LIMPIO Y SUCIO
Esta historia es una de mi serie de escenas que exploran la vida cotidiana de los personajes de la serie Psi-cambiantes, vistazos a través de las ventanas a su mundo cotidiano.
Limpio y sucio presenta a Vaughn y Faith. Para los que no conozcan la serie, Vaughn es un cambiante jaguar y centinela del clan DarkRiver, mientras que su compañera, Faith, es una psi-c cardinal o clarividente (nacida con la a menuda dolorosa habilidad de ver el futuro... aunque ella también tiene una habilidad más divertida, como veremos en esta historia).
Tiempo: Esta historia ocurre en la misma época que Play of Passion (libro 9), pero es independiente.
¡Espero que la disfrutéis!Faith pensó que Vaughn era el escultor con más talento que había visto jamás, sus obras vibraban con vida y fluían con energía. Sólo había un problema.
—No entiendo cómo el polvo de mármol puede invadir todo nuestro espacio de vida cuando tu estudio se encuentra en otra zona. –Pasó la mano por el borde de una mesa y la levantó blanca.
Vaughn, con su cabello color ámbar apagado por el mismo polvo, le dedicó una sonrisa puramente felina.
—Tú te ves muy limpia.
—No. Por supuesto que no. —Riendo, ella extendió la mano en un intento por detener al jaguar en forma humana, que había empezado a acecharla, lenta y silenciosamente—. ¡Lo digo en serio, Vaughn! –Corrió alrededor del sofá cuando él continuó acechándola con obvias intenciones.
—¿Qué? –Pura inocencia en su expresión cuando se detuvo—. Sólo quería esta agenda.
Entrecerrando los ojos, ella le observó hojear la revista que ella había descargado en el delgado dispositivo pero no había tenido la oportunidad de leer en su totalidad.
—Realmente tenemos que limpiar la casa. —A pesar de que técnicamente no era una casa, sino un conjunto de cuevas conectadas que formaban un conjunto funcional y exuberante gracias al ojo artístico de Vaughn. Todavía le sorprendía la belleza que creaba a partir de fríos trozos de mármol y piedra.
—Está bien. —Al parecer absorto en un artículo, toca la pantalla para pasar la página—. ¿Has visto esto? Se trata del café más caro del mundo.
Sus oídos se agudizaron.
—Me gusta el café.
—Eh, no creo que te gustara este.
—¿Por qué? –Ya que parecía realmente concentrado en el artículo, ella empezó a recoger los cojines del sofá y a apilarlos en un sillón cercano, pensando que podrían quitar el polvo.
—Este café —dijo Vaughn—, está hecho de excrementos de animales.
—Muy gracioso. No soy tan ingenua.
—Hablo en serio. Dice que las civetas comen los granos de café, entonces los fabricantes de café recogen sus excrementos y seleccionan los granos. —Una pequeña pausa, otro golpecito—. Solían cría civetas —un gruñido en su garganta—, pero que fue prohibido hace décadas y ahora el café es más caro debido a que los fabricantes tienen que buscar los excrementos de las civetas salvajes.
Mirándole con un cojín en las manos, sacudió la cabeza.
—No te creo.
—Aquí. —Le tendió la agenda... y hubiera saltado cuando Faith estiró la mano si ella no hubiera captado el brillo de sus ojos y corrido hacia atrás para rodear el otro sofá.
—Vaughn. —Su intento de parecer severa fue arruinado por completo por las risas que se apoderaron de su cuerpo. Intentándolo otra vez cuando él dejó la agenda y volvió a acecharla, le apuntó con el dedo—. ¡Casa! ¡Limpieza!
—Prefiero ensuciarte a ti, señora Faith NightStar. —Salto sobre el sofá con facilidad felina y la persiguió al dormitorio.
Ante el callejón sin salida, ella usó su mínima capacidad psíquica para crear una sólida ilusión de altos girasoles entre ellos. Se suponía que le sorprendería lo suficiente para darle tiempo a saltar sobre la cama y bajar al otro lado, pero se encontró observando con deleite como él trataba de tocar las hojas con una mano sorprendido.
—Todavía no puedo entender cómo puedes hacer esto —dijo, mientras ella salpicó la ilusión de amapolas imposiblemente altas—. Haz un elefante.
—¿Un elefante? —Intrigada por el desafío, visualizó el animal en su mente... y las flores parpadearon para ser reemplazadas por un paquidermo en miniatura.
Vaughn sonrió y se pasó la mano por las grandes y flexibles orejas del elefante, como si casi pudiera tocar las motas de luz y sombra.
—Este es el mejor que has hecho. —Se abalanzó con la gracia salvaje del jaguar antes de que ella se diera cuenta de su intenciones—. Ahora eres mía, pelirroja. –Sujetándola, sacudió la cabeza para cubrirla de polvo de mármol.
