Autor Tema: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo ni se sabe  (Leído 2199 veces)

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Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo ni se sabe
« on: Enero 17, 2011, 08:42:04 am »
El sol caía desde el cielo, una bola fundida y llameante, vertiendo llamas rojas y anaranjadas en las aguas oscurecidas del Río Mississippi. El aire era pesado, casi opresivo por la humedad, justo del modo que le gustaba. Drake Donovan bajó de la barcaza con una gracia casual, levantó una mano a los hombres de a bordo y se paró un momento, allí en el sendero de madera, para admirar el río que fluía. Con la noche cayendo, las sombras ahondaban dulcemente en las ondas, dando al agua una sensación misteriosa y atrayente. El empuje de los lugares secretos del río era fuerte.
Arboledas de tupelo y cipreses rozaban el borde del agua tentadoramente. Había visto muchas calas e islas mientras se acercaban a los bancos. Grandes garzas azules caminaban en las aguas más superficiales de los pantanos, de los canales y de los pantanales, figuras elegantes que atraían la mirada a la belleza de los alrededores.
Escuchó los sonidos de la noche que se arrastraban mientras miraba a los primeros murciélagos, zambulléndose y girando en el aire por encima de su cabeza, atrapando a los insectos atraídos por la gran masa de agua. No demasiado lejos de la orilla del río, un pequeño zorro se lanzó como una flecha hacia un ratón que correteaba entre las hojas. Un búho estaba aposentado muy quieto en el crepúsculo, esperando a que el sol se hundiera en el río, dejando que la noche cubriera las ciénagas y pantanos.
Lo salvaje en él reaccionó, alzándose con un gran salto, exigiendo libertad. Había pasado tanto tiempo. Demasiado. Su barba de un día, compuesta de vellos palpables incrustados en lo profundo del tejido, proporcionaba terminaciones nerviosas con información táctil. Ese sistema de guía siempre le conectaba con las corrientes de aire y le permitía leer objetos. Y esta vez, inesperadamente, cuando reunió información, su gato reaccionó agresivamente, arañándole, gruñendo sus demandas.
Drake levantó la nariz a las rutas aéreas, atrayendo profundamente a sus pulmones la noche, atrayendo a… ella. El corazón se saltó un ritmo y entonces comenzó a palpitar con fuerza.
Cada terminación nerviosa en su cuerpo volvió a la vida. La necesidad dio un puñetazo bajo y mezquino, un golpe malvado e inesperado que le hizo tambalearse. Su olor era seductor, cautivador, liberando una orden profunda y primitiva imposible de ignorar.
El animal en él saltó con fuerza, desafiando al hombre. El pelaje se alzó bajo la piel en una onda de exigencia, dejando detrás una picazón terrible. La mandíbula dolió y sintió cómo los caninos empujaban en la boca. Trató de respirar, trató de calmar a la bestia letal que empujaba tan cerca de la superficie. Los músculos ondularon, retorciéndose antes de poder controlarse. Había experimentado la necesidad nerviosa de su gato antes, pero no así, no a este leopardo peligroso y temperamental que empujaba tan cerca que no podía distinguir entre hombre y bestia.
Su mente se convirtió en una neblina rojiza de instintos primitivos que ahogaron al hombre civilizado. Drake siempre había tenido una enorme fuerza, reteniendo su lado animal con más disciplina que la mayor parte de los de su clase, pero esta vez la lucha por la supremacía era más como un combate a muerte. Los huesos dolieron y la pierna izquierda latió con un dolor desgarrador. Extrañamente fue el dolor lo que le permitió aguantar. Estaba al aire libre, un peligro para cualquier macho, humano o leopardo, cerca de él. Mantuvo la cara en las sombras y aspiró dentro y fuera, dependiendo de la mecánica sencilla de un reflejo automático para mantener al animal salvaje enjaulado.
—Sólo por ahora –susurró, una promesa que pensaba mantener sin importar el costo. Su leopardo había estado enjaulado lo suficiente—. Espera un poco más.
La bestia se tranquilizó, gruñendo reacio su obediencia, más, Drake estaba seguro, que eso se debía a que el olor seductor se había desvanecido en la brisa nocturna que porque el hombre fuera más fuerte. Quería seguir ese olor, necesitaba seguirlo, pero era tan evasivo como siempre eran las hembras de su raza. El perfume atractivo se había ido y le había dejado con una necesidad desgarradora y una ingle dolorosa mientras el olor cedía al olor normal de la orilla del río.
—¿Señor Donovan? ¿Drake Donovan?
Cerró los ojos brevemente, saboreando el sonido melódico del tono de la mujer. Tenía la cadencia sensual cajún en la voz. Giró la cabeza lentamente, sin creer que una mujer pudiera emparejarse con esa voz. No sabía lo que esperaba, pero segurísimo que no había esperado su reacción a ella.
Ese mismo puñetazo bajo, malhumorado y malvado a la ingle, el mismo asalto a sus sentidos en carne viva que había experimentado antes, se repitió con más fuerza.
