Autor Tema: Nádia Kygiarkos “Άγγελος των μαύρων φτερών“ Actualizado 22/04/11  (Leído 2072 veces)

NádiaEirenye

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Capítulo 10



Valeska subió las escaleras hacia el piso de arriba, directamente entró en la habitación de Nádia ya que la puerta estaba abierta encontrándose con una escena que tendría que borrar para siempre de su cerebro.
La puerta del baño estaba abierta dejando ver dentro del cubículo de la ducha, dos siluetas medianamente ocultas por el vapor de la misma que empezaba a disiparse.
— Oh Dios! Oh Dios! Oh Dios! Oh Dios! — repitió dando la espalda hacia la escena. Sintió como la sangre se le subía por el rostro, estaba colorada.
Un singular sonido de succión se extinguió de repente.
— Valeeeeeeeeska!!!!! Mierda jodeeer!!! Cierra la puerta!!!


Salvada por la campana o mejor decir por una histérica joven con una letanía de “Oh Dios”. Me había pasado y lo sabía.
Mierda!!! Me sentía traicionada por mi misma, por haber cedido tan fácilmente a la maldita tentación. Y hay que decir que Kyle tampoco había ayudado mucho a resistirme más bien me había llevado al límite.


Los tres partimos hacia Hallie, nos destellé a los tres en el vestíbulo principal. El castillo parecía un cuento de terror, vacío y lleno de ecos extraños, fantasmas caminaba de aquí para allá hablando.
— Uhhg!!! — susurró Valeska simulando un escalofrío. — Dios!!! Agradezco no tener que venir aquí sola. No, es que solo hoy tendré traumas para toda la vida.
La mira de reojo que le eché hizo que levantará las manos en señal de rendición.
— Ya te dije que olvidarás lo del baño. Si no puedes déjame que ya haré que lo olvides, puedo fácilmente borrarlo de tu cerebro.
— Para que me quede lela? Ni hablar, prefiero el trauma.

Kyle se reía como si estuviera en una comedia. Fui directa a la sala de reuniones, subiendo las escaleras en el primer piso del lado derecho, le indique donde podrían sentarse Vale y Kyle al final de la mesa a mi lado en la cabeza inferior, más cerca de la puerta.
Con un gesto de la mano abrí las cortinas de lo enormes ventanales, hoy estaba deseosa de luz, además los abrí porque hacia un calor horrible. Ame se destelló 2 minutos después con un semblante serio.
— Que pasa? — le pregunté.
— No nada.
— Ya — conteste escueta pero preferí no insistir, en todo caso los problemas de ella eran suyos.— Bueno los destello.

Instantes después 6 ángeles estaban sentados en su respectivas sillas, uno que otro en situación vergonzosa.
— Mierda!! —. Kyle pegó un salto en la silla.
— Jodeer!! Casi me pillan desnudo. — gruñó Ethan que iba envuelto en una minúscula toalla negra.
— Ojalá…— suspiro Valeska, quién los miraba con unos ojos iluminados.
La miré levantando una ceja, no era común en ella esa reacción y esa cara tan… tan hechizada.
— Esos son tu gente? — preguntó Kyle.
— Bueno, básicamente si.
— Jooo sensei quien iba a decir que tenias un harén lleno de dioses del sexo —.Valeska tenia el mentón apoyado en la mano y suspiraba en cuanto los miraba analizando las bellezas masculinas.
— Ya quisiéramos ser un harén — refunfuñó Erik. — Al menos tendríamos algo de acción.
Mire al pálido rostro del ángel, quien tenia una belleza vikinga aunque se había cortado el cabello, no tanto como los demás pero lo tenia mucho más corto.
— Que mierda le ha pasado a vuestro pelo?
— Bueno eso… — Cletos fue quien contestó. — Ya sabes es una señal de libertad.
— Así que no era estrictamente necesario que viniera a pediros que salgáis a luchar. Habéis decidido hacerlo ya?
— Pues si tenemos la confirmación de que no nos pillará vuestro abuelo, lo haremos. Ya salimos a reconocer el terreno que nos asignó la general así que, en mi nombre digo que si.
— Gracias Ethan.
— Naah cuando siempre estas encerrado, es difícil de adaptarse a la libertad. Pero Lin lleva un mes saliendo y nos confirmó que es seguro.
— Gracias Linny—. Sonreí con sinceridad a Linnyker quien estaba a dos sillas de Kyle, un incomodo silencio se cernió sobre la sala.— Que pasa?
— No… tsk… no hagas eso jefa — dijo Ian con una mueca, luciendo inquieto.
— El que?
— Sonreír de esa forma.
— Anda que unos dice que no gruña, otros que no sonría. Que le ha pasado a la gente? Se han tragado sus sentimientos? — gruñí.
Ame estalló en carcajadas.
— Chicos ella realmente no sabe el efecto que tiene eso.
— Yo sí — murmuró Kyle apretándome ligeramente el muslo por debajo de la mesa.
— Y tu quien eres? — inquirió Linnyker con una cara de pocos amigos.
Era extraño verlo reaccionar de esa forma dado que siempre era silencioso y casi nunca participaba en las reuniones.
— Es el culpable de que tenga esa estúpida sonrisa en al cara.
— Quién tiene algo estúpido? — pregunté a Valeska con la voz llena de promesas sangrientas y dolorosas.
— Nadie. Yo no he dicho nada.
— Pongámonos serios si, que no he venido hablar de mi vida sexual mucho menos de mi vida amorosa. Es más no he venido a hablar de mi en absoluto.
— Bien, ya he distribuido las zonas. Y deberéis ir con cuidado hasta que descubramos que se cuece Panos.
— Anda que a dirigirse así al rey, que atrevimiento. — Cletos jadeó indignado.
— Aquí no hay reyes, Cletos. Solo hay una cadena alimenticia en la que el campo salvaje es el mundo, y yo estoy en unos de los puntos altos de ella. Así sigue portándote como fueras mejor que los demás por ser noble y toda esa mierda y te enseñare del modo mas rápido, el como se vive en esa jungla.

