De las escenas descartadas de la Feehan, estas son las que mas amo de todas emot037 emot037 emot037 emot037 y la odio a ella por sacarlas :emot001: :emot001: :emot001: :emot001: :emot001: :emot001:
Celebracion Oscura
Skyler echó un vistazo a través de la habitación y encontró unos ardientes ojos del color del hielo. Su corazón revoloteó en respuesta. Quiso apartar la mirada, pero sólo podía permanecer quieta, hipnotizada, sintiendo el calor de su mirada, y viendo cruda hambre en las profundidades de sus ojos. Recobró el aliento en su garganta y su mano fue al colgante oculto bajo su blusa. Lo sacó, rodeando con los dedos el pequeño lobo de ojos azules, sosteniéndolo en la palma de la mano. Inmediatamente se puso caliente, y para su asombro, sintió unos labios presionar el centro exacto de su palma.
No podía abrir la mano o apartar la mirada. Sólo podía mirar indefensa como el hombre se levantaba con gracia del taburete y cruzaba la habitación hacia ella. Él se movía sin prisa, los músculos tensándose, fluido y elegante, cada línea de su cuerpo exudando poder. Su largo pelo negro apartado de la cara, acentuando los rasgos tallados, la mandíbula fuerte, masculina. La mirada de ella se desplazó a su boca y luego volvió a sus gélidos ojos. Por todas las partes en que sus ojos de color extraño la tocaron, su piel se caldeó.
Dimitri le ofreció su mano. -Un baile, pequeña. Nada más. Tendrá que durarme mucho tiempo.
Ella podría ver la triste soledad en sus ojos, pero su cara era una máscara inexpresiva. Vaciló, queriendo darle ése regalo. Era Navidad, después de todo, y él no estaba pidiéndole mucho. -Tengo problemas para tocar a la gente-, admitió ella. -Puedo sentir sus emociones y conocer sus pensamientos. Es incómodo.
-Curé tus manos antes, Skyler, y no tuviste ningún problema. Puedo bloquearte sin mucho esfuerzo y eso resolverá el problema.
Él le tendió la mano, la palma hacia arriba, simplemente esperándola. Su irresistible mirada nunca se apartó de ella. Ella dio un paso más cerca del calor de su cuerpo. A su alrededor, la gente se apiñaba, pero ella era ajena a todo menos a él.
Sujetando el colgante como si fuera un hechizo capaz de romper la magia -un talismán sagrado- su pulgar acarició la cabeza del lobo, deslizándose sobre la peluda cabeza para acariciar los ojos azules. Los zafiros eran exquisitos, impecables y diminutos, un raro hallazgo hecho por un verdadero tallador siglos antes, como el colgante mismo. Ella sintió su poder -su protección- de todo excepto de ese hombre.
Sus dedos tocaron los de él. El calor subió por su brazo, arremolinándose en la boca de su estómago y se extendido por su cuerpo hasta que se caldeó vergonzosamente. Antes de que pudiera retirar la mano, los dedos de él se cerraron sobre los suyos y con una ternura que le robó el aliento, la atrajo contra él y acercó su cuerpo rozando el suyo. Él se sintió caliente. Duro. Seguro. Peligroso. Todo mezclado en su interior.
Skyler tragó con fuerza y se movió con él, su corazón latiendo tan ruidoso que atronaba en sus oídos.
-Relájate-, él respiró la palabra en su oído, su aliento provocando sus sentidos, sus labios deslizándose por el lóbulo de la oreja. -No te seduzco, pequeña, sólo bailo contigo.
Pero él podría seducirla. Ella lo reconoció en el momento en que estuvo en sus brazos. Su cuerpo ya no le pertenecía. Sus brazos se sentían como un refugio, sin embargo su cuerpo reaccionaba con urgente necesidad. Era imposible controlar su respuesta a él. A pesar de todas sus protestas, a pesar de todos sus miedos, comprendió que ese hombre controlaba más que su propio destino -controlaba el de ella. Si él hiciera más que tratarla con cuidado -como hacía- podría estar perdida, tragada por la atracción magnética de los compañeros, la necesidad de estar con él sin importar lo que ella sintiera -sin importar el coste personal. No tendría necesidad de amarlo, pero tendría que estar con él.
Las lágrimas manaron. Él deslizó los dedos en su pelo, le presionó la cabeza hacia él, de modo que su reacción estuviera escudada por su pecho, de modo que las lágrimas cayeran sobre su camisa en lugar de resbalar por su cara.
No nos he atado. Su voz terciopelo suave susurrado en su mente. Estás a salvo de mí, Skyler.
Ella negó con la cabeza. ¿Cómo podría estar a salvo? ¿Cómo podría vivir sabiendo que él sufría debido a sus insuficiencias? Dimitri vivía en un mundo de violencia y era realmente un hombre peligroso, sin embargo con ella, era muy tierno y amable. Pero no era real. Bajo la capa de civilización, ella vislumbraba un hombre que la asustaba, tan seguro en un mundo donde la supervivencia realmente era del más fuerte. En un mundo de matar o morir él estaba cómodo -y ella nunca podría estarlo.
Olvida el futuro y el pasado. Vive conmigo ahora -en este momento.
La tentación se filtró en su mente - su corazón. Dimitri la movió en sus brazos, sosteniéndola con mucho cuidado, su cuerpo conduciéndola con un ritmo elegante. Ella respiró y se dejó llevar, se permitió hundirse en él, en su calor y su cuidado.