Ella estaba a varios metros de él pero Drake fue instantáneamente consciente de todo sobre ella. Sus sentidos estaban realzados por su leopardo, estaba seguro de eso, pero esta vez su reacción fue del hombre. Ella llevaba unos tejanos desteñidos y rotos, una camiseta corta que se adhería amorosamente a sus formas curvilíneas.
La cara era joven, pero los ojos eran viejos. El pelo era espeso, rubio oscuro, pero veteado de mechones de plata, oro y platino. Hermosos ojos chocolate oscuro condimentados con manchas doradas que parecían en desacuerdo con el cabello besado por el sol que era llevaba cortado de una forma desigual y desordenada que nunca encajaría con nadie más, pero de algún modo realzaba su apariencia.
Drake apenas podía respirar, sabía que la estaba mirando fijamente, pero no podía evitarlo. Ella estaba allí, mirándole con una expresión curiosa en la cara, esperando una respuesta. Sus pestañas eran largas, tenía una cicatriz diminuta en el mentón y hoyuelos encantadores. Su boca era una cosa de fantasía, labios llenos como un arco fascinante, dientes pequeños y blancos, aunque sus caninos eran más agudos de lo normal. Tuvo un impulso extraño por arrastrarla a sus brazos y saborearla.
Ella lo miró con una mezcla de reticencia y cautela.
—Soy Saria Boudreaux, su guía. ¿Usted es Drake Donovan, verdad? —Inclinó la cabeza a un lado, estudiándolo con preocupación—. Si no se siente bien por el viaje, está bien. Podemos esperar antes de volver al agua. ¿Quizá algo de comer?
Su acento se encrespó en su estómago. Podía sentir la reacción latiendo por la ingle.
—Estoy bien, señorita Boudreaux. Me quedaré en la Posada Dubois, como me recomendó. ¿Dijo que estaba cerca de los canales y pantanos que visitaré? —Se había asegurado de que la pensión que ella había recomendado fuera raramente visitada y estuviera cerca del bayou, donde había arboledas, ciénagas y pantanos. Había alquilado todo la pensión, por si necesitaba a su equipo, al igual que para asegurar su intimidad.
Ella asintió.
—Llámeme Saria. Será más fácil ya que vamos a pasar una semana juntos. ¿Es esa su bolsa? —Indicó un pequeño petate con una inclinación de la cabeza.
Ni de coña iba a llevarla ella. La alcanzó y la levantó él mismo, enviando una oración silenciosa porque su muy hinchada entrepierna le permitiera caminar.
—Sólo Drake entonces. Gracias por encontrarse conmigo tan tarde. —Nunca había tenido tal reacción ante una mujer. Tenía que ser la necesidad violenta de su gato.
Ella se encogió de hombros y se dio la vuelta, pasando por la pasarela de madera hacia la arboleda de cipreses que hundían largas y relucientes barbas de musgo en el agua. No hacía ningún sonido mientras caminaba, un balanceo de caderas elegante y silencioso tan atrayente, que el aliento se le quedó atrapado en la garganta. No era un hombre dado a sorprenderse con imágenes eróticas ante la vista de una mujer caminando, pero cada célula de su cuerpo se puso en alerta y tuvo el loco deseo de lanzarse sobre ella, sujetarla debajo de él y devorarla. Sacudió la cabeza para tratar de eliminar la locura de su cerebro.
Era su leopardo; esa era la única respuesta cuerda. Había sido herido hacía mucho y su gato no había podido surgir. Recientemente el hombre para el que había escogido trabajar… bien, vale, Drake tenía que admitirlo, su amigo, Jake Bannaconni, había arreglado una operación para él, injertando huesos de su especie en la pierna mala con la esperanza de que algún día pudiera cambiar. No estaba curado exactamente, y cuando estaba cansado todavía cojeaba, pero su gato se estaba volviendo más inquieto con cada día que pasaba, ansioso por probar el nuevo tejido en la pierna.
El leopardo luchaba por surgir cada vez más. Había pedido deliberadamente a su guía que encontrara una pensión en un área remota con la idea de que podría intentar liberar su lado animal, eso o volverse loco.
Empujó la voz de su cirujano de que se lo tomara con calma. Se lo había tomado malditamente despacio y estaba perdiendo el juicio, su pobre guía desconocida corría el riesgo de ser atacada.
Era un hombre que notaba todo automáticamente, y no había modo de no mirar caminar a Saria. Se sentía tan condenadamente viejo y ella parecía fresca e inocente y tan lejos de su liga que no era divertido. Pero aún así, no llevaba anillo de matrimonio. Respiró normalmente ahora, los años de disciplina tomando el control. La ferocidad retrocedió aún más. La leve brisa acarició los finos cabellos besados por el sol y su corazón tartamudeó.
Saria giró la cabeza y le miró por encima del hombro, un ceño leve en la cara, los ojos valorándole. Ralentizó su ritmo.
—¿Estás bien?
Él le dio una mirada directa, la clase que generalmente asustaba a la gente.
