pues ahi les va
—Lo que importa es que tú sabes que intenté cortejarte a la manera de los tuyos.—Cerró los ojos, esta vez ardiendo de necesidad.
—Creo que has hecho un trabajo admirable —dijo ella, y se frotó contra él,
como lo haría un gato, piel con piel.
Cuando él deslizó la boca sobre su cuello, dejó una huella de fuego, de vibrantes
llamas. Con los dientes, rascó una y otra vez, los brazos endurecidos y posesivos. Su
cuerpo revivía en contacto con ella, duro y grueso y lleno de vida, de energía y apetito.
Se correspondía con el hambre que hervía en sus venas. Con la boca, reanudó su
incursión, una, dos veces, hasta hipnotizarla.