Esta es una escena que ha regalado Nalini, os va a encantar
NOCHE DE POKER
Para aquellos que no están familiarizados con esta serie, esta historia trata de los Leopardos DarkRiver (Alfa: Lucas) y los lobos SnowDancer (Alfa: Hawke). El narrador es Nate, el centinela de más alto rango del clan DarkRiver.Nate no sabía cómo la noche de póquer en su casa había sido invadida por un grupo de lobos, que bien, jugaban como lobos.
-Maldita sea. -Frunció el ceño mientras un sonriente Drew cogía el bote-. Creo que tenemos que desterraros a ti y a Hawke de la mesa.
El alfa lobo levantó la vista al oír el sonido de su nombre, los ojos de un azul helado divertidos.
-¿Asustado, gato?
Nate le enseñó los dientes.
-Ahora se está tratando de crear problemas.
-Ningún derramamiento de sangre hasta después de que recupere mi dinero -dijo Lucas, las cuatro cicatrices del lado derecho de su rostro reflejaron la luz cuando miró alrededor de la mesa-. Se supone que estamos pensando planes para el primer aniversario de Riley y Mercy.
Nate bebió la mitad de su cerveza antes de responder.
-¿Alguien ha preguntado a Mercy o Riley? –La centinela de los leopardos y el teniente de los lobos, ambos dominantes cambiantes depredadores con personalidades fuertes, probablemente tenían un montón de ideas propias.
-Si se le pregunta a mi hermano –señaló Drew, contando sus fichas-, sería incapaz de resistirse a la tentación de apoderarse del proceso de planificación, y se supone que que esto es un regalo para los dos, no más trabajo para él.
Nate tuvo que estar de acuerdo con el lobo de ojos azules. Riley era la mano derecha de Hawke, toda la guarida SnowDancer dependía de su fuerza tranquila e implacable. Si alguien le hubiera preguntado Nate antes del emparejamiento de Mercy y Riley si los veía como pareja, Nate hubiera respondido con un no inmediato y sorprendido. No es que no respetara a Riley, pero donde el lobo era una roca en una tormenta, Mercy era un reguero de pólvora. No podía imaginar dos personas más diferentes.
Lo que había olvidado era que ambos eran protectores, leales y que el amor no era siempre una ecuación simple. La salvaje y vibrante Mercy adoraba a su sólido y fuerte compañero lobo, un compañero que miraba a Mercy de la misma manera que Nate sabía que él miraba a su Tamsyn. Como si fuera la mejor y más grande sorpresa de su vida.
-Vamos a tener que hacer algo para que los miembros de los dos clanes puedan asistir –dijo Dorian mientras Lucas repartía las cartas, el cabello rubio como de surfista del centinela leopardo tenía rayas de pintura naranja, había hecho de niñera de un grupo de los cachorros más pequeños DarkRiver esta tarde mientras sus cuidadores habituales tenían su reunión mensual.
Al parecer, pintar con los dedos había estado en el menú. Sobre todo pintar a Dorian.
Sonriendo ante el recuerdo del aspecto del hombre más joven antes de la ducha que había tomado una hora antes, Nate dijo:
-El chico genio tiene razón –y rió cuando Dorian gruñó ante el apodo que se negaba a morir-. Elegir la ubicación es fundamental. -Por mucho que a los dos alfas sentados a la mesa les gustara tirar de la cadena del otro reclamando a Mercy y Riley solo para sus respectivos clanes, el hecho era que, la pareja estaba a horcajadas sobre la línea. Formaban parte de la esencia misma de los DarkRiver y los SnowDancer, queridos por sus compañeros de manada.
-El asunto es -uno de los lobos, un soldado de alto rango, cogió unas nueces del bol sobre la mesa-, que Riley podría no apreciar que pisoteemos sus propios planes románticos para la noche.
-Detalles, detalles. –Drew apartó la preocupación con una despreocupación que a menudo cegaba a la gente al hecho de que al igual que Lucas, era un cazador, nacido con la habilidad de rastrear y, si era necesario, ejecutar a los cambiantes renegados violentos-. Vamos a hacer la fiesta una semana antes del aniversario real. De esta manera, tendremos una mejor oportunidad de sorprenderlos.
-¿Qué tal la frontera oriental entre las tierras de los leopardos y los lobo? - Sugirió el centinela sentado frente a Nate, tenía unos ojos verdes tan vivos que era evidente que su leopardo merodeaba cerca de la piel esta noche-. El dosel de esa sección no se vio afectado por la batalla, por lo que será privado y la seguridad es hermética.
Lucas levantó una ceja hacia Hawke.
Inclinándose hacia delante, el lobo alfa chocó su botella de cerveza con la de Lucas.