Simplemente no puedo no amar y estar loca por este hombre emot036 emot036 emot036 emot036
Maldicion Oscura
El guerrero de la sombra se dio la vuelta, la espada destelló, cortando directamente hacia la garganta de Vikirnoff. El se agachó y la paró, las chispas llovieron mientras los bordes de metal chocaban con enorme fuerza.
-¿Te diviertes, cariño? –Gritó Natalya-. Pareces un poco lento. Tienes a un trío acercándose por tu derecha. –Cruzó los brazos y dio golpecitos con el pie mientras tres guerreros más se apresuraban al combate.
Vikirnoff se enderezó, saltando en el aire, pateando a uno.
-Que guay, tesoro, estoy tan impresionada con ese movimiento. ¡Muy a lo Jackie Chan! –Se abanicó-. Mi corazoncito está revoloteando.
-Bueno, ya lo he entendido, ven aquí y ayúdame. -Virkinoff le frunció el ceño por encima del hombro, esquivó otra espada que venía hacia él, girando para llevarlo hacia las filas de guerreros de humo, sus movimientos los alejaban de su compañera.
Natalya se agarró el costado y aleteó las pestañas.
-Creo que estoy ovulando y este es el momento óptimo. ¿Podemos conseguir un tiempo muerto para que puedas hacer guarradas y darme un niño?
Uno de los guerreros de sombra se dirigió con fuerza contra Vikirnoff. El Cárpato se elevó corriendo por la pared de hielo, saltó al aire y atravesó con la espada el pecho del guerrero. Eso debería decapitado a su adversario, pero como el guerrero de sombra ya estaba muerto, la hoja cortó por el aire.
Natalya aplaudió.
-¡Oye! Si fueras más bajo y verde, te podríamos llamar Yoda. ¿No le enseñó él ese movimiento a Luke Skywalker?
-Natalya –replicó Vikirnoff entre los dientes apretados-. No eres graciosa. Tengo cinco de esos guerreros viniendo a por mí y tú sólo te quedas ahí parada.
-Pero parezco bonita. Tienes que admitir que tengo buen aspecto aquí parada. Y te estoy vitoreando, cariño. –Unos pompones aparecieron en sus manos y de repente estuvo llevando una faldita. Hizo una pequeña demostración para él-. Vamos Vik, vamos, destruye a esos chicos malos.
Ella dejó de moverse cuando uno de los guerreros de sombra giró la cabeza hacia ella. El movimiento siempre les atraía.
Vikirnoff luchó entre las filas hasta que colocó su cuerpo entre su compañera y los guerreros. Su espada destelló dentro y fuera cuando giró elegantemente, cayendo, levantándose y manteniendo un movimiento giratorio que hacía imposible anticiparlo.
-¡Deja de bromear!
-¿Vas a ir ante el concilio de los guerreros a decirles que crees que a las mujeres se les debería permitir luchar? Porque parece como si pudieras necesitar un poco de ayuda. Pero puedo quedarme aquí parada trenzándome el pelo si prefieres que no participe.
¡O jelä peje terád, que el sol te queme, Natalya!
Ella levantó una ceja.
-¿Acabas de maldecirme? Yo sólo sigo los deseos de mi hombre. –Le fulminó con la mirada-. Como Donna Reed.
-Que el sol abrase al consejo de guerreros. Y que el sol queme a Donna Reed también.
-Eso tan no es agradable cuando Donna Reed es tu chica de ensueño.
-La princesa guerrera es mi chica favorita y mejor que ponga su espectacular trasero en marcha. -Vikirnoff paró dos espadas que venían hacia él, giró y la parte plana de la espada le cruzó el hombro.
Le tambaleó, pero siguió moviéndose rápidamente, agachándose y deslizándose entre las filas de guerreros para quitarse de en medio.
Natalya se estremeció, dio dos pasos hacia Vikirnoff y luego se forzó a parar.
-Parece que eso ha dolido. Te ayudaría, pero sabes que me estropearía el esmalte de uñas. Es tan bonito y rosa.
-Voy a zurrarte cuando salgo de esto.
-No estoy segura de que vayas a salir de esto sin alguna ayuda, pero desafortunadamente para ti, creo que estoy ovulando en este momento. Nosotras las mujeres tenemos que quedarnos en casa y ser embarazadas.
-¿Qué me va a costar?
-Cambiar tu posición sobre las mujeres que luchan, oh dictador poderoso. -Pero ella ya estaba levantando los brazos al aire, preparada para asumir el mando de los guerreros de sombra. Porque no iba a permitir que mataran a su hombre, aunque fuera un idiota.
Oírme ahora, oscuros, grandes guerreros arrancados de vuestros lugares de descanso, mientras llamo a la tierra, al viento, al fuego, al agua y al espíritu.
Esperó a que los guerreros semitransparentes pararan y bajaran las espadas, pero ellos continuaron luchando con Vikirnoff.
-Humo sagrado, Batman, no me están escuchando. -Natalya sacó su espada y saltó al combate, espalda contra espalda con Vikirnoff-. Ya no tengo sangre de mago. Estamos en un problema pequeño aquí.
Vikirnoff la fulminó por encima del hombro.
-¿Tú crees?
Sin comentarios de esta ultima sencillamente soberbia :emot002: :emot002: :emot002: :emot002: :emot002: