acá va.. y largo cosa de que sea fácil!
Volvió a ella, una vez más con toda su fuerza. Y su fuerza era enorme. Tendría que ser gentil con ella. Si es que quedaba algo de gentileza en él, si alguna vez había habido algo de gentileza en él, tenía intención de utilizarla con ***********. Si alguien se lo merecía, era ella.
Se sentó al borde de su cama, retirando la orden de permanecer dormida, y la cogió entre sus brazos.
– Soy tu compañero, jovencita. No tienes ni idea de lo que eso significa, y no eres Cárpato, así que espero cierta cantidad de resistencia por tu parte. – *********** frotó la barbilla contra la coronilla de su cabeza. – Te prometo que seré tan amable y paciente como pueda, pero no puedo esperar mucho por ti. Las emociones que estoy sintiendo no refrenan a la bestia de mi interior.
Las pestañas de *********** se agitaron y abrieron. Se sentía confusa, adormecida, como si estuviera soñando. La voz consoladora que había oído era tan hermosa y familiar. Mantenía los demonios a raya y le permitía sentir una cierta seguridad.
–¿Quién eres? ¿Te conozco?
– Tu mente me conoce. Tu corazón y tu alma me reconocen. – Con el pulgar acariciaba tiernamente la perfecta línea de su mejilla sólo porque adoraba la sensación de su piel. – Debo unirnos, ***********, no tengo elección. Sería peligroso esperar. Lamento no poder darte más tiempo.
– No entiendo. – Ella alzaba la mirada a sus ojos negros y debería haber sentido miedo de lo que veía allí. La estaba mirando posesivamente, algo que ningún hombre se había atrevido nunca a hacer. *********** no provocaba tales sentimientos en los hombres. Aunque por alguna extraña razón, este peligroso desconocido la hacía sentirse protegida. Deseada.
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