-Fantástico. -Nate frunció el ceño ante la mano que le habían dado-. Ahora, ¿qué vamos a hacer?
-¿Puedo hacer una pregunta? -dijo Drew en un tono que hizo que todos alrededor de la mesa dijeran:
-No.
Haciendo caso omiso de la respuesta negativa, continuó:
-¿Dónde diablos está Bastien? -nombrando al mayor de los hermanos de Mercy-. Me juró esta tarde que él sería el hombre clave en la parte DarkRiver, si yo me encargaba de los SnowDancer.
Mostrando una sincronización impecable, los tres hermanos de Mercy entraron en ese mismo segundo y retiraron unas sillas en la ya abarrotada mesa.
-Ya no hay confianza -dijo Bastien con un suspiro-. Un mundo triste, muy triste. -Un movimiento de cabeza-. Y esto después de reclutar a estos dos -señalando a su hermanos menores-, para que sean nuestros sirvientes.
Drew resopló.
-Yo tengo a Indy y Brenna. Mi compañera y mi hermana dejan a esos dos cachorros escuálidos tragando polvo.
-Volviendo al asunto -dijo Nate cuando uno de los "cachorros escuálidos" de más de metro ochenta de altura amenazó con matar a golpes a Drew, luego fue a atacar el tarro de las galletas con la facilidad de un compañero del clan que había estado entrando y saliendo de esta casa desde que era de verdad un cachorro-. ¿Ideas para la fiesta?
Fue Hawke quien se alzó con la copa ganadora.
-A Riley le encantó que viaje que hizo con Mercy a Río para el Carnaval.
-¿Una fiesta de temática de carnaval? –los dientes blancos de Dorian resaltaron contra su piel bronceada-. Es perfecto, sobre todo desde que Riley ya no guardar rencor a los felinos de América del Sur que vinieron a husmear mientras estaba cortejando a Mercy.
La declaración del centinela rubio se hizo eco alrededor de la mesa, y con el tema establecido, Drew y Bastien se repartieron las tareas.
-Hecho -dijo Bas diez minutos más tarde y reanudaron el juego... para dejar a Drew y Nate como únicos supervivientes después de que los otros pasaran con imprecaciones murmuradas sobre la suerte del lobo de ojos azules.
-Es hora de mostrar y contar. –Drew dejó sus cartas sobre al mesa y demostró que no había sido un farol-. Un full. -Una sonrisa-. Tu pobre cara triste me informa que estoy a punto de irme a casa muy contento y feliz. Muchas gracias…
Inclinándose hacia delante con una sonrisa lenta, Nate puso una mano que haría que los mismos ángeles lloraran. Drew gimió y cayó hacia atrás, mientras los otros alrededor de la mesa abucheaban, lobos y leopardos en armonía, el hermano de Riley les había esquilmado.
-Una partida más. -Enrollándose las mangas de su camisa a cuadros, Bastien cogió las cartas para hacer repartir la siguiente ronda-. Me siento afortunado.
El otro hombre estaba barajando las cartas cuando Nate oyó un susurro sospechoso desde la puerta de la cocina.
-Julian. Roman. Aquí ahora.
Sus hijos, los dos con pijamas azul cielo estampados con coches de carreras y con los pies descalzos, se deslizó al lado de su silla con las cabezas bajas. Él no se dejó engañar. Sólo esta tarde, los niños de cuatro años y medio habían decidido recubrirse de barro que habían teñido de rojo usando colorante alimenticio robado de la despensa, y había tenido que usar la manguera mientras los demonios reían como maníacos.
-Pensaba que os había mandado a la cama. -Tamsyn había ido a pasar algún tiempo con una compañera de clan que estaba embarazada de su primer hijo, dejándolo a cargo de los gemelos.
-Tenía sed -dijo Julian, la postura mansa olvidada mientras trataba de estirar el cuello para ver la mesa de póquer.
-Y yo tengo hambre -agregó Roman.
-Te he visto comerte medio pollo hace una hora. –Estirando un dedo, Nate pinchó la barriguita del niño, que soltó una risita.
En ese momento, Julian se meneó entre Nate y Bastien, apoyó las manos en el borde de la mesa y se puso de puntillas para mirar el juego. Su leopardo ofreció una sonrisa felina, Nate frotó el pelo de Jules, luego subió a Roman a su regazo y lo bajó por el otro lado para que copiara la posición de su hermano entre Nate y Lucas.
-Tenemos dos nuevos jugadores.
Para los ojos bien abiertos de deleite de los chicos, Bastien les repartió también. Cogiendo las cartas, ambos cachorros se acercaron más a él, sus cuerpos cálidos y pequeños contra el suyo.
-¿Papá? -Susurró Julian, señalando el montón ordenado de frente a él-. ¿Pongo esas en medio?
