Autor Tema: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)  (Leído 3107 veces)

sonne

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Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« on: Abril 22, 2011, 11:57:18 pm »
Esto es todo lo que ha colgado la señora. Dosificarlo para que os dure




El humo le quemaba los pulmones. Se alzaba a su alrededor en olas vociferantes, alimentadas por los numerosos fuegos de la selva tropical circundante. Había sido una batalla dura y larga, pero había acabado y él también. La mayor parte de la casa principal había desaparecido, pero se habían logrado salvar las casas de las personas que les servían. Se habían perdido pocas vidas, pero cada una era llorada, aunque no por él. Miraba fijamente a las llamas con ojos vacíos. No sentía nada. Miró a las caras de los hombres muertos y honorables que habían servido bien a su familia, vio a sus viudas sollozando y a sus niños llorando y no sintió… nada.
Zacarías De La Cruz se detuvo un momento para inspeccionar el campo de batalla. Dónde antes la selva tropical había sido exuberante, con árboles alzándose hacia las nubes, el hogar de la fauna, ahora había llamas estirándose hacia las alturas y humo negro manchando el cielo. El olor a sangre era abrumador, los cuerpos muertos y mutilados miraban fijamente con ojos ciegos al cielo oscuro. La vista no lo conmovió. Lo inspeccionó todo, como de lejos, con una mirada inmisericorde.
No importaba donde, ni en que siglo, la escena era siempre la misma y durante los largos años oscuros, él había visto tantos campos de batalla que había perdido la cuenta. Tantas muertes. Tanta brutalidad. Tanta matanza. Tanta destrucción. Y él siempre estuvo en medio de ello, un depredador oscuro, despiadado e implacable.
La sangre y la muerte estaban estampadas en sus huesos. Había ejecutado a tantos enemigos de su pueblo durante cientos de siglos, que no sabía cómo existir sin la caza o el matar. No había ningún otro modo de vida para él. Era un puro depredador y había reconocido ese hecho hace mucho tiempo, como cualquiera que se atreviera a acercarse a él.
Era un legendario cazador Cárpato, de una especie de personas casi extintas, viviendo en un mundo moderno, manteniendo las viejas maneras de honor y deber. Su clase gobernaba la noche, dormía durante el día y necesitaba sangre para sobrevivir. Casi inmortal, vivían largas y solitarias existencias, el color y la emoción se desvanecían hasta que sólo el honor les mantenía en el sendero escogido en la búsqueda de la única mujer que podía completarles y restaurar los colores y las emociones. Muchos se rendían, mataban al alimentarse para sentir la ráfaga, sólo para sentir algo, y se convertían en la criatura más vil y más peligrosa conocida… el vampiro. No muertos brutales y violentos, Zacarías De La Cruz era un maestro en cazarlos.
La sangre le manaba de numerosas heridas y el ácido de la sangre tóxica le quemaba hasta los huesos, pero sintió una calma que le invadía lentamente mientras se daba la vuelta y se alejaba en silencio. Los fuegos rugían, pero sus hermanos podrían apagarlos. La sangre ácida del ataque vampiro empapaba la tierra que gemía y protestaba, pero otra vez, sus hermanos buscarían ese veneno vil y lo erradicarían.
Su viaje inhóspito y brutal había acabado. Por fin. Más de mil años de vivir en un mundo vacío y gris. Había logrado todo lo que se había propuesto hacer. Sus hermanos estaban salvados. Cada uno tenía una mujer que los completaba. Eran felices, sanos y había eliminado la peor amenaza para ellos. Cuando sus enemigos se volvieran más numerosos otra vez, sus hermanos serían aún más fuertes. Ya no necesitaban su dirección ni su protección. Estaba libre.
—¡Zacarías! Necesitas sanación. Sangre.
Era una voz femenina. Solange, compañera de Dominic, su más viejo amigo, con su sangre pura real, ella cambiaría sus vidas. Él era demasiado viejo, demasiado asentado en las viejas costumbres y oh, tan cansado, para hacer la clase de cambios necesarios para seguir viviendo en este siglo. Se había convertido en alguien tan obsoleto como los guerreros medievales de hace mucho tiempo. El sabor de la libertad era metálico, cobrizo, su sangre fluía, la esencia de la vida.
—Zacarías, por favor. –Había un ruego en su voz que le debería haber afectado, pero no lo hizo. No sentía como los otros. No había modo de desequilibrarle con la compasión, el amor o la gentileza. No tenía un lado más amable y más apacible. Era un asesino. Y su tiempo se había acabado.