—¿Por qué no debería? —Fue más brusco de lo que tenía intención, pero ella parecía tan malditamente joven e inocente, y él no estaba teniendo mucho éxito en controlar las imágenes de su cuerpo desnudo, retorciéndose bajo el suyo y eso le hacía sentirse como un viejo lascivo.
—Cojeas.
Allí estaba otra vez, ese pequeño acento que se filtraba en su piel y hacia que su pene se endureciera. Y no estaba cojeando. De ninguna manera. Mantuvo la mirada fija, mirándola sin expresión.
—Yo no cojeo. —Andaba con facilidad ahora, fluido y fuerte y maldita sea, había ido de viejo lascivo a decrépito ante sus ojos. Enfrentado con la mujer más sexy, había olvidado obviamente ser suave y poderoso.
Ella levantó la ceja ligeramente. Un hoyuelo apareció en esa boca llena y tentadora. Ella le dio una pequeña media sonrisa.
—Me alegro de que tengamos eso claro porque el muelle está a cierta distancia. Podemos acortar por el pueblo y por esa especie de bosque de árboles de Navidad, y luego maniobrar en el borde de la arboleda de cipreses. Eso nos ahorrará unos pocos pasos.
Él le dio una sonrisa débil, sin admitir nada.
—Cuanto más rápido empecemos, mejor.
El sol poniente dejó caer una ducha llameante de luz poco antes de hundirse completamente en el río, bañándola en llamas rojas y anaranjadas. La caída sedosa del cabello de ella le atraía, era imposible de resistir. Estiró la mano y metió un mechón perdido detrás de la oreja, su corazón latía con fuerza. Sintió una ráfaga de calor vertiéndose por su sangre. La sangre rugió en sus oídos, atronó en su cabeza.
Ella era poderosa, no había duda. Se quedó completamente quieta cuando la tocó, pero no le apartó la mano y tenía todo el derecho a hacerlo.
Los ojos se volvieron líquidos y parpadeó, clavando la mirada en la de él. Parecía salvaje, inalcanzable, y todo lo macho en él respondió a ese desafío. Sintió la onda de respuesta recorrer sus pesados músculos, sintió la fuerza y el poder de su cuerpo. Ella le volvía  completamente consciente de su poder.
Drake tenía la capacidad de saltar distancias inmensas con una agilidad absoluta. Podía aterrizar de forma elegante en cualquier forma, gato u hombre. Podía escabullirse como agua fluyendo por el suelo, tan silencioso, que ni las hojas se atrevían a moverse. Como su gato, el poder completo de sus músculos le permitía moverse rápidamente para controlar la presa.
Esos mismos músculos le permitían el sigilo del movimiento sumamente lento, manteniéndose completamente inmóvil hasta que desaparecía en los alrededores.
Era poderoso y en ese momento, supo que ella era completamente consciente de ello también. Las manchas doradas en esos ojos crecieron hasta que bordearon el chocolate más oscuro. Ella no apartó la mirada. No parpadeó. El cuerpo de Drake empezó a funcionar a toda marcha, duro y lleno, y de repente agresivo. La mujer provocaba la misma reacción en el hombre que la hembra evasiva de su especie había hecho en su leopardo. Tendría que revisar su opinión sobre ella. Saria Boudreaux era más que la joven mujer que había pensado primero, mucho más, y tenía la intención de destapar cada secreto que tuviera.
Saria tembló mientras miraba fijamente a los ojos excepcionales de Drake Donovan.
Agudos. Su mirada fija y directa era inquietante. Tenía la sensación de que podía ver directamente a través de ella, a sus pensamientos más profundos. Se ruborizó ante la idea, gracias que la oscuridad caía rápidamente. Drake Donovan era un hombre excepcional. Había permanecido tan quieto, aunque perfilado por el río, que ella apenas había logrado verle, y tenía una visión nocturna excepcionalmente buena. Él parecía tener un truco para desaparecer en el fondo a su alrededor.
No tenía sentido que pudiera desvanecerse en los alrededores tan fácilmente.
Era un hombre formidable y sorprendente. Hombros anchos, pecho grande y musculoso. Tenía los brazos más fuertes e impresionantes que cualquier hombre que hubiera conocido. Haces de músculo ondulaban tentadoramente cada vez que daba un paso. Tenía un cabello rubio y espeso, una cara tallada en líneas fuertes. En el momento que lo vio, su ritmo cardíaco latió demasiado rápido y un millón de mariposas revolotearon en su estómago. Todavía se sentía nerviosa.
Estaba acostumbrada a estar cerca de hombres, incluso a estar a solas con ellos. Trabajaba en un bar, a veces sola, pero nunca se había sentido tan consciente de sí misma como mujer. Apenas podía respirar. El calor de la tarde parecía sólo un poco peor. Podía sentir el sudor deslizarse por el valle entre los senos y era una lucha seguir respirando. Cada aliento le traía su olor salvaje y excepcional más profundamente a su cuerpo. Nunca había sido tan total y agudamente consciente de un hombre en su vida.
Era tan silencioso mientras caminaba, no podía evitar el mirar por encima del hombro de vez en cuando para asegurarse de que la estaba siguiendo. Era el tipo de hombre que ella evitaba a toda costa. Había visto a otras mujeres sucumbir a la atracción física, o incluso al amor verdadero, y todas habían terminado de la misma manera: felpudos para maridos exigentes y necesitados. Eso no iba a pasarle a ella.