Nate miró las cartas de su hijo y le aconsejó ver. Jules hizo con una expresión seria en su rostro. Y así, el juego continuó, con Nate inclinándose para ayudar a guiar a los gemelos. Había medio esperado que se aburrieran, pero estuvieron fascinados hasta el final, y Julián cantó de alegría cuando Roman se llevó el bote.
Sonriendo abiertamente su agradecimiento a los otros alrededor de la mesa mientras Dorian intercambiaba las fichas por dinero en efectivo, empujó su silla hacia atrás.
-Directos a la cama o vuestra madre nunca me dejará a solas con vosotros de nuevo.
Esta vez, no discutieron ni intentaron quedarse, conocían ese tono de voz. La disciplina era tan importante para los jóvenes cambiantes depredadores como el afecto, y su leopardo sabía instintivamente cuando necesitaban una mano fuerte, como sabía cuando necesitaban espacio para ceder al desenfreno de su naturaleza interior. Porque no eran humanos, eran cambiantes, sus leopardos eran un aspecto integral de su naturaleza.
-¡Adiós a todos! -Dijo Julian, ayudando a Roman a llevar su botín.
Los subió a su habitación y les vio depositar el botín en la hucha de cerdito que compartían y que tenían colocada en la mesita entre sus camas gemelas. Tamsyn y él habían ofrecido comprar dos, pero después de una conferencia rápida con las cabezas juntas, los chicos habían decidido que sería mejor poner sus fondos en común.
Ahora, después de haber hecho una última visita al baño, se metieron en la cama sin ayuda, pero esperaron a que él les arropara. Inclinándose, besó a cada uno de sus hijos, les alisó la suavidad sedosa de sus cabellos, su corazón tan enorme con amor que le dolía en el pecho.
-Nada de bajar furtivamente otra vez.
-Sí, papá.
Sonriendo ante el dulce coro, apagó la luz, ningún leopardo la necesitaba para ver en la oscuridad, y salió, dejando la puerta abierta para oírles si le llamaban.
-Buenas noches, chicos.
Sabía que si volvía en una hora, los encontraría en la misma cama, acurrucados juntos en forma de cachorros de leopardo, con las garras cuidadosamente retraídas para evitar dañar las sábanas de superhéroes que habían recibido de su abuela.
Sin embargo, aunque estaban tan unidos, ya habían desarrollado una personalidad única cada uno. Julian era un manojo de energía, franco y con su leopardo a una pulgada de su piel, mientras que Roman era un planificador, con una intensidad que le decía que tenía miles de pensamientos pasando por su cabecita.
Juntos, eran un infierno sobre ruedas. A Jules se le ocurrían las "brillantes" ideas, mientras que Roman descubría cómo ponerlas en práctica. Nate sonrió, sacudiendo la cabeza ante el modo en que no sólo habían cogido el colorante alimenticio de la parte posterior del estante más alto en la despensa, su madre no había nacido ayer, sino que habían creado su propio barro usando tierra excavado de uno de los jardines que Tamsyn había dejado en barbecho este año. Sus cachorros no eran estúpidos. Sabían que si cavaban en la parcela de vegetales que su madre cuidaba cuidadosamente, se meterían en tantos problemas que no saldrían hasta ser adolescentes.
Reprimiendo una sonrisa, sacó su teléfono móvil y rozó a la foto que había tomado de ellos antes de conectar la manguera. Desnudos como el día que habían nacido bajo todo ese lodo escarlata, con los brazos alrededor de los hombros del otro, sonriendo abiertamente a la cámara.
-Estos son mis hijos. -Sabía que los gemelos dejarían las travesuras a medida que crecieran, pero Nate esperaba que nunca perdieran su confianza y su amor mutuo.
A punto de bajar al salón para reunirse con los demás, sintió vibrar el teléfono en la mano. El mensaje entrante le hizo curvar los labios.
¿Cuántas veces han bajado a hurtadillas de la cama nuestros hermosos bebés? ¿Les diste un beso de buenas noches por mí?
Sólo una vez, y sí.
¿Ha guardado un beso de buenas noches para mí?
He guardado dos.
Encantador. Te quiero. Estaré en casa en una hora.
-Tenemos cuarenta y cinco minutos -dijo, guardando el teléfono mientras entraba por la puerta del salón.
-¿Tienes prisa? -Bastien arrastró las palabras, con un brillo muy felino en sus ojos.
-Sin ánimo de ofender, Bas, no eres mi idea de una cita de ensueño. -Mientras los demás reían, Nate volvió a tomar asiento... y comenzó a planear exactamente cómo iba a saltar sobre su compañera en el instante que entrara por la puerta.
Dentro de él, su leopardo flexionó las garras, dispuesto a jugar.