—¿Como me veo, Tío?
A Talon se le cortó la respiracion cuando vio a Sirona salir del vestidor de la tienda del sastre del pueblo. Había anochecido hacía dos horas y él había pagado una fortuna al sastre para que se acomodara a su tan inusual horario. Decidió, que cada centavo lo había valido en cuanto vio la felicidad reflejada en el rostro de Sirona.
Su traje de novia era de un color azul pálido que hacía centellear sus ojos color cielo. Su cabello rubio estaba recogido con una cinta al tono.
Le había sonreído.
—Thomas es un hombre afortunado y más le vale que cuide bien de ti.