A petición de Yissel, ahí va un pedacito de Dark Predator. Es un recuerdo de Zacarias que Margarita encuentra.
No se si me van a regañar por ponerlo, por eso solo pongo este y no está completo, he cortado trocitos de batalla.
Si no me tiran de las orejas, os pongo alguno mas.
emot031
Los hermanos de Zacarías se encontraban agazapados entre las rocas, el shock en sus caras. Riordan era poco más que un bebé recién nacido, pero no había nada joven en su consciencia o intelecto. Él miraba con el mismo shock y horror al vampiro que se aproximaba a su hermano más mayor. Sobre ellos, oscuras nubes de tormenta se agitaban en el cielo, casi cegando todas las estrellas, pero la luna llena brillaba sangrienta, justo a través de las altísimas y turbulentas nubes.
- Diseminaos, detrás de él. Cuando os diga corred, iros de aquí y no miréis atrás, -ordenó Zacarías-. Tú eres el responsable de Riordan, Manolito. Corre con él. Protege a Nicolás y Rafael. Todos vosotros, salid de aquí.
- Te ayudaremos, -dijo Rafael, su voz temblorosa.
- No puedes hacer esto solo, -dijo Nicolás, la tristeza goteando de cada palabra.
- Corre, Zacarías. Corre con nosotros. –Suplicó Manolito.
Zacarías escuchó sus protestas, pero cuando él daba una orden, ellos sabían obedecer. Su madre yacía muerta, su cuerpo destrozado y ensangrentado, aplastado contra las rocas. No había tiempo para llorarla o recordarla en vida. Su padre había llegado demasiado tarde para salvarla, pero el vampiro que había perpetrado su muerte, yacía en pedazos junto a ella, el cuerpo literalmente desgarrado en tiras. El profundo salvajismo mostrado en la matanza debería haber advertido a Zacarías antes de que su padre se girara a enfrentarlos, pero aun así, los dientes afilados y los rojos ojos de loco fueron un shock.
(....)
Mirad hacia otro lado, -ordenó a sus hermanos-. Todos vosotros, mirad hacia otro lado. ¡No miréis esto! Nicolás cubre los ojos de Riordan. No seáis testigos de esto.
Con el corazón en la garganta, con lágrimas agujereando su alma, cambió, asumiendo su forma física como un borrón, hundiendo su puño en el pecho de su padre, usando cada onza de fuerza que poseía. Permaneció pie con pie, mirando a su padre directamente a los ojos mientras se abría paso entre hueso y músculo, atrapando el palpitante órgano. Su padre desgarró su carne, arrancándole grandes trozos de piel y músculo, pero Zacarías se aisló de todo sentimiento de dolor y toda emoción, de manera que pudiera salvar a sus hermanos y el honor de su familia.
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Su padre le agarró por el antebrazo, mirándolo con ojos sorprendidos y llenos de sangre.
- Hijo, - murmuró. – Mi hijo.
Un grito silencioso lo llenó. Tomó cada onza del coraje que poseía no poner los brazos alrededor de ese cuerpo desgarrado y abrazar a su padre contra él. Zacarías miró como el hombre al que más amaba en el mundo se tambaleaba y caía, primero de rodillas frente a él y después de bruces en el barro. Dio un paso atrás y llamó al relámpago del cielo.
(....)
Zacarías se dobló, incapaz de bloquear el insoportable dolor, una reacción puramente física que ya no podía controlar. Su grito de negación se arrancó de su vientre atravesando el corazón para romper los vasos sanguíneos de la garganta. No sentía sus heridas, algunas hasta el hueso, o el ácido dejado por la sangre del vampiro quemando a través de su piel, solo la agonía de la muerte de sus padres, de la matanza a la que se había visto obligado por la fortuna, el destino. De la pérdida de la inocencia, de verse impulsado hacia un papel para el que había nacido pero que no quería. No quería encarar nunca más el conocimiento de que toda esa oscuridad lo consumía…permanecía dentro de él.
- Zacarías. –Nicolás estaba allí, deslizando un brazo alrededor suyo, tratando de alejarlo lejos de la escena de muerte.
Zacarías se apartó de él, temeroso de manchar a su hermano con las sombras que eran ahora una parte sólida de él. Con tristeza, incineró los cuerpos de su padre y madre y del vampiro, antes de prestar atención al ácido de su piel.
Se dio la vuelta para estudiar las caras pálidas de sus hermanos.
- Ninguno de vosotros volverá a pensar en esto de nuevo. No deshonraréis a vuestro padre o mi con este recuerdo, ¿lo habéis entendido? Nunca más. No pensareis en esto o hablareis de ello de nuevo. Llorad ahora, porque cuando nos vayamos de aquí, está acabado. Terminado. Decidme que lo entendéis. Cada uno de vosotros. Decidlo. Juradlo por la vida de vuestra madre.
Cada uno de sus hermanos juró ante él que obedecerían sus deseos y reafirmaron su alianza con él. Solo entonces los dejó para permitirles llorar mientras él se alejaba, hundiéndose en la tierra y llorando por última vez en unos mil años.