No he terminado aún pero este es un avance cortito de lo que sigue, es para apaciguarles las bestias un poco y tambien para darles mis disculpas porque no habia continuado hace tiempo emot024 emot024 emot024 emot024 emot024
-Perdóname, pequeña, pero ya no puedo resistirlo_le mordisqueó el cuello y luego la oreja con sensualidad y persuasión _ té deseo. Aquí mismo y ahora.
Por un momento a Skyler se le olvidó respirar. Era la primera vez desde que Dimitri la reclamó que se comportaba de ésta manera tan…..directa, arrebatadora era la palabra correcta y lo más extraño era que le estaba gustando, más de lo que debería.
Entonces percibió su necesidad de pensar tranquila por un instante, meditar las cosas con calma, pero las manos de él acariciándole los pechos y sus labios recorriéndole la garganta no le estaban ayudando.
Dimitri no hacia otra cosa que calentar su sangre, igualando el ardor con el de él. Le estaba arrastrando hacia la neblina roja de la pasión y la lujuria, sin manera de detenerse o mirar atrás. No había escapatoria.
Las imágenes eróticas comenzaron a rondar por su cabeza igual que una película. Sabía que era él quién le estaba haciendo eso. Le quería sumisa, apasionada y completamente deseosa de él, de su cuerpo, por ésa razón borraba todo pensamiento cuerdo que le quedara para anclarse a la realidad.
Skyler colocó sus manos sobre las de Dimitri que aún continuaban sobre sus pechos.
-Dimitri…..mis desmayos….
Él ni siquiera se tomó el trabajo de pensar en lo que ella le acababa de decir. Estaba demasiado excitado como para detenerse ahora. Los puentes tras él habían sido quemados y ahora no tenía más opción que avanzar hacia el adelante.
Con un pensamiento se deshizo de la suave tela que cubría el delicioso cuerpo de Skyler y que le impedía tocar su piel de seda.
-Dimitri…_jadeó ella
Dimitri le dio la vuelta para tenerla de frente. Necesitaba, quería mirarle directo a sus ojos. Sus bellos ojos grises en los que se perdía siempre cuándo los observaba con atención. Nunca se cansaría de la manera en como ella le miraba. Inocente y dulce, pasional y deseosa. Una combinación que le dejaban literalmente sin aliento, al igual que ahora.
-No pienses en tus desmayos_sus manos fueron gentiles mientras acariciaba la suave piel de su espalda, apaciguando sus temores _ Francesca estaba en lo cierto, pequeña. Perdóname, pero ésta es la única manera en que podré ayudarte.
-Pero….y tú…
-Ahora que estoy consciente de que te sucederá y del porqué, no me darás ningún susto como la primera vez en que te desmayaste, pequeña _le aseguró él, sabiendo lo que quería decirle y luego comenzó a inclinarla hacia atrás, recostándola sobre los pétalos amontonados justo frente a sus ojos.
Skyler le estudió a través de sus largas y negras pestañas. Su mirada era de hambre, pero de un hambre que no se relacionaba con la palabra “comer”, y que sabía que solo ella saciaría, ahora y siempre. Podía oler su excitación saliendo de los poros de su piel, el aroma salvaje y masculino que lograron hacerla ruborizar. Le estaba necesitando, le deseaba, su mente estaba abierta para ella y lo veía todo. Dimitri no quería nada más, solo a ella, a su cuerpo y ella se encontró deseando lo mismo.
Con un suspiro de resignación, Skyler estiró los brazos y rodeó el cuello de Dimitri atrayéndolo hacia ella. Esto no era deseo, era necesidad, una necesidad poderosa y urgente, tanto que llegaba a doler.
Dimitri sonrió ligeramente antes de pegar sus labios con los de ella. Dejó que la emoción que sentía fluyera sin trabas, genuino y fuerte. Su lengua le recorrió sus suaves labios y los dientes una y otra vez.
De vez en cuándo Skyler dejaba escapar algunos sonidos entusiastas que se ahogaban en la húmeda cavidad de su boca y que lo único que le hacían era inflamarle aún más.
Las manos de él seguían el contorno de su figura para luego acariciar nuevamente la blanca prominencia de sus pechos altos y firmes. Era hermosa en todo sentido de la palabra. Jamás tendría suficiente de ella, de tomar su cuerpo, de darle placer, de hacerle el amor.
Un suave gruñido se escapó de su garganta ante sus propios pensamientos. La bestia en su interior comenzaba a retroceder. Por cada toque, cada beso, ésta parecía volverse más débil.
Skyler gimió cuándo sintió la boca de él recorriendo su cuello de manera hambrienta, sensual. Su cuerpo se arqueó hacia él de manera incitante y provocativa. Ladeó la cabeza para darle más libertad mientras sus uñas se clavaban sobre los músculos de su espalda. Se sentía tan duro y caliente, casi como un hierro al rojo vivo.
Su masculinidad y poder eran uno de sus atributos que más le excitaban. Adoraba mirar su cuerpo. Saber que era suyo, que en cualquier momento podía estirar los dedos y tocarle cuál sacerdote que es el único que tiene el derecho de tocar la estatua de un dios.
Le agradaba su mirada profunda, su ansiedad, su hambre por ella, su deseo, pero por sobretodo sus ardientes y fríos ojos azules. Nadie debería tenerlos, eran una amenaza para cualquiera que osara observarlos, la trampa perfecta para una mujer. La trampa con la que él le había capturado para siempre.
Sus dedos se enredaron en su sedoso cabello negro azabache mientras sus los labios de él bajaron con toda la intención por su vientre, acariciando como suave terciopelo los huesos de sus caderas. Sintió entonces la humedad que comenzaba a formarse entre sus piernas junto con la incitadora palpitación que le pedía a él en concreto en su interior.
Les quiero, gracias por esperar emot036 emot036 emot036