La sangre de Solange era un regalo increíble para su pueblo, lo reconoció incluso mientras la rechazaba. Los Cárpatos eran vulnerables durante las horas de luz del día, especialmente él. Cuanto más depredador, más asesino, más era un enemigo la luz del sol. Él estaba considerado por la mayor parte de su gente como el guerrero Cárpato que caminaba al borde de la oscuridad y sabía que era verdad. La sangre de Solange lo había dado esa última y definitiva razón para liberarle de su oscura existencia.
Zacarías atrajo otro aliento de aire lleno de humo y siguió alejándose de todos ellos sin mirar atrás o reconocer la oferta de Solange. Oyó a sus hermanos llamándole alarmados, pero siguió andando, manteniendo el paso. La libertad estaba muy lejos y tenía que llegar. Había sabido, mientras había arrancado el corazón del último de los vampiros atacantes que trataban de destruir a su familia, que sólo había un lugar al que quisiera ir. No tenía sentido, pero no importaba. Se iba.
—Zacarías, para.
Levantó la mirada cuando sus hermanos se dejaron caer desde el cielo, formando una pared sólida delante de él. Los cuatro. Riordan, el más joven. Manolito, Nicolas y Rafael. Eran hombres buenos y casi podía sentirse su amor por ellos, tan evasivo, simplemente fuera de alcance. Le bloquearon el camino, impidiéndole alcanzar su objetivo, y nadie ni nada jamás tenía permiso para interponerse entre él y lo que deseaba. Un gruñido le retumbó en el pecho. El suelo se sacudió bajo sus pies. Intercambiaron una mirada inquieta, el temor brillaba en sus ojos.
Esa mirada de intenso temor por sus propios hermanos debería haber hecho que se detuviera, pero no sintió… nada. Les había enseñado a esos cuatro hombres sus habilidades luchadoras, habilidades de supervivencia. Había luchado a su lado durante siglos. Les había cuidado. Guiado. Una vez tuvo recuerdos de quererles. Ahora que se había quitado el manto de la responsabilidad, no había nada. Ni siquiera esos débiles recuerdos para sostenerlo. No podía recordar el amor ni la risa. Sólo muerte y matanza.
—Moveos. —Una palabra. Una orden. Esperó que obedecieran como todos le obedecían. Había adquirido riqueza más allá de la imaginación en sus largos años de vida y en los últimos siglos ni una vez había tenido que comprar algo. Una palabra era todo lo que necesitaba y el mundo temblaba y se apartaba según sus deseos.
De mala gana, demasiado lento para su gusto, se separaron para permitirle seguir a zancadas.
—No hagas esto, Zacarías —dijo Nicolas—. No vayas.
—Al menos sana tus heridas —agregó Rafael.
—Y aliméntate —presionó Manolito—. Debes alimentarte.
Giró y ellos retrocedieron, el temor se deslizó en sus ojos y supo que tenían razones para tener miedo. Los siglos le habían formado, afilado como un depredador violento y brutal, una máquina de matar. Había pocos que le igualaban en el mundo. Y andaba por el borde de la locura. Sus hermanos eran gran cazadores, pero matarle requeriría sus considerables habilidades y ninguna vacilación. Todos tenían compañeras. Emociones. Todos le querían. Él no sentía nada y tenía la ventaja.
Ya los había despedido, dejado su mundo, en el momento que les dio la espalda y se permitió la libertad de soltar sus responsabilidades. Pero sus caras, grabadas con profundas líneas de pena le hicieron quedarse un momento.
¿Qué sería sentir una pena tan profundamente? ¿Sentir amor? Sentir. En los viejos tiempos, habría tocado sus mentes y compartido con ellos, pero todos tenían compañeras y no se atrevía a correr el riesgo de manchar a uno de ellos con su oscuridad. Su alma no estaba sólo hecha pedazos. Había matado con demasiada frecuencia, se había distanciado de todo lo que le era querido para proteger mejor a los que había amado. ¿Cuándo había alcanzado el punto cuándo ya no podía tocar sus mentes sin peligro y compartir sus recuerdos? Había pasado tanto tiempo que ya no podía recordarlo.
—Zacarías, no hagas esto — imploró Riordan, el más joven, la cara retorcida con esa misma pena profunda que estaba en las caras de sus hermanos.
Habían sido su responsabilidad durante demasiado tiempo y no podía irse sin darles algo. Se paró allí un momento, totalmente solo, la cabeza levantada, los ojos ardientes, el largo cabello fluía a su alrededor mientras la sangre goteaba constantemente por su pecho y muslos.
—Os doy mi palabra de que no tendréis que cazarme.
Era todo lo que tenía para ellos. Su palabra de que no se convertiría en vampiro. Podría descansar y buscaba ese descanso final a su propia manera. Se dio la vuelta, lejos de ellos, lejos de la comprensión y el alivio en sus caras y comenzó una vez más su viaje. Tenía que irse si quería llegar a su destino antes del alba.
—Zacarías —llamó Nicolas—. ¿A dónde vas?
La pregunta le hizo detenerse. ¿A dónde iba? La compulsión era fuerte, una imposible de ignorar. Ralentizó su paso, inquieto por la pregunta. ¿A dónde iba? ¿Por qué era la necesidad tan fuerte, cuándo no sentía nada? Pero había algo, una fuerza oscura que le guiaba.