Sus intentos de fuga se frustraron por la risa, Faith se rindió y sujetándole la cara llena de polvo con las manos, le besó, ambos riendo todo el tiempo. Vaughn era muy reservado con aquellos en los que no confiaba, pero con ella, podría ser tan juguetón como cualquier gato. Le derretía siempre que se ponía así.
Acariciándole con la nariz, le envolvió los brazos alrededor de su cuello.
—Eres muy guapo.
Él le mordió el labio inferior.
—Ten cuidado. –Dijo, sin dejar de sonreír—, tal vez podríamos pedir prestado a Judd durante una hora y que quite el polvo mágicamente con la telequinesis.
Ella rió y fue un sonido tonto y femenino. Un sonido que ella nunca había hecho siendo niña o jovencita, entrenada como lo había estado para estar en el Silencio, sin emoción, cada acción monitorizada para detectar signos de deterioro mental. Incluso ahora, sólo rara vez lo hacía en presencia de Vaughn.
—¿Y si me pongo un traje de criada francesa y utilizo un plumero?
Un destello en esos ojos casi dorados.
—De repente, estoy inspirado.
***
Una hora más tarde, y a pesar del hecho de que no tenía un traje de criada francesa a mano, su salón estaba impecablemente limpio y también ellos. Envolviendo una toalla alrededor de su cuerpo después de salir de la hermosa ducha con forma de cascada que Vaughn había construido a mano, se soltó el pelo que se había recogido y se giró para observarle terminar de enjuagarse el jabón de ese cuerpo de piel dorada que ondulaba con los músculos ágiles de un depredador.
Nunca, pensó, iba a tener suficiente de su compañero. Su tacto, su olor, el sonido de su voz, su risa, sus bromas, el jaguar salvaje en el corazón de su naturaleza, cada parte entrelazada para siempre en la trama de su vida.
Al salir, él cerró la ducha y le hizo señas con el dedo. Faith no necesitó ni un segundo de pensamiento para obedecer la orden sensual, agarrando otra toalla, le secó, moviendo los labios sobre su espalda mientras se entregaba a la necesidad de estar cerca de su compañero.
—Te inventaste todo eso del café, ¿verdad?
Tomando la toalla de sus manos para envolverla alrededor de sus caderas, se giró y exigió un beso que amenazó con hacerle olvidar su propio nombre, antes de decir:
—No —tiró de ella al salón. Con la agenda en la mano, se sentó en el sofá con ella acurrucada en su regazo—. Lee esta página.
Todavía sospechoso, Faith comenzó a leer el artículo... y sintió que sus ojos se abrían de par en par.
—¡¿Qué?! Quien… quiero decir por qué… No, está completamente más allá de mi comprensión. –Saliendo del artículo con un toque firme mientras su jaguar sonreía y ronroneaba, inclinó la cabeza hacia atrás mientras él le besaba el cuello y envolvió uno de sus brazos alrededor del cuello, los húmedos mechones del pelo de Vaughn le rozaron la piel.
—Entonces —dijo él con otro beso lento—, ¿no quieres ese café como regalo de cumpleaños?
—Si haces eso te regalaré la escultura más fea que pueda encontrar, y haré que la guardes en tu espacio de trabajo.
—Negocias duro, pelirroja. –Le pasó la mano por la caja torácica y la curva de la cintura, luego la deslizó más abajo para acariciar su cadera con la primitiva posesión que ella adoraba—. Después de todo ese trabajo manual, me muero de hambre.
—Tenemos media hora hasta que tengamos que reunirnos con los otros para cenar –dijo ella, decidiendo no confesar que le había hecho mover algunas piezas de mobiliario múltiples veces simplemente para ver flexionarse los músculos de sus brazos y la parte superior de su cuerpo desnudo. A una mujer, pensó con una sonrisa interior, se le permitía un secreto pecaminoso o dos cuando se trataba de un hombre tan crudamente sexy como Vaughn—. ¿Quieres un sándwich?
—No. —Un segundo más tarde se encontró atrapada debajo de un sonriente jaguar que le arrancó la toalla y dijo—: Creo que voy a darte un bocado. –Un mordisco gruñón en la curva de su cuello, sus dientes muy, muy cuidadosos de no herirla.
En lugar de asustarse, Faith envolvió los brazos a su alrededor. Ya no era la mujer que había sido en su primer encuentro, una mujer que se creía débil y fácil de romper. Ahora, era la mujer que amaba y era amada por un jaguar... y que sabía cómo dar bocados.
Vaughn alzó la cabeza cuando ella hundió los dientes en su hombro. Luego sonrió y la tumbó encima de él y ella supo que iban a llegar a la cena muy, muy, muy tarde.