras estaban en su garganta y luchaban ferozmente por salir a la superficie. La bestia rugía de rabia en su interior exigiendo a su pareja.
Dimitri apretó los dientes con fuerza. Esa bestia maldita no le controlaría esta vez. No le daría la oportunidad de alzarse contra su voluntad, pero no tenía nada con que sujetarlo para siempre. Las cadenas solo se las proporcionaría ella cuándo hiciera su reclamo. Pequeña necesito que despiertes. Obedéceme en esto. No iba a pedirle esta vez porfavor que hiciera lo que le pedía. Dio una orden firme en su mente para forzar a su subconsciente que la dejara ir de su sueño. Las circunstancias requerían desesperadamente que despertara.
Skyler alzó los párpados e hizo un gesto de dolor por una presión que sentía en su brazo izquierdo.
-¡Dimitri, me lastimas!
Dimitri movió la cabeza de un lado a otro como si hubiese vuelto a la realidad y sólo en ése momento cayó en la cuenta de que sus dedos se aferraban con fuerte presión al brazo de su compañera. Con rapidez deshizo su agarre y cruelmente le empujó, alejándola de él.
A Skyler le dolió aquel gesto por parte de su compañero como ningún otro. Fue casi como un rechazo de su parte.
-No pienses eso, pequeña. Discúlpame por hacerte daño, no volverá a ocurrir.
Skyler estudió el rostro de Dimitri aún teniendo la cabeza gacha. Se le veía sumamente perturbado y dolido, pero también agotado físicamente. Su frente estaba bañada en sudor y su cuerpo parecía estar muy tenso.
-Dimitri, ¿te encuentras bien?_preguntó dulcemente ella pasando por alto el dolor que sentía en el brazo izquierdo.
Dimitri le observó con detenimiento. La mirada de su compañera denotaba una profunda preocupación por él. No merecía que ella le mirase así o que tuviese compasión por él que era un monstruo que estuvo a punto de arrancarle la vida para ponerla en sus manos sin su consentimiento. Su vista bajó entonces a su brazo izquierdo. Ahí, casi llegando al hombre, Skyler tenía las marcas enrojecidas de unos fuertes dedos que se enlazaron en su piel firmemente.
Skyler se dio cuenta que le miraba en brazo y rápidamente puso una mano sobre la parte afectada para no hacerle sentir mal.
-No es nada, Dimitri. No te preocupes_se apresuró a decir ella aunque el dolor que sentía decía todo lo contrario. Creyó que su compañero le rompería el hueso de tanta presión. Ahora estaba más consiente sobre la fuerza y el poder que él tenía, pero sabía con certeza de que no era toda la fuerza la que había usado en ella.
Dimitri se arrastró hacia Skyler nuevamente ya estando más controlado. Trató de no hacerlo demasiado brusco para no asustarla
-Descúbrete el brazo_tampoco le pidió esto porfavor. Como su compañero era una obligación el reparar los daños en su cuerpo_Pequeña, has lo que te pido_sonó más amable al decir esto aunque seguía algo perturbado por lo de minutos antes.
Skyler tragó saliva nerviosamente y se descubrió el brazo par que él pudiera ver el daño.
Dimitri cerró los ojos incapaz de creer que le hubiese hecho eso cuándo se había prometido a sí mismo y a ella no hacerle daño jamás.
-Quédate quieta y no te muevas_dijo al fin
Centímetro a centímetro, Dimitri comenzó a inclinar su cabeza hacia el brazo izquierdo de su compañera. Pasó una mano alrededor de su cintura, acercando su pequeño cuerpo al suyo con tal de que no escapara de ningún modo. Quería terminar lo más rápido posible antes de que el demonio se despertara nuevamente.
Sus labios siguieron la parte enrojecida lentamente cubriéndola de pequeños besos y roces hasta haber acabado de llenarla con su suave toque.
Skyler estaba segura de lo que vendría, así que pasó el brazo derecho alrededor de sus anchos hombros aferrándose a él.
Su cuerpo sufrió una sensación parecida a la de una fuerte descarga eléctrica que le recorrió entera, cuándo la lengua de Dimitri surgió de su boca, dándole largas y suaves pasadas a su piel.
Skyler jadeó en respuesta ante la deliciosa sensación de alivio que aquello le provocaba y recordó inconscientemente de aquel en día en que él había sanado sus manos de la misma manera. Si en esa ocasión le había sentido íntimo y maravillosamente erótico, esta vez todo eso era cien veces más fuerte.
Dimitri se tomó todo su tiempo en curarle el daño, deleitándose de su propio trabajo y de como el cuerpo de su compañera estaba junto al suyo. Podía sentir las palpitaciones de su corazón a través de la tela del vestido que usaba y de su propia camisa, sus pechos presionando contra su torso, subiendo y bajando dependiendo de la respiración.
Sus manos se encontraban tensas, desesperadas por abrirse paso, arrancar y desgarrar si fuese necesario. Acarició la piel desnuda de ella de su espalda, o al menos la que no llevaba cubierta por el vestido. Se sentía tan deliciosamente suave, era mejor de lo que se había imaginado y su sabor debía ser exquisito, un manjar raro solo para él.
Las pequeñas manos de Skyler comenzaron también a cobrar autonomía propia poco a poco y se deslizaron con la palma abierta sobre el pecho de Dimitri quién todavía estaba ocupado en su brazo, eliminando el enrojecimiento.
La adolescente cerró los ojos, concentrándose en lo que sentía con el simple tacto.
Toda su fuerza se percibía ahí, su poder, jamás había sentido de esa manera tanto músculo solo en una persona, ni siquiera en Gabriel. Estaba duro, fuerte y tan caliente como en un incendio.
La curiosidad le embargo y sus temores parecieron disiparse como las hojas que se lleva el viento en una tarde de otoño. Ya no podía negar que le quería, pero ahora no solo eso sino que le necesitaba y que Dios le ayudase, le deseaba, cuándo nunca había deseado a un hombre en su vida.
Dimitri acabó de curarle el brazo izquierdo, pero aún así no la soltó. Le enredó los dedos en el largo cabello, tiró hacia atrás su cabeza para que quedaran frente a frente y así poder mirarse a los ojos.
Skyler subió su mano derecha hacia el rostro de él tan apuesto y guapo. Le acarició las mejillas con los dedos suavemente creyendo que lo que veía era una ilusión o un juego de su imaginación, necesitando sentirle como nunca siendo el único hombre de su vida que esperó por ella interminables siglos de dolor, angustia y sufrimiento, aceptándola aún con sus defectos, protegiéndola con tal valentía y queriéndola como si fuese la mujer más hermosa del mundo.
Sus manos volvieron a descender hasta el pecho de él, dónde su corazón latía frenéticamente igualando el paso del suyo propio. Su palma se posó gentilmente sobre su corazón, quedándose ahí sin dejar de mirarle a aquellos singulares ojos azules que ahora brillaban con una intensidad superior a la de otras veces.
Skyler buscó con sus dedos la mano de Dimitri, cogiéndola entre la suya. Se la llevó a los labios dejándole un beso en el dorso y luego hizo algo que el cárpato estaría seguro que no olvidaría ni después de muerto: posó su propia mano en su seno justo sobre su pequeño corazón palpitante.
Aquello era el límite. Skyler no podía hacer eso sin esperar lo que pasaría después. Ya no podía más.
Agresivamente se pegó a la boca de ella sin importarle las explicaciones que tendría que dar más tarde.
Skyler abrió los ojos de par en par sorprendida de su reacción, pero no duró mucho al sentir mover los labios contra los suyos, apaciguando sus miedos, llevándola a un mundo en dónde la razón no imperaba y en el cuál debías guiarte sólo por tus instintos.
Sus brazos le rodearon el cuello atrayéndolo hacia sí contagiada de una necesidad sin igual que le iba consumiendo poco a poco.
La boca de él tan agresiva sobre la suya era algo que ahora deseaba más que nada en el mundo.
Dimitri recostó a su compañera sobre la cama con él sobre su frágil cuerpo sin dejar sus labios un solo instante. Sólo Dios sabía cuánto la necesitaba y cuánto había estado esperando para tenerla así, recibiéndolo con sus brazos abiertos, sin miedo en su ser.
Sus labios se deslizaron desesperadamente sobre la garganta de ella, saboreándole una vez más. Pasó la lengua sobre el pulso que latía bombeando sangre más velozmente por las venas de Skyler, calentando su cuerpo y haciendo que sus mejillas se ruborizaran.
Su boca se deslizo deteniéndose en su pecho, donde su blanca piel relucía limpia. Su sabor era dulce como el azúcar, puro y creaba una adicción peor a la de una droga. Sintió la necesidad de clavarle los colmillos ahí, verterse su esencia vital en su propio cuerpo para que limpiase toda la inmundicia de su ser, pero se resistió a ello.
Las manos de él se deslizaron por el cuerpo de su compañera, definiendo su figura, gravándola en su mente para siempre. Le cogió las piernas entre sus manos, acariciándolas de arriba abajo por debajo de la tela del vestido que le cubría deseoso de sentirla suya, pero pronto se dio cuenta de lo que estaba haciendo y que ella no tenía la voluntad ni las fuerzas necesarias aún para detenerle.
La bestia en él volvió a desatarse exigiendo lo que era suyo por derecho al igual que instantes antes de caer en una atmósfera que los alejaba completamente de la realidad.
Dimitri cortó el beso con brusquedad, retirando los brazos de su compañera que se mantenían alrededor de su cuello. Odiaba hacerle eso. Dejar las cosas literalemente a medias, pero ella no estaba en su juicio y no sería capaz de detenerle a tiempo por mucho que lo intentase.
Ahora que experimentaba estos momentos románticos con ella había aprendido que Skyler se dejaba llevar por lo que la otra persona le hiciese. Probablemente producto de los abusos había quedado marcada en cuánto a mantener aquella actitud de sumisión física en el que no oponía resistencia a lo que le hiciesen por temor a una represalia. Tendría que trabajar en eso también porque por respeto a ella, tenía el derecho de decir lo que quería que le hicieran o lo que no.
Dimitri estudió el rostro agotado de su compañera. Controló su respiración para que fuera más lento y así regresara pronto a la normalidad. Sus ojos permanecían cerrados e inhalaba y exhalaba el aire por su boca como si hubiese olvidado respirar
Con renuencia, el cárpato retiró su cuerpo del de su compañera para darle más espacio y así respirar mejor.