—Susu, casa. –Susurró la palabra. El viento se llevó su voz, ese todo bajo resonó con la tierra bajo sus pies—. Regreso a casa.
—Esta es tu casa —indicó Nicolas con firmeza—. Si buscas descanso, nosotros respetaremos tu decisión, pero quédate aquí con nosotros. Con tu familia. Esta es tu casa —reiteró.
Zacarías sacudió la cabeza. Algo le guiaba a dejar Brasil. Debía estar en otra parte y tenía que irse ahora, mientras todavía hubiera tiempo. Con los ojos tan rojos como las llamas, el alma tan negra como el humo, cambió de forma, convirtiéndose en un gran águila arpía.
¿Vas a las Montañas Cárpato? Preguntó Nicolas a través de su vínculo telepático. Viajaré contigo.
No. Regreso a casa donde pertenezco, solo. Debo hacer esto solo.
Nicolas le envió calor, le envolvió en ello. Kolasz arwa—arvoval, que mueras con honor. Había dolor en su voz, en su corazón, pero Zacarías, mientras lo reconocía, no podía hacerse eco del sentimiento, ni un pequeño matiz.
Rafael habló suavemente en su mente. Arwa—arvo olen isäntä, ekäm, que el honor te guarde, hermano.
Kulkesz arwa—arvoval, ekäm, camina con honor, hermano, añadió Manolito.
Arwa—arvo olen gæidnod susu, ekäm, que el honor te guíe a casa, hermano, dijo Riordan.
Había pasado mucho tiempo desde que había la lengua nativa de su pueblo. Hablaban los idiomas y los dialectos de dondequiera que estuvieran. Habían adoptado nombres mientras se movían de país en país, incluso un apellido, cuando los Cárpatos nunca tenían tales nombres. Su mundo se había alterado tanto con el tiempo. Siglos de transformación, siempre adaptándose para encajar  pero nunca cambiando realmente cuando su mundo era todo muerte. Finalmente regresaba a casa.
Esa declaración sencilla no significaba nada… y significaba todo. No había tenido una casa en más de mil años. Era uno de los más viejos, ciertamente uno de los más mortales. Los hombres como él no tenían casa. Pocos le daban la bienvenida a su fuego, le permitían en sus hogares. ¿Entonces qué era una casa? ¿Por qué había utilizado esa palabra?
Su familia había establecido haciendas en los países que patrullaban a través del Amazonas y los otros ríos que lo alimentaban. Su alcance se extendía y cubría miles de kilómetros, haciendo difícil patrullar, pero habiendo establecido una relación con varias familias humanas, varias casas siempre estaban preparadas para su llegada. Iba a una de tales casas y tenía que cubrir largos kilómetros antes del alba.
Su hacienda peruana estaba situada al borde de la selva tropical, a unos kilómetros de donde los ríos formaron una Y y se unían al Amazonas. Incluso ese área cambiaba lentamente con el paso de los años. Su familia había parecido entrar en el área con los españoles, se inventó los nombres, indiferentes a cómo sonaban como si les importara poco a los Cárpatos como les llamaban los otros, ignorantes de que pasarían siglos en el área, que llegaría a ser más familiar para ellos que su patria.
Zacarías miró hacia el dosel de la selva tropical mientras volaba. También desaparecía, una lenta y constante invasión que no comprendía. Había tantas cosas sobre los tiempos modernos que no comprendía, y realmente ¿qué importaba? Ya no era su mundo ni su problema. La compulsión que le guiaba le desconcertaba más que las respuestas a los medios ambientes que se desvanecían. Poco despertaba su curiosidad, pero esta necesidad abrumadora de volver a un lugar donde había estado pocas veces le perturbaba a algún nivel. Porque el viaje era una necesidad y él no tenía necesidades. Era abrumador y nada le abrumaba.
Pequeñas gotitas de sangre cayeron sobre las nubes de bruma que rodeaban los árboles jóvenes y aislados que crecían más allá del dosel. Debajo, podía sentir el temor de los animales mientras pasaba. Debajo de él una banda de douroucoulis, los pequeños monos nocturnos, saltaban y realizaban acrobacias asombrosas en las capas intermedias de ramas cuando se topaba con ellos. Algunos se alimentaban de fruta e insectos mientras otros vigilaban en busca de depredadores. Normalmente chillarían alarmados tan pronto como divisaran al águila arpía, pero mientras pasaba por encima de la familia de monos se quedaron completa y sorprendentemente silenciosos.
Sabía que no era la amenaza del gran pájaro sobrevolando en lo alto lo que provocaba que el bosque enmudeciera. El águila arpía se sentaba sobre las ramas, a menudo durante largas horas y esperaba la comida correcta. Se dispararía hacia abajo con asombrosa velocidad y agarraría a un perezoso o a un mono directamente de los árboles, pero generalmente, no cazaba cuando volaba. Los mamíferos se ocultaron, pero las serpientes levantaron las cabezas a su paso. Cientos de arañas del tamaño de platos llanos se arrastraban por las ramas, emigrando en la dirección que él volaba. Los insectos se alzaron por miles a su paso.
