aki va otra
Había matado demasiadas veces, inflingido sus leyes. Sin sentir remordimientos. Sin sentir nada en absoluto. Era tan compasiva. Tan joven. Tan llena de belleza y vida. Enterró la cara contra su cuello.
- Debes alimentarte, pequeña. - Se recordó con voz neutra.
El estómago de ella se revolvió. Había estado con él, en su mente, cuando se había alimentado del reportero. La sangre era una necesidad; lo aceptaba. Incluso aceptaba que *** tenía que morir para preservar su raza. Pero no quería su sangre. Su lengua tocó el labio inferior cuidadosamente, su corazón latió. Muy cuidadosamente, se movió, e inmediatamente sintió la dureza del suelo de mármol. No lo había notado antes; de hecho, eso hacía reforzado el acto de hacer el amor, permitiendo a Gregori entrar más profundamente en ella. Ahora se sentía magullada y dolorida, sus caderas dolían.
- Esto es incómodo, ***. - Aventuró.
a ver, a ver...