Ella no estaba ni cerca de su liga y no era lo bastante estúpida para fingir que sí. El tenía una sofisticación ganada duramente y llevaba la autoridad tan fácilmente como respiraba. La atracción física moría bastante rápidamente cuándo la vida cotidiana se establecía y entonces ¿dónde estaría ella? Donovan era la clase de hombre que gobernaba todo y a todos en su dominio con mano de hierro.
Llevaba sus tejanos bajos en las caderas y sus muslos eran columnas gemelas y fuertes. No podía evitar lanzar un par de miradas furtivas al paquete impresionante de delante. Drake era perfecto como un bombón, pero ella necesitaba superarlo rápidamente. Él se comería viva a una mujer.
Buscó un poco desesperadamente algo que decirle, sintiéndose incómoda.
—¿Has estado aquí antes? —Ella era una guía profesional, por Dios, pero no podía ni tener una pequeña charla.
—No.
Juró entre dientes. Una semana con él. Una semana entera. El dinero era bueno, pero no podía controlar su reacción a él y estaba muy claro que él no quería entrar ni siquiera en una conversación cortés. Se mordió con fuerza el labio y reanudó el paso. Otra mirada rápida por encima del hombro le dijo que él seguía su ritmo fácilmente.
—Pareces un poco joven para ser una guía en los pantanos —dijo Drake.
Saria se tragó su primera réplica. Genial. Su primera obligación caliente y él pensaba que era joven. Le dio la espalda, tratando de no enderezar los hombros.
¿A quién le importaba lo que él pensara? Sólo porque fuera el tipo más caliente del planeta no significaba nada. Ella no quería tener nada que ver con él, pero al menos podía verla como una mujer, no como alguna niña pequeña.
—Crecí aquí. Si no estás familiarizado con el pantano puede ser muy peligroso.   —No pudo evitar esa pequeña mordedura en su voz—. No hay señales ahí fuera. Si prefieres otro guía, hay otros disponibles. No tendrás ningún problema en conseguir a alguien con la clase de dinero que estás pagando. —Cómo si ella pudiera permitirse la pérdida de ingresos. El orgullo era una cosa terrible, se recordó, pero no iba a rogar por el trabajo.
—Cuando pedimos a alguien que conociera el pantano, las plantas y la fauna de esta área, viniste bien recomendada por varias personas —dijo Drake—. Y dijiste que era posible que pudiéramos alargarlo si era necesario.
Ella no pudo evitar el arriesgarse a echarle otro pequeño vistazo. Mon dieu, era hermoso. Podía pasar mucho tiempo con él, era un regalo para los ojos. Y al menos, estaba hablando con ella ahora.
—Sí, si me lo haces saber con unos días por adelantado, lo puedo arreglar.            —Quizá no. Cada vez que le miraba perdía el juicio. Había algo irresistible en esos ojos, esos profundos ojos verdes dorados enmarcados por unas pestañas imposiblemente largas. Tenía una sombra de barba que le daba un aspecto aún más rudo.
Avanzó por el pequeño pueblo, evitando acercarse demasiado a la iglesia, atemorizada de toparse con el sacerdote. No había vuelto a confesarse desde que le había dado la carta y ahora no quería arriesgarse al contacto. Las largas rayas en la espalda y la marca de mordisco en el hombro ya se estaban curando, pero todavía dolían y ellas, junto con las pesadillas, le habían convencido de ocuparse de sus propios asuntos. No deseaba que el padre Gallagher le hiciera preguntas. Había logrado evitar a sus hermanos, y ahora, aceptando este trabajo, estaría en el pantano durante por lo menos otra semana.
—¿Está casada? —La voz de Drake fue muy casual.
El corazón de ella saltó.
—No.
—Eso creía. Ningún hombre en su sano juicio permitiría que alguien como tú llevara a extraños al pantano.
Ella tocó el cuchillo de su cinturón.
—Puedo cuidar de mí misma. —¿Por qué había preguntado? Había visto el modo en que su  mirada vagaba sobre ella, abarcándolo todo. No podía haber pasado por alto su falta de anillo de matrimonio. Aún así, quizá algunas mujeres no llevaban sus anillos. Dejó salir el aliento. Quizá bajo esa cara sin expresión estaba un poco más interesado en ella de lo que se permitía mostrar—. ¿Y tú? —No podía imaginárselo. No podía imaginar a ninguna mujer manteniendo su interés mucho tiempo.
El silencio se estiró entre ellos hasta que se detuvo otra vez y lo miró. Él le dio una pequeña sonrisa que no alcanzó sus ojos.
—Dudo que pueda encontrar una mujer que me soporte.
Las cejas de ella se dispararon hacia arriba.
—¿Eres difícil?
—Imagino que puedo serlo, sí —admitió. Su voz cayó una octava, se volvió suave, seductora, una intimidad con la que ella no estaba familiarizada—. Vivirás conmigo durante la semana que viene. Tendrás que decírmelo.