Hice una pausa y el miré a los ojos pero el rubio seguía teniendo esa actitud altiva hacia los demás, idiota. Se nota que fue creado entre paños de seda en cuanto los demás sobrevivían, es un milagro que lo aceptaran en el ejercito.

— Bueno Ame como asignaste las zonas?
— Por habilidades y flujo de seres.
— Así que ya estáis al tanto de que mi padre ha movido ficha también, tened cuidado ya que no sabemos si la sangre de los demonios os afectará de alguna forma. Ya tenéis toda la información sobre los seres que hay por el mundo y el peligro que corren los humanos siendo tachados únicamente de comida, tenéis la libertad de decidir si los ayudareis o no.
— No nos quedaremos a ver como el destino de la gente cambia porque los dioses decidieron jugar con sus vidas — expresó Tyron.
Moví la cabeza en señal de asentimiento. El moreno y robusto ángel se había, como los demás, cortado las finas trenzas que le llegaba a la cintura. Ahora lucia un peinado completamente rapado.
— Bueno no sé si os habíais dado cuenta pero después que os apareció el tatuaje como el mío podréis destellaros a voluntad, no sé a que se debe pero es una ventaja en todo caso. El mismo tatuaje influye de llave para que podáis venir hasta aquí.


Continuará...


marodi80

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NádiaEirenye

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El restante del capítulo emot035



El día siguió como siempre sin espacio a nada, tiempo libre es algo que no existía en mi vocabulario. Al final entre entrenar un poco con los chicos, aseguré una habitación amueblada, confortable y lo más importante segura para Valeska. En la ultima planta en el desván, una de los tres enormes cuartos que había, la verdad es que nos divertimos pensando donde poner cada cosa y luego de comprar que no podía desaparecer las cosas de la tienda así como así. Cuando nos dimos cuenta ya había anochecido, tendría que volver a mi vida solitaria y sangrienta.
Me recosté en la hierba, mire como el cielo pasaba de un tono magenta a azul oscuro, moteado de infinidad de estrellas, era por visiones como aquellas que adoraba estar en Hallie, era un lugar pacífico en mitad de la nada… literalmente. Los recuerdos que habían en ese lugar eran incontables, los días de soledad… los días que la soledad fue apartada por una pequeña alma alegre y luego por montones de ellas. En el fondo de mi corazón me sentía como una abuela a la que saca una sonrisa ver como su casa se llenó de gente.
Sentí como alguien se recostaba a mi lado, el olor a almizcle y menta llegó a mi nariz.
Linnyker.
Habíamos conectado a un grado diferente, mismo pasando poco tiempo juntos era el único que se acercaba a mi por voluntad propia. Sin estar forzado por una obligación o por necesidad de algo, así había sido en las veces que venia hasta la isla, simplemente se acercaba y se quedaba a mi lado sin decir una palabra.
— Adoro este lugar…— dije cerrando los ojos y respirando profundamente. — Cuando vi esta isla en mitad del atlántico lo primero imaginé fue que parecía un pensamiento en mitad del mar, como una exhalación.
— Por eso le pusiste Hallie — Habló con ese tono de voz suyo tan bajo y profundo. Como si acabara de tomarse un trago de whisky y la voz que le hubiera quedado ronca.
— Sip. Eso es Hallie, un pensamiento del mar. En aquellos tiempos siempre había muchas guerras y en Grecia más, encontrar un lugar tan pacífico fue como una señal así que aterricé en este mismo prado y miré como la vegetación salvaje cubría toda la tierra. Decidí que este seria el lugar que llamaría mío.
— Conoces todo el lugar entonces.
— Si porque? — pregunté apoyando los codos en el suelo para poner mirarle.
Estaba echado con los brazos cruzados por debajo de la cabeza a unos 60 centímetros de mi, con unos pantalones vaqueros desgastados y un jersey de beige de cuello en V.
— Nada que encontré una gruta al noroeste, había una entrada en la pared del acantilado. Por dentro es precioso y hay una especie de altar o algo parecido.
Sentí como mi sangre se helaba y toda mi alegría se esfumaba.
— No vuelvas a ir allí!!! Te prohíbo que vayas allá!!! No vuelvas a entrar en aquel lugar!!!
El ángel tenia los ojos desorbitados ante mi ataque histérico, me di cuenta que me había acercado a él y lo tenia agarrado de los hombros mientras lo zarandeaba. Linnyker simplemente asintió acatando, así era él sin preguntas sin protestas.
Me alejé de un salto y volví caminando muy deprisa en el inicio luego eché a correr hacia el castillo, podría sencillamente destellarme. Pero no podía pensar en nada más que en aquel sitio en el que solo iba una vez al año y lo que residía dentro de aquellas paredes de piedras y estalactitas. El dolor se extendía por mi pecho mientras corría cada vez más rápido como un acto reflejo salté, mis alas batieron por inercia con tanta violencia que alguna plumas negras se desprendieron.
Cuando aterricé en la alacena, ya me había calmado aparentemente aunque por dentro todavía estaba histérica de que alguno más entrará en aquel sitio, lo que tendría que averiguar es como logró Linnyker entrar allí dado que había tantas barreras que ni los fantasmas sabían de su existencia.
La visión que me recibió al llegar a los ventanales de la habitación de Valeska me dejo estupefacta. La menuda rubia estaba en la cama con Ethan, pero eso no era lo que me dejo con boca abierta si no lo que estaban haciendo…

Minutos después…

— Fue un accidente — dijo la rubia mientras jugaba con los dedos índices.
Las dos bajábamos las escaleras en cuanto le echaba la bronca por la pérdida de su cama QueenSize nuevecita.
— Y una mierda si tuvimos que ir a Nueva York dos veces por los muebles, y rompes las cama la primera noche. Y ni son las 8 todavía.
— Eso quieres decir que no podré dormir aquí hoy??
Solté un gruñido digno de una leona.
— Esta bien lo he entendido. Joo no eres divertida Nád, siempre estas gruñendo y matando cosas.
— Y quien te ha dicho que matar cosas no es divertido.
La chica me miro con los ojos entrecerrados como su buscara algo en mi rostro.
— Que haces??
— Nada busco la mascara y el letrero que diga: Jason, Viernes Trece —. Al decir los ultimo movió las manos como si extendiera un cartel y con la voz como en un anuncio siguió. — Las alas son un accidente de fabricación no se aceptan devoluciones.
— Te voy a matar — hablé en un tono serio aguantándome las ganas de reír.
— Ya estamos con el matar otra vez — dijo moviendo las manos con señal de exasperación.
No pude aguantarme más la risa y estallamos en carcajadas al pisar el vestíbulo. Era impresionante como en pocos minutos había logrado que olvidará completamente mi angustia.
— Que pasa? — pregunto Kyle.
— Nada que creo que Nád debe de tener un etiqueta que dice: Jason, Viernes Trece.
— Mm creo que le va más Freddy no?
— No te digo que Jason encaja perfectamente por lo de la motosierra y eso.

— Y Ethan? Donde está? — preguntó Ian al acercarse acompañado de Ame.
— Arriba en la habitación de Valeska, recogiendo los restos de la cama.
— Los restos…? De la cama? De Vale? — preguntó la general confundida.
— Anda no preguntes — contesté gesticulando con las manos.
Amelia le miró a la pequeña rubia quien tenia todo el aspecto de no haber roto un plato en su vida, hasta movió las pestañas con apariencia de niña inocente.
Tiempo después nos fuimos, Valeska decidió que era capaz de destellarse sola fuera de allí solo esperaba no se perdiera en algún lado y que fuera hacia otra época. Kyle y yo acabamos en una azotea en mitad de la cuidad, me dispuse a volver a destellar aunque estábamos relativamente cerca del Santuario cuando él me lo impidió cogiéndome del brazo.

— Espera quiero intentar algo — Lo miré inquisitiva.— No sé si puede soportarlo o si y lo hiciste alguna vez pero me gustaría volar contigo.

La sugerencia me tomo desprevenida, aunque ya lo había hecho otras veces la persona había estado inconsciente. Sin decir nada accedí, caminé hasta quedarme a sus espaldas pero él se dio la vuelta para encararme.
— No Kyle, si volamos así no podrás ver el paisaje.
— Si que lo veré — dijo mirándome a los ojos.
No dije nada no porque no quisiera sin no porque no podía, simplemente no fui capaz de negarle o quizás deshacer su ilusión que yo no era un paisaje tan digno de verse. Levanté vuelo en cuanto estuvimos a unos pocos metros él entrelazó sus piernas con las mías y enterró la cara en mi cuello, nuestro paseo duró poco más que diez minutos.
El silencio estaba cargado de tristeza como en un velatorio, pero ninguno de los dos necesitaba decir nada, todo estaba claro y no había vuelta atrás. Yo no pensaba redimirme en mi decisión, estaba haciendo lo correcto y lo sabía. Aunque eso no significaba que quisiera saber quién era la persona destinada a él hasta allí llegaba mi entereza.
Descendí hasta que nuestro pies tocaron el suelo, había aterrizado en un calle desierta cerca del Santuario pero Kyle seguía abrazándome. Poco a poco me deshice de encierro de sus brazos alejándolo unos centímetros, pude mirar a esos increíbles ojos verdes una vez más. No serian la ultima vez que le mirara pero si era la ultima vez que los vería con ese sentimiento, había tomado una decisión y esta vez seria definitiva.
Tomé su rostro entre mis manos, causando que él cerrara los ojos como si disfrutara de mi toque. Me acerqué y le di mi ultimo beso, fue sincero y delicado.
Al alejarme, otra vez miré a sus ojos.
— Sé feliz — pronuncié en un susurro. Luego deposite un beso en su frente mientras mis alas revoloteaban mantenidote elevada del suelo, preparadas para impulsarme hacia la noche otra vez. Sin tiempo a que protestará o reaccionará volé hacia la inmensidad oscura sin percatarme siquiera de que en las sombras unos ojos amarillos observaban la escena.


Xandoré rápidamente se trasformó en su forma animal, para seguir a su hermana… ¡bleegh!.Que asqueroso sonaba que una simple mujer tuviera más poder que él, las profecías le importaban mas bien poco.

El reino seria suyo y de nadie más, no había aguantado milenios junto al quejica y sicótico de su padre, para que de la nada una enana sarcástica viniera creyendo que podría manejarlo todo así sin más. El fin de su padre estaba cerca así que era cuestión de números, con Añangá fuera de combate solo quedaba eliminar la molesta de su tykera. La cual volaba a unos metros por delante suyo ignorante de lo cerca que estaba de la muerte.


Al cabo de 20 minutos de irme, me di cuenta de que me seguían. Lo raro es que como estaba volando mi persecutor seguramente estaría equipado con alas. No era un ángel de Ahptè, ya que lo hubiera sentido mismo antes que empezará a volar tras mío además estaba un poco despistada por no haberme dado cuenta enseguida de que alguien me seguía.

— Mierda…! — juré por lo bajo. Si me daba la vuelta a ver que tipo de animal/persona era se daría cuenta que lo había notado, acabando así con mi elemento sorpresa.

Mi teléfono empezó a sonar como loco en mi cinturón… la gaita acompañada por la guitarra de Shine Down… lo cogí antes de oír la voz de Sully. Era Valeska.

— Dime peque.

— Donde andas que no has llegado todavía? Hace media hora que llegué…— Hacia solo diez minutos. Se había destellado en mitad de Rumania primero luego para calmarse y destellarse en Nueva Orleáns.— No lo estaréis haciendo en un sitio publico como despedida ¿no? No, no me lo digas que ya tengo demasiada información.

Estallé en carcajadas, no era común en ella mentir de aquella forma aunque era comprensible. La sensación de dependencia no es agradable para nadie y poder valerse por si mismo era muy importante, eso también constató que ella si era capaz de manejarse bien, aunque la idea de que se alejará de mi no me hiciera gracia.

— No lo hicimos en un callejón oscuro si es eso que preguntas — contesté entres risas.
— Dale, cuanto tardas en llegar? Porque hay un mensaje en el contestador de una chica con la voz más calmada y apacible que he oído nunca.
— En unos minutos estoy…

Mi agradable conversación con mi compañera de casa se vio interrumpida por el ataque de algo grotesco, parecía una arpía que había hecho demasiado ejercicio. Un cuerpo… espléndido, si me permiten añadir… cubierto de plumas comprendidas entre los tonos marrón y beige, con pequeñas alas que batían a toda velocidad manteniéndolo estable y casi inmóvil en el aire. Ventaja de la cual yo no disponía ya que mis alas eran mucho mayores.

Su ataque fue inmediato sin darme tiempo a nada, sentí el dolor de la puñalada en mis costillas. Bajé la mirada para ver allí un puñal de un metal que no pude distinguir, sepultado hasta la empuñadura. Sentía como el sabor de oxido llenaba mi boca, me había perforado el pulmón me llevaría un buen tiempo recuperarme si es que lograba librarme de esa molestia horrenda.

Mi vista empezó a volverse desenfocada, mientras una mano que iba perdiendo las plumas metódicamente revelando una piel morena, empezaba a manosearme en cuello en busca de algo. El móvil resbaló de mi mano, alejando mi oportunidad de pedir ayuda.

— ¿Donde está el collar? — habló con una voz ronca con un tono frío y calmado. Esa voz no me era extraña…

Sentía mi cuerpo cada vez más pesado, me costaba respirar. Y me preguntaba una y otra como diantre había logrado ese ser llevarme a ese estado.

— Que collar? —. Mi boca se sentía como si estuviera llena de harina como se mi lengua pesara más de lo normal. Me costaba hablar… mis alas batían por pura inercia, como si supieran que dependía de ellas en ese momento.

— El collar que te puso el viejo cuando te secuestré. Una luna menguante hecha de cáscara de coco.

Intenté hablar pero en ese instante te me llenó la boca de sangre… si no reaccionaba rápido me quedaría realmente expuesta a que me hiciera lo que quisiera… tenia que quitarme el puñal. Pero toda mi concentración estaba en no caer en mitad de la calle desde más de 400 metros de altura, tenia que mantener mis alas trabajando.
Pero mi atacante actuando caballerosamente me agarró de los hombros para evitar mi inminente actuación de pájaro estrellado en la acera.

— Y el collar? Maldita sea!! — gritó mientras me zarandeaba haciendo que le escupiera sangre en el rostro cubierto de plumas.

Mi recuerdo vagó solo hacia el día que Victoria y las demás me habían sacado del Añaretà… había ido directa a Grecia… ¡Sí! Es verdad estaba tan turbada que no me di cuenta del collar hasta después de liberar a Ame. Lo había traído a Nueva Orleáns pero sin darle más importancia, estaba demasiado ocupada nadando en mi autodestrucción.

Negué con la cabeza en señal de ignorancia hacia lo que me hablaba… estaba cien por cien segura que era mi hermano, otra vez. Él se paró un instante respirando… como si se calmara.

Hijo de puta… eso respira cabrón… mientras me ahogo en mi propia sangre mal nacido… pensé. Hasta mis pensamiento se oían entrecortados.

— Te sientes mal verdad? — preguntó con una sonrisa en la cara, mientras admiraba mi estado como un artista a su obra.— Si es tal como pensé, si la estricnina y la bauxita le hacen daño a papá seguramente te harían daño a ti también.

Sonreía tan ampliamente que parecía todavía más feo, con aquellos dientes perfectos y blancos mientras su cara estaba cubierta de plumas.

Me pregunto si no se le meterá las plumas por la nariz o peor si esta cubierto de plumas en todo el cuerpo eso quiere decir que se le podía meter las plumas por lugares mucho más incómodos. Me eché a reír por culpa de mi imaginación hiperactiva llenándole la cara de sangre y babas.
Pero en que mierda estas pensando ahora… pensé mientras me daba una colleja mental.

Concluyendo que yo no llevaba encima el maldito collar además bastante enfadado por haberle escupido - aunque haya sido sin querer - en su cara. Tuvo la amabilidad de soltarme para que cayera en picado hacia la terraza de un edificio con un poco de suerte - no para eso mi esta claro - me daría con la cabeza en el borde de algún edificio antes de caer dando tumbos hasta el suelo. Al menos eso me ahorraría el presenciar y sentir el dolor de estamparme contra el pavimento, convirtiéndome en una linda y artística masa sanguinolenta sobre una acera de Nueva Orleáns. Si señor mi objetivo en la vida… ser una puta obra de arte.

Las luces de la ciudad de eran como unas borrosas líneas inestables, como cuando das vueltas sobre ti mismo de pequeño. En ese instante me di cuenta que iba bocabajo…¡Geniaaal!… Bungee Jump sin la cuerda eso si es vivir al extremo. Mientras caía y hacia monólogos sarcásticos, me di cuenta que quizás eso consiguiera mi objetivo…

Pero mi mente empezó a trabajar independientemente rebelándose ante mi pensamiento de lo más suicida, haciéndome recordar el rostro de aquellas mujeres que luchaban para sacarme de mi agujero autocompasivo… y aquél pequeño rostro con esos ojos verdes sonrientes que rogaba que no llorara mientras él perdía su vida.

Reaccionando instintivamente destellé para amenizar el impacto contra el suelo pero no me centré donde me destellaba, utilizando mi ultimo rastro de conciencia para hacerlo. Luego todo era oscuridad.





Bueno no tuve la oportunidad de explicarlo arriba lo hago ahora.

La estricnina que utiliza Xandoré es una variación de mismo arból de la que sacan la droga original en el sur de Asia, ese se dá en la zona centroeste de la selva amazonica y lo indios la usan en as puntas de las flechas. A diferencia de la droga manipulada, esos usan la savia lechosa que obtienen de la cortesa del árbol.


La Bauxita es un mineral descubierto en Francia compuesto mayormente por aluminio, al mezclarlo con otro metal más sólido le provee de oxido de aluminio lo que le dá a al pieza un tono mateado y (aunque me cueste admitirlo) rosado. Haciendo que el arma en questión esta ausente de brillo y se facilmente ocultable.

marodi80

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Otro Cap



Capítulo 11

Luego  de llegar a casa, después de haberse perdido destellándose en Rumania .El sonido de ascensor al abrir las puertas sacó a Valeska de su ensimismamiento, pero no pudo librarse de la sensación de que algo iba muy mal.

A las dos horas de haberla llamado sin ningún resultado, Valeska ya empezaba a desesperarse por la extraña desaparición de Nádia.
Hace más o menos una hora, la delicada chica de pelo negro como el ala de un cuervo y ojos azules pálidos había salido del ascensor exigiendo delicadamente ver a Nádia. La cual no había vuelto de su despedida con Kyle.

— Nena no creo que se haya perdido en la ciudad que tanto conoce.— La delicada voz le sacó de su pensamientos.
— Eso lo sé pero…

Un ruido en el piso de arriba cortó la frase a medio decir de Valeska, instantáneamente las dos mujeres fueron destelladas a la puerta de la habitación de Nádia, de la cual provenía el ruido. Valeska miró hacia la pequeña celta con una mirada interrogante.


Soy un Tuatha Dé, las apariencias engañan. Su melodiosa voz sonó firme y sombría en a cabeza de la joven rubia. Eileen Bridh era una visión calmante y delicada, pero ocultaba un poder tan grande cómo la carga de ser la reencarnación del rey muerto. Y con odio inconmensurable hacia a su progenitor irónicamente llamado “el buen dios” en el Lebor Gabála Erènn, lo único que tenia de bueno Dagda era fallar en su predisposición a intentar controlarla.

Los golpeteos seguían al otro lado de la puerta de ébano, como si alguien rebuscara a toda prisa. Abrieron la puerta despacio para encontrase a una abominación hurgando en las pertenencias de Nádia, era un especie de hombre pluma. Y no se refería un gay vestido de Versace rosa, si un hombre con la piel completamente cubierta de plumas marrones.


Estaba tan concentrado que ni se percató que la puerta se abría despacito, dejando lugar a dos enfadadas mujeres. O eso era lo que creían… como un buen animal sabia cuando no moverse, aprovechando que las dos hembras no había efectuado un ataque inminente sobre el, destelló el preciado objeto hacia un lugar seguro antes que fuera completamente paralizado con un fuerza invisible descomunal.
Instantes después estaba atado en lo que parecía ser un silla de pesas en una habitación con todas las paredes de vidrio, mirando a unos ojos negros como un túnel al infierno. Enmarcado por un rostro angelical tan joven que parecía una muñeca con su largo pelo rubio incluido. Pero en el momento que habló, la pregunta que salió de sus labios dictó que él no saldría muy bien parado de allí.

— Que le hiciste a Nádia?


El poder fluyó libremente cuando miró él que, sabia con seguridad era el medio hermano de Nádia. De repente fue capaz de mantenerlo inmóvil donde estaba con una facilidad apabullante, los destelló a ella misma y al ridículo intruso hacia el salón de gimnasia, atándolo a uno de los aparatos de pesas.

Valeska no era conciente de que su yo de siempre había huido a un rincón apartado y cerrado de su mente, lo único que sentía ella ahora era… nada. Completa y absolutamente nada, solo había su cerebro montando posibilidades y medios eficazmente dolorosos para descubrir lo que quería saber.

Solo eran ella y una fuente prolija de información, la cual más que necesitar se negaba a perder. Así simple y llano, si remordimientos ni sentimentalismos como una ley de guerra, si eres tan inútil para caer en las manos enemigas mereces morir por sus medios. Y si dada la casualidad que logra escaparse morirá por la propia mano de su superior a causa de la inutilidad de su existencia.

Unas singulares cadenas que parecían finas serpientes de acero brillante, que se retorcían solas dándose nudos y vueltas alrededor del prisionero. Las había convocado como una autómata, simplemente sabia que eran las mas seguras y multiusos, tenían un centímetro de diámetro con inscripciones grabadas en oro. El prisionero la miraba impasible como si hubiera sido entrenado para no demostrar debilidad mismo en una situación semejante, su horrible aspecto la asqueaba. Solo algo era más requerido que la belleza y ese era el poder, se negaba a creer que el ser fuese realmente así.

— Repito: Que le hiciste a la mujer? — preguntó muy de cerca analizando la disposición de aquella capa de pluma mientras se enroscaba en la mano una larga cadenas de las ya presente. Solo que esa contaba con un mango de oro, era relativamente un látigo de acero.

— Y que te hace pensar que diré alguna cosa? — dijo con sorna.

Valeska se acercó y deslizó la mano por su rostro emplumado, tomando una penacho entre los dedos, lo separó para enseguida arrancarlo de un tirón. Haciéndolo sisear entre dientes mientras una gota de sangre manaba del pequeño punto. La mujer con la cabeza alzada soltó una sinistra carcajada ante la contenida reacción de su juguete.

— Déjame ver tu rostro.

— No.

Todavía sonriendo, la pequeña mujer se inclinó hasta tener alineados con su ojos negros, los amarillos de Xandoré. Deslizando el dedo índice por su musculoso pecho apreciativa, por arte de magia donde tocaba su dedo un penacho se desprendía dejando una gota de sangre, los siseos de hombre después de 20 minutos gradualmente pasaron a gritos de dolor.

— Mmm, que lindo sonido es tu voz cuando gritas de dolor.— La irreconocible Valeska cerró los ojos como si disfrutará de una deliciosa melodía.— Y que tan ronca y sexy la tienes después.

— ¿Quién… eres… tu…?

— Tsk, tsk. A ver analicemos situaciones, tu estas atado y yo no, así que tienes que contestar mis preguntas aunque yo no tengo porque devolverte la cortesía. Pero me siento caritativa hoy así que te lo diré.

— Tupã nos libre de que te sientas egoísta algún día, por si esto es cuando eres caritativa… piedad habrá que pedirle.

Eso arrancó una sincera carcajada de Valeska.

— No digas esas cosas que alimentas mi ego, bien pues soy : Valeska, hija del odio y la guerra al servicio… de la humanidad.— hizo una pausa para sonreír con ironía.— Bueno esa es la otra, yo la verdad solo estoy a servicio de mi misma.

— Así que mi buena hermana mayor tiene una fruta podrida en su casa de buenos frutos. Porque haces esto?

— Así que ahora es tu buena hermana, hace rato cuando la atacaste… porque sé que lo hiciste, solo era un obstáculo entonces?

Ante el silencio de su prisionero, la mujer se alejó unos pasos extendiendo su látigo de metal a sus pies. Restallándolo arrancó las plumas que quedaban en su pecho desvelando un piel morena muy ensangrentada, el cautivo apretó los dientes evitando que se escapará ningún sonido de su garganta. La rubia repitió un par de veces el agitar del látigo, parando para recuperar la respiración mientras ejercitaba el hombro.

— La piel. Visible. Ahora.

Sin siquiera protestar este obedeció como si su cerebro estuviera acostumbrado a obedecer después de los latigazos, como si los hubiera recibido hasta aprenderlo sin oponerse. Gradualmente las plumas que todavía cubría todo lo demás exceptuando su pecho.

Lo que dejó la descubierto las plumas le hizo la boca agua a Valeska, era bastante más alto que Nádia no obstante tenían alguna semejanza facial. Debía de medir un poco más que el lobo de su otro yo, sin embargo allí acababa las similitudes, en diferencia a la belleza rubia de Sasha. Su juguete era moreno de pies a cabeza como si hubiera nacido moreno y hubiera crecido tomando el sol, aunque habiendo nacido en Brasil no la extrañaba que tuviera aquel tono de piel color café con leche.
Tenia el pelo cortado como un marine, con gruesas cejas negras y aquellos ojos amarillos enmarcados por pestañas largas, lo pasaban de ser hermoso a algo exótico.

Arrastró una silla de metal que había al lado de las pesas y se sentó con las piernas abiertas en la silla con el respaldo en su pecho. Se cruzó los brazos y los apoyó el mentón en ellos, el látigo seguía colgando de mano derecha.

Su ojos bajaron medio analizando, medio disfrutando de la vista, mismo que estuviera cubierto de sangre no le quitaba beneficio. Ni David hubiera podido captar esas líneas. Y lo mejor de todo lo descubrió al ver que estaba desnudo, bueno ahora podría decir de primera mano que la dotación de los brasileños no era una leyenda urbana. Seguro que su otro yo se horrorizaría al saber que llevaba casi treinta minutos admirando un hombre desnudo y ensangrentado.

— Que le hiciste a tu hermana?— preguntó con un suspiro apreciativo.

— No te lo diré. Deja de mirarme así quieres.
 
— Así como?

— Como si fueras a comerme.

— Mmm ya me gustaría, quizás después que me digas que le hiciste a tu hermana lo haga.

— Porque te importa tanto?

— Te contestaré después que dejes de gritar.— dijo riendo.

— Yo no…—. Sus palabras fueron interrumpidas por sinceros y agónicos gritos mientras un olor a carne quemada invadía la estancia.

Utilizando el látigo como medio conductor hizo que las cuerdas metálicas se calentarán hasta estar al rojo vivo, un fino humo subía de sus muñecas atadas a la barra metálica del aparato de pesas. Sus gritos creaban eco en la estancia, rebotando en las paredes insonorizadas y volviendo a sus oídos. Valeska admiró como se le tensaban los músculos al vociferar y como gotas de sudor recorrían su cuello estirado. 

— Tu voz es realmente hermosa.— dijo esa levantándose y se acercó con pasos lentos cuando Xandoré dejó de gritar porque las cuerdas volvían a estar a una temperatura ambiente.

Apoyando una mano sobre sus ataduras calientes se cernió sobre él hasta estar nariz con nariz.

— Vamos no seas una nena — dijo poniendo la mano sobre el metal ardiendo y sin mostrar ningún tipo de dolor.— Seria todo un desperdicio de centímetros si lo fueras, además nos estás sangrando allí si lo hicieras hasta podría usar la lengua para limpiarla.

Jadeando el hombre la miro con odio y una pizca muy pequeña de deseo, mismo sintiendo mucho dolor su cuerpo reaccionó a su ultimas palabras. En el fondo la perra le empezaba a gustar, era mala y disfrutaba siéndolo.

— Mira si no te duele tanto — dijo mirando la creciente erección de su prisionero.— Ahora será un buen chico y me dirás que le hiciste a Nádia y luego quizás podamos pasar a la limpieza del resto de tu cuerpo.

— Estábamos volando… le ataqué con… una daga envenenada… luego cayó… no espere a oír como… se estrellaba contra… el suelo — dijo inspirando con fuerza entre frase y frase.

— Buen chico — habló para luego darle un apasionado beso en los labios.

 

— Niña por los dioses que le has hecho?!? —. La exclamación de Eileen hizo Valeska volverse y caminar hasta la puerta donde se encontraba la diosa