Zacarías estaba acostumbrado a los signos que marcaban la oscuridad en él. Incluso como un joven Cárpato, había sido diferente. Su habilidad luchadora era natural, venía con él, casi impresa antes del nacimiento, sus reflejos rápidos, su cerebro trabajaba con rapidez. Tenía la capacidad de valorar una situación a la velocidad del relámpago y proponer un plan de batalla instantáneamente. Mataba sin vacilación, incluso en sus primeros días, y sus ilusiones eran casi imposibles detectar.
La oscuridad se agudizó, una sombra en su alma mucho tiempo antes de que perdiera sus emociones y colores, y los había perdido antes que otros de su edad. Cuestionaba todo. A todos. Pero su lealtad a su príncipe y a su pueblo era inquebrantable y eso le había ganado el odio imperecedero de su mejor amigo.
Voló con alas fuertes, rápidamente a través de la noche, ignorando las heridas y su necesidad de sangre. Cuando cruzó la frontera y se dejó caer más bajo el dosel, sintió que crecía el tirón de la compulsión. Debía estar en su hacienda peruana. Simplemente… lo necesitaba. La selva se extendía bajo él, una maraña oscuro de árboles y flores, el aire pesado con la humedad. Musgos y vides colgaban como largas barbas fluidas, alcanzando casi las charcas, las corrientes y los riachuelos. Helechos enredados rivalizaban por el espacio, arrastrándose sobre raíces largamente  expuestas en el suelo oscuro debajo de él.
El águila arpía se dejó caer a través de las ramas cubiertas con flores, lianas y todas clases de insectos ocultos en el revoltijo de verdor. Muy por debajo de él oyó la suave llamada de una rana arbórea a un compañero y luego un corcel, un sonido más irritante que se añadió al coro de ranas. Un trinar casi electrónico se unió a la sinfonía cuando miles de voces diferentes se alzaron en un crescendo que se cayó bruscamente como una alarma no natural y espeluznante cuando el depredador se acercó, luego pasó por lo alto.
El oscuro cielo nocturno se volvió de un suave gris paloma mientras el alba se arrastraba, robando el reinado poderoso de la noche. El águila arpía se dejó caer desde el dosel girando en espiral hacia el claro donde estaba situada la casa del rancho. Con su visión aguda podía ver el río que corría como una cinta gruesa dividiendo la tierra. Las suaves cuestas cedían el paso a riscos empinados, barrancos profundos que cortaban a través del bosque. Los árboles y la vegetación serpenteaban a través del terreno rocoso, una maraña oscura de crecimiento que estaba decidida a recuperar lo que le había sido arrebatado.
Unas vallas ordenadas dividían las cuestas y mientras el pájaro volaba sobre los barrancos y el valle, cientos de cabezas de ganado punteaban los prados. Cuando la sombra del pájaro les sobrevoló, levantaron las cabezas agitados, temblando, golpeándose unos contra otros mientras se daban la vuelta y trataban de encontrar el peligro que olfateaban.
El águila sobrevoló más campos y por lo menos un acre de jardines, todos bien atendidos como Zacarías había acabado por asociar con la extensa familia que le servía. Todo estaba ordenado, mantenido meticulosamente reparado, cada tarea hecha con la mejor de las capacidades. Los pastos y los campos cedieron el paso a corrales grandes donde los caballos giraron y movieron las cabezas inquietamente cuando los sobrevoló. Debajo, la hacienda yacía ante él como una imagen perfecta que no podía apreciar.
Mientras se acercaba al establo, una ráfaga de calor se deslizó por sus venas. En lo profundo de su cuerpo de pájaro, donde no debería haber sentido nada de nada, el corazón dio un salto no familiar. El extraño revoloteo casi le hizo caer del cielo. Naturalmente cauteloso, Zacarías no confiaba en lo que no comprendía. ¿Qué podría enviar calor a precipitarse por sus venas? Estaba agotado por la larga batalla, el vuelo y la pérdida de sangre. El hambre palpitaba con cada latido del corazón, arañando y rasgando por la supremacía. El dolor de las heridas que no se había molestado en sanar le desgarraba como una taladradora, agujereando sus huesos.
Semanas antes, había estado tan cerca de convertirse en vampiro, la necesidad de aliviar el vacío tan fuerte en él, la oscuridad de su alma sin el más mínimo alivio, que su reacción ahora no tenía sentido. Estaba en peor forma. Se moría de hambre por sangre. Más muertes manchando su alma. Pero había esta extraña reacción en la vecindad de su corazón, ese calor que latía en las venas con anticipación. ¿Un truco entonces? ¿Un cebo preparado por un vampiro? ¿Qué estaba pasando por alto?

nicolle

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #1 on: Abril 23, 2011, 01:24:12 am »
Sonne, gracias, muchas gracias por el adelanto...
 :emot018: :emot018: :emot018: :emot018: :emot018:
 emot036

lulupampina16

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #2 on: Abril 23, 2011, 02:23:34 am »
sonne ,gracias gracias gracias, :emot018: :emot018:

Entonces marguarita no es la protagonista, emot027 emot027,ya que si en la batalla él aun no veia en colores,ni tampoco sentia nada,no puede ser ella,ya que al darle sangre  se habria dado cuenta que ella era su pareja,pero parece que no sintio nada, ojala no me este creando falfas expectativas ,pensando en otra compañera y a la final marguarita sea la compañera :emot001:
 solo al llegar al rancho en peru,recien comenzo asentir algo,la protagonista sera familia de los que le cuidan la casa?
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yissel

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #3 on: Abril 23, 2011, 03:16:18 am »
Lulu, me quitaste las palabras de la boca. Definitivamente no creo que la Marguarita sea su compañera... :emot014: :emot014: :emot014:

Amo a ese hombre!!!  Cuanto poder y autoridad. Alfa 100%. Me encantó cuando sólo les dijo "moveos" y ellos reaccionaron. Ahora bien, espero que le toque una compañera que lo saque de equilibrio.

Ahora se me hará eterna la espera. Gracias Sonne por el capítulo. emot024
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the dark mide

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #4 on: Abril 23, 2011, 03:23:35 am »
Estoy de acuerdo con lulu en un 100% pero lamentablemente con la Feehan nunca se sabe. Pues bien primer cap y ya me dejo metida, creo que esta historia reparara el daño de Dominic. Creo que Zac sera el primero y unico de los hermanos de la Cruz que me agradara leer su libro verdaderamente  emot040 emot040 emot040 emot040 emot040 emot040 emot040

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maritere

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #5 on: Abril 23, 2011, 04:02:29 am »
Estoy de acuerdo con lulu en un 100% pero lamentablemente con la Feehan nunca se sabe. Pues bien primer cap y ya me dejo metida, creo que esta historia reparara el daño de Dominic. Creo que Zac sera el primero y unico de los hermanos de la Cruz que me agradara leer su libro verdaderamente  emot040 emot040 emot040 emot040 emot040 emot040 emot040



Bueno niñas, estoy de acuerdo en que el comienzo esta muy bueno y si sigue como esta,  me voy a comer el libro en un santiamen  :emot015: :emot015:

Citlali

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #6 on: Abril 23, 2011, 04:12:45 am »
Gracias!!! :emot014:

De verdad deja con la miel en los labios emot036 y confirma que no es Margarita, la pregunta de millón es quién será... ahora a esperar hasta septiembre :emot019:

pera

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #7 on: Abril 23, 2011, 01:14:47 pm »
gracias Sonne ahora si que quiero que tenga ya el libro  :emot013:
me ha gustado lo que he leido  :emot020:
besos  emot024 emot024 emot024

Jaguar Aracely

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #8 on: Abril 23, 2011, 07:45:54 pm »
que emocion haaaaaaaaaaaaaa ya quiero que salga el liro

sonne

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #9 on: Abril 23, 2011, 11:01:39 pm »
Pues a mi me da la impresión de que si puede ser Margarita. Quizá su familia la mandó al rancho de Perú y la compulsión que afecta a Zacarías es ella que no quiere vivir o algo parecido. Leyendolo me dio la impresión de que aun no podemos descartarla.

Quizá solo ha colgado medio capitulo porque ella sale en la otra midad.  :emot009:

the dark mide

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #10 on: Abril 23, 2011, 11:10:18 pm »
Algo me dice que sonne tiene razon. A pesar de todo Marguarita no se descarta compañera aun  emot034 emot034 emot034 emot034

kiti08

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #11 on: Abril 23, 2011, 11:22:13 pm »
Gracias Sonne!!!!!
Bueno....con la doña ya no vuelvo a especular nada...siempre sale de un blanco total a un negro radical...de lo unico que estoy totalmente segura es que la compa de Zac sera una sopresa.... :emot019: :emot019: acepto todo incluso que se quede con la pobre de Jazmine...con la condicion que me saque ya de esta curiosidad que si sigue asi no llegare a setiembre!!!! emot030 emot030 emot030 emot030

pitu22

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #12 on: Abril 24, 2011, 02:40:55 am »
madre mia sse ve muy interesante, y lo k hay que esperar.....gracias por el adelanto emot039 emot039

Dhenireth

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #13 on: Abril 24, 2011, 10:42:18 am »
Hola,
 :emot018: :emot018: ¡Gracias Sonne, Yissel, Dark Mide, etc.! Siempre tratando de mantenernos al día e interesadas en esta serie (trabajo que se les hace duro a merced de los vaivenes de la autora)  emot033
 emot024

willow

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Re: Depredador oscuro - Capitulo 1 (medio capítulo)
« Respuesta #14 on: Abril 24, 2011, 12:58:40 pm »
la verdad es que me da esperanzas ya que la rama sudamericana no me gusta mucho de hecho por eso tengo todavia en pendientes el libro de Dominic aunque se que eso es un delito.
De los hermanos De la Cruz solo me ha gustado el de Nicolas y por que la autora dio un giro muy interesante a la hora de escribir la historia.
Pero supongo que mas adelante le dare una oportunidad para leer este aunque no me gusten los leo por si me sorprenden y puede que este sorprenda quien sabe???

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