La boca se le secó. El corazón saltó y un calor húmedo se acumuló. La mirada de Drake se clavó en la suya y ella experimentó inmediatamente la sensación de caer en él. Era extraño, pero no podía apartar la mirada, como si hubiera logrado tomarla cautiva de alguna manera primitiva. Su mirada fija era carismática y alarmante. El corazón empezó golpetear una advertencia muy real.
Todo lo femenino en ella respondía a él, pero al mismo tiempo la instaba a correr.
Estaba perdida en su mirada, así que presenció el cambio brusco. El verde con manchas doradas se volvió de repente oro antiguo. Las pupilas redondas se dilataron a tres veces su tamaño. ¿Él se movió? No creía haber parpadeado, pero su cuerpo estaba de repente más cerca de ella, casi protector, protegiéndola de algo que había visto sin mucho más que girando la cabeza. Unos dedos helados se arrastraron por su espina dorsal. Su radar de advertencia estalló, y esta vez la amenaza no procedía del hombre delante de ella. Quizá nunca lo había sido y su magnetismo depredador la había confundido. Sea cuales fueren las razones, no había reconocido sus alarmas por lo que eran.
—Un hombre regresa a las sombras en la entrada a los árboles. Te está vigilando. —Su voz era muy baja, casi inaudible. Si ella no hubiera tenido una audición tan buena, se habría perdido el cuchicheo—. ¿Le conoces? Mira por encima de mi hombro izquierdo. —Dio otro paso más cerca, bajando la cabeza hacia la suya como si la besara.
Ella se quedó sin respiración. Todo en ella se inmovilizó. Colocó la palma de la mano en su pecho, justo sobre su corazón que palpitaba sólidamente, pero si era para apartarlo o para estabilizarse cuando levantó la cabeza, no estaba segura.
Lanzó una mirada rápida a la línea de árboles y la garganta casi se le cerró.
Unos ojos rojos resplandecían. Algo estaba allí, alguien.
No podía decir quién era, sólo que los ojos humanos no reflejaban la luz de esa manera.
—No tenemos porque acortar por la arboleda para llegar al muelle. Este camino lo rodea y luego  vuelve hacia los canales. Es un poco más largo pero...
—Creo que un paseo por la arboleda es justo —interrumpió Drake.
Ella sacudió la cabeza.
—No sé si has estado leyendo sobre esos gatos fantasmas que la gente cree que han estado viendo en los pantanos, pero a veces esas cosas son más reales de lo que queremos que sean. Me sentiría más segura si permaneciéramos en el pueblo.
—Mírame. —Mantuvo su voz baja, y ella juró que fue casi un ronroneo, suave y seductor, pero definitivamente una orden.
 Debajo de la piel, sintió una picazón. Si hubiera sido una gata, habría jurado que la piel se le  había erizado de la manera equivocada, pero antes de poder detenerse, su mirada saltó a la suya. Instantáneamente fue atrapada en esa mirada fija y dominante. Sus ojos eran magníficos, aterradores y atractivos al mismo tiempo.
—Estás a salvo conmigo.
Su tono era demasiado íntimo, demasiado seguro, tan seguro que cuando le miró a los ojos, a pesar de que su cerebro le decía que fuera lógica, le creyó. ¿Y cuán tonto era cuando sabía que había un leopardo acechando y matando personas? Drake Donovan quizás fuera un hombre poderoso en su mundo, y claramente todo acerca de él gritaba que podía desenvolverse por sí mismo, pero no con una máquina de matar como un cambiaformas. Astuto e inteligente, el cambiaformas utilizaba tanto al hombre como a la bestia para abatir a la presa.
Tragó con dificultad, incapaz de escapar a esos ojos penetrantes. Él la había encerrado y no había modo de huir. Se le ocurrió de repente que le estaba diciendo algo enteramente diferente de lo que se había imaginado. Frunció el entrecejo, pero él ya la estaba girando muy suave pero firmemente en dirección hacia la arboleda. De mala gana, ella dio unos pocos pasos, confusa por Drake, confusa por su reacción a él.
Frunció el ceño. Drake Donovan tiró de ella desequilibrándola. Miró a lo más profundo de las sombras. Nada se movía. No había ojos mirando. Quienquiera que hubiera estado allí había cambiado de posición. Aún así, estaba inquieta y eso no era una buena señal. Dejó caer la mano de manera casual sobre el cuchillo de la cintura, soltó la solapa de seguridad con el pulgar.
—Estamos bien —dijo Drake suavemente—. Un hombre a las diez y dos más rastreándonos.
Ella profundizó el ceño. Ella era la guía. Era su trabajo protegerlo en el pantano. Este era el patio de su casa y debería haber visto a los otros mucho antes de que Drake los divisara. Desordenaba su sistema de advertencia. Tenía la incómoda sensación de que él accionaba sus alarmas y no podía ver más allá de él. ¿Entonces por qué se sentía a salvo con él?
Lanzó una rápida mirada a la posición que le había dado. Caminando a lo largo del camino que se unía con el de ellos estaba Amo Jeanmard, un hombre al que conocía desde hacía años. Miró detrás de ella e identificó a los hermanos Lanoux, Robert y Dion. Gemelos, rara vez se vería a uno sin el otro. Habían ido a la escuela con Mahieu, pero a menudo, se dejaban caer por el bar a última hora de la noche para saludar.

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo 1
« Respuesta #1 on: Enero 17, 2011, 08:42:40 am »
Le gustaban. Sospechaba que Robert coqueteaba con ella por diversión, pero que Dion iba bastante en serio. Por el aspecto de su cara, no estaba feliz de verla con Drake.
Ella venía de una sociedad de gente donde eran amistosos pero muy reservados.
Los hombres habían tratado hacía mucho de indicar a su padre que ella era una niña salvaje, pero cuando él no había respondido, ellos parecieron pensar que necesitaban mantener un ojo sobre ella, desde lejos por supuesto.
—Son vecinos —anunció, relajándose un poco. Si un asesino acechaba en la arboleda, no se mostraría con un grupo tan grande. Una vez que tuviera a su carga acomodada en la pensión, volvería a casa y aumentaría su suministro de armas. No iba a poner en peligro a nadie, pero tenía que ganarse la vida. Donovan pagaba demasiado dinero y ella lo necesitaba. Se negaba a depender de sus hermanos para obtener ingresos. Eso les daría alguna apariencia de control sobre ella y, en este punto, ahora que era adulta, no iba a permitirles que tuvieran nada que decir en su vida. Destelló una sonrisa a los hermanos Lanoux. Habían acelerado obviamente su ritmo para alcanzarlos.
A su lado, Drake reaccionó tan sutilmente que no pudo darse cuenta de lo que había hecho, pero el aire se cargó con la tensión y pareció inmediatamente peligroso, no el hombre despreocupado que había parecido. Su mirada se posó sobre los dos hombres y no la apartó. Ella sintió la diferencia, le sintió preparándose, y de repente no estuvo tan segura de que alguien estuviera a salvo con Donovan. Los ojos brillaban con amenaza y muy suave pero firmemente la levantó por la cintura y la puso detrás de él, dejándole a él para enfrentarse solo a los dos hermanos.
Dion y Robert eran casi tan malos, se separaron para llegar donde Drake desde ambos lados, pareciendo luchadores profesionales en vez de los hombres despreocupados que ella sabía que eran. Estaba perdiendo el control de la situación rápidamente, la tensión en el aire se estiró tanto que se podía cortar con un cuchillo. Debería haber temido por Drake, pero algo, alguna tensión que se arremolinaba en Drake, la hizo temer por los hermanos.
—Éstos son mis vecinos —reiteró—. Mis amigos. –Curvó los dedos en torno al bíceps de Drake como si eso fuera a retenerle. Su cuerpo era cálido; no, caliente. Sintió la ondulación del músculo bajo de la piel y un calor en respuesta latió entre sus piernas.
Drake vaciló y luego, para su alivio, ella le vio mostrar una breve sonrisa.
Los ojos de él estaban todavía enfocados y notó que su cuerpo todavía protegía al suyo, pero algo de la tensión en él se alivió. No tensión, se corrigió, eso venía de los hermanos Lanoux. Pero ciertamente Drake estaba preparado y listo si sobrevenía un ataque.
—Dion. —Saria proyectó más simpatía de lo normal en su voz—. ¿Cómo estás? ¿Qué estás haciendo aquí?
—Podría hacerte la misma pregunta, chère —saludó Dion, deteniéndose a corta distancia de ellos, su mirada repasando a Donovan, evaluándolo. Aparentemente lo que vio no le gustó,  porque no había simpatía en absoluto.
—He conseguido un trabajo de guía. —Deseaba que Dion comprendiera que era lucrativo y que mejor que no se lo soplara—. Drake, este es Dion Lanoux y su hermano Robert. Son vecinos. Dion, Robert, este es Drake Donovan. Voy a mostrarle las ciénagas y los pantanos.
—¿De verdad? —La ceja de Robert se disparó arriba—. ¿Por qué?
—Robert. —Saria estaba consternada—. Ocúpate de tus asuntos.
—No es asunto tuyo, Donovan, pero tengo que hablar con Saria un momento       —dijo Dion con suavidad y le tendió la mano a Saria.
Esta sintió una oleada repentina de poder corriendo por debajo de la piel de Drake. La mirada saltó a su cara. Él estaba mirando a Dion, no a Robert, y había algo muy mortal en su expresión.
—Saria. —Su voz fue muy suave—. Si tienes miedo de ellos, no tienes porque acompañarlos.
Él lo sabía. Ella había pensado que había sido muy lista y cuidadosa. Había ocultado su terror a sus propios hermanos, a sus vecinos, pero este completo extraño, a los pocos minutos de conocerla, lo había sabido. Forzó una sonrisa, un poco impresionada porque él estuviera obviamente deseoso de luchar contra ambos hermanos en su nombre.
—No, aunque hayan olvidado claramente sus modales, son amigos. —Quizá si lo decía bastantes veces, ambas partes dejarían de fingir y jugarían de manera agradable.
Ignorando la mano de Dion, rodeó a Drake o casi lo hizo. Él cambió de postura ligeramente, bloqueándola. Los dedos apenas rozaron el brazo hasta la muñeca, asentándose con gentileza infinita.
—¿Estás absolutamente segura, Saria? Te aseguro que no hay necesidad de protegerme. —Él le dio una sonrisa débil.
A ella casi se le paró el corazón y luego empezó a palpitar con fuerza. Era tan magnífico. Y la manera con que la tocaba, ligera como una pluma, la sentía hasta en los huesos. El calor se precipitó por sus venas y tragó con dificultad, tratando de no ceder a la atracción física.
—Estás equivocado acerca de eso —dijo Dion, fulminando con la mirada la vista de los dedos de Drake que formaban sin apretar una pulsera alrededor de la muñeca de Saria.
Ella siguió su molesta mirada y tuvo que luchar para no ruborizarse mientras se apartaba y daba un paso en torno a Drake de manera firme.
—Podías utilizar el teléfono, Dion —dijo—, si es tan necesario ponerse en contacto conmigo. —Pasó por delante de él, pero se detuvo donde podía mantener un ojo sobre Drake y Robert. Si los gemelos habían planeado algún ataque por sorpresa sobre su cliente, iba a dejarles saber de una vez por todas que ella podía cuidarse sola.
—¿Saben tus hermanos lo qué estás haciendo? —siseó Dion entre los dientes apretados—. Ese hombre es peligroso, Saria. Esto te viene grande.
Ella se dio golpecitos con los dedos sobre el muslo, totalmente consciente del interés de Drake.
Tuvo cuidado de no mirarle.
—Esto no es asunto tuyo, Dion, ni tampoco de mis hermanos. Soy una guía licenciada. En caso de que no lo hayas advertido en los últimos años, así es cómo me gano la vida.
Dion sacudió la cabeza, dando un paso más cerca a ella y bajando su voz otra octava.
—No con este hombre. Si desea un guía, yo lo haré por ti. No tienes ni idea de con qué estás tratando.
—Entonces dímelo —desafió ella—. Él no da vueltas y juega a asustar cuando tú y tu hermano intentáis hacer. —La furia ardía por ella—. Si sabes algo sobre este hombre, dímelo ahora.
—He estado con hombres como él, Saria; tú no. Es demasiado tranquilo. Ni siquiera ha parpadeado cuando hemos aparecido y créeme, chère, los hombres normales nos temen.
Le creyó. Robert y Dion estaban fuertemente formados y podían luchar violentamente. Los otros les dejaban solos, sabiendo que si luchabas contra uno, estarías luchando contra el otro.
Se encogió de hombros.
—Entonces supongo que estaré a salvo en el pantano con él.
Drake podía oír la susurrada conversación más bien fácilmente, como podía su leopardo. Su gato ya estaba demasiado cerca de la superficie, y una vez más se encontró luchando por mantener al animal bajo control. Saria estaba rodeada por leopardos. Y si él no lo había sabido antes, ahora seguro que sí: no quería a ningún macho en ninguna forma cerca de ella.
Los gemelos Lanoux, al igual que el hombre en las sombras, quienquiera que fuera, y Drake no podía decirlo hasta que llegara allí y olfateara, eran con seguridad leopardos. El caballero más viejo… Amo Jeanmard, le había llamado ella, que les  vigilaba desde el sendero con interés también era un leopardo. Drake había tropezado con una guarida de cambiaformas, donde no una sino varias familias agrupadas formaban una coalición libre. Honestamente, no había sabido que existiera alguna fuera de la selva tropical.
Inhaló el olor a machos en la flor de la vida, furiosos porque otro macho hubiera entrado en su territorio. Un intruso, posiblemente un renegado. No les temía, él y su leopardo habían estado luchando desde que eran niños, pero no había cambiado en mucho tiempo. El cirujano había sido inflexible en que se lo tomara con calma y permitiera que su pierna se curara por completo antes de intentar cambiar otra vez. Eso poco le importaba a su gato.
Su animal rabiaba, lanzándose sobre Drake. Pero éste había sido un alfa durante muchos años, dirigiendo equipos de leopardos machos en la selva tropical, donde sus naturalezas primitivas a menudo derrotaban la civilización de sus lados humanos. Se requería fuerza, paciencia y disciplina para controlarlos, de todo lo cual tenía de sobra. Más que nada, tenía que alejar a Saria de los machos. Si la leía correctamente, y él era muy bueno en leer a las personas, ella era tan independiente como ellos.
Ignorando a los otros al igual que al anciano que venía hacía él, le envió una pequeña sonrisa burlona.
—Si su hombre se opone a que me muestre los alrededores, señora Boudreaux, quizás podría recomendarme otro guía.
Saria se ruborizó mientras se giraba hacia él. Él lo encontró encantador, incluso seductor, y mientras el color le subía por la cara, se sintió un poco culpable por manipularla.
Los ojos le brillaron, más ámbar que marrones.
—Monsieur Lanoux no es mi hombre. Soy su guía, señor Donovan, y nadie me va a quitar este trabajo.
Empujó a Dion para pasarle, caminando a zancadas hacia Drake, los hombros tensos por el ultraje. Empujó contra Robert mientras le sobrepasaba, golpeándole con el hombro. Era una pequeña cosita pero sólida, y había sorprendido, incluso conmocionado al macho. Le desequilibró, vio Drake con satisfacción. Su sonrisa se amplió y se permitió admirar el estallido durante un momento.
Adoraba su acento y notó que se volvía más cerrado cuando estaba enfadada, algo que vendría bien recordar.
Saria recogió su bolsa y señaló el camino a la arboleda con ella. Al mismo tiempo, fulminó con la mirada a los hermanos.
—Soy bastante capaz de mantenernos a salvo en el pantano.
—Tus hermanos... —empezó Dion.
—Ocupándose de sus propios asuntos —dijo con brusquedad—. Buenas noches, señor Jeanmard —saludó al hombre anciano mientras bajaba por el sinuoso sendero hacia los árboles.
Era magnífica. Drake se encontró sonriendo incluso mientras confirmaba que el recién llegado era definitivamente leopardo. Siguió a Saria, resistiendo el deseo de su gato de rugir su triunfo a los otros machos.
A veces, amigo, utilizar el cerebro es mucho mejor que la fuerza, calmó a su gato. Estamos cerca ahora. Será pronto. El pantano llamaba a la ferocidad de la sangre.
—¿Qué fue eso de ahí atrás? —preguntó, sabiendo que ella se lo preguntaría si él no lo hacía—. ¿Están molestos porque conseguiste el trabajo en vez de ellos?
—Llevo a clientes al pantano todo el tiempo —dijo—. No sé que les ha entrado. No somos parientes y no salimos, así que no te preocupes por ello.
Drake miró a su derecha sin girar la cabeza. Dion Lanoux caminaba al lado de ellos a varios metros, serpenteando entre los troncos más gruesos de árboles. A su izquierda, Robert Lanoux hacía lo mismo. No había duda de que sus gatos habían olfateado al suyo. Esta iba a ser una investigación muy interesante. Por encima de todo, debía averiguar cómo de grande era la guarida, cuántos miembros tenía y si alguno de ellos se había convertido en asesino en serie. Miró a la mujer que le guiaba por la arboleda.
Ella caminaba con confianza, pero estaba nerviosa. Dos veces, la mano rozó el puño del cuchillo y envió varias miradas subrepticias a los árboles circundantes.
—No quiero crearte problemas —dijo él.
Ella le envió una pequeña mirada por encima del hombro. Sí. Sabía que los hermanos Lanoux estaban en la arboleda, caminando al lado de ellos y no le gustaba ni pizca. Ella tenía que ser la hembra a la que su gato había reaccionado. Tenía sentido. Él estaba reaccionando a la mujer. Los hombres estaban nerviosos con un extraño en su medio. Eso podría ser natural, pero desafiar a uno no lo era, a menos que una hembra estuviera cerca de emerger.
El Han Vol Dan, el periodo de tiempo cuando un leopardo hembra cambiaforma y la mujer estaban listas para aparearse al mismo tiempo, era el momento más peligroso para todos los cambiaformas. Los gatos macho se volvían nerviosos e inquietos, combativos y difíciles de controlar. Drake estudió a Saria. No había signos de una gata ahora, nada que revelara que una leopardo hembra podría estar ocultándose debajo de toda esa piel gloriosa.
Le llevó unos pocos minutos darse cuenta de que todo en él, cada célula, cada músculo, todo lo que era, se estiraba hacia ella. Saria Boudreaux le pertenecía e iba a tener que robarla justo debajo de las narices de todos y cada uno de los machos de lo que parecía podría ser una guarida considerable. Y tenía que hacerlo en medio de una investigación de asesinato. No era una tarea pequeña, pero no había duda, estaba esperándolo.
—¿Qué? —Saria le miró por encima del hombro otra vez.
Él estaba sonriendo, no podía evitarlo. Se sentía malditamente bien estar vivo.
—Nada. Sólo disfrutaba de la noche y de la compañía. Vives en un hermoso lugar, Saria.
Ella le envió una sonrisa débil y complacida.
—Lo es, ¿verdad? No muchas personas lo aprecian.
Él la siguió con satisfacción, y con el peligro caminando cerca y la noche cerniéndose, se sintió en casa.



sonne

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo 1
« Respuesta #2 on: Enero 17, 2011, 08:45:20 am »
Después del fiasco del libro 4 que fue un aburrimiento este ha empezado muy bien y muy interesante. Espero que su equipo aparezca en el libro y entre ellos está Jake.
Pero hay algo que no entiendo. Si Saria vive en una comunidad donde todos son leopardos:sus hermanos, sus amigos, sus vecinos incluso ella misma ¿cómo es que no lo sabe? esta Feehan a veces lia las cosas de mala manera.

yissel

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo 1
« Respuesta #3 on: Enero 17, 2011, 11:54:51 am »
 :emot015:  Es que después de un tiempo creo que las cosas se le mezclan en la cabeza. Gracias Sonne por el capítulo. A leerlo!!!
[img]http://imgcash5.imageshack.us/im

atlantida

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo 1
« Respuesta #4 on: Enero 17, 2011, 01:11:45 pm »
¡Gracias Sonne! Quedo pendiente de mas.

hecheverria

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo 1
« Respuesta #5 on: Enero 19, 2011, 12:13:45 am »
grasias Sonne emot024  y esperamos por mas emot031

sonne

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo 1
« Respuesta #6 on: Enero 19, 2011, 09:06:03 am »
¿Por que no comentais algo? si os ha gustado, que os gustaría que pasara, si quereis que salga Jake. No sé , algo.

atlantida

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo 1
« Respuesta #7 on: Enero 19, 2011, 10:37:39 am »
De momento te voy a decir que me encanta el nombre escogido para la prota, Saria, no lo habia oido nunca y me parece exotico y dulce al pronunciarlo (Sara es mas comun).
Que me cuesta un poco visionar la selva, por lo que quiza me gusto tanto la de Jake al ser en un rancho y transcurrir mas en mi mundo.
Tambien me intriga que en una comunidad leopardo ella no sepa nada y bueno me hace falta saber mas de este hombre para emocionarme con el, curiosamente con el primer capi de Jake me quede prendada de el. Creo que le va a costar superar esta novela, la de Jake, a la autora o al menos escribir otra a ese nivel....a ver si me sorprende.
Tengo esperanza con esos dos hermanos si son malos naaa ,pero parecen que aparte de interesarles la chica la cuidan asi que podrian ser futuros protas...es un decir.

sonne

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo 1
« Respuesta #8 on: Enero 19, 2011, 12:55:58 pm »
Es que Jake es insuperable, ese libro lo bordó

pitu22

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo 1
« Respuesta #9 on: Enero 27, 2011, 09:57:48 pm »
chicas me encanta, gracias por compartir el capitulo con las demas emot039 emot039 emot040

preciousmele

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo 1
« Respuesta #10 on: Enero 28, 2011, 08:08:23 am »
promete
promete
el anterior ni lo mire
este viene mejor

atlantida

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo ni se sabe
« Respuesta #11 on: Septiembre 22, 2011, 06:55:59 pm »
 emot030 ¿Que pasa con esta novela?
¿Me la perdí? ¿Ya salió? o aun esta en buenas y cuidadosas manos??????

 emot036 Quiero masssssss.......!!!!!!

sonne

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo ni se sabe
« Respuesta #12 on: Septiembre 23, 2011, 09:23:28 am »
Es una serie que está publicando Booket romántica. Si sigue lo previsto se publicará al año que viene.

atlantida

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Re: Leopardos 5- Naturaleza salvaje-capitulo ni se sabe
« Respuesta #13 on: Septiembre 23, 2011, 02:02:52 pm »
¡JO! a esperar toca entonces y porfi esperemos que siga lo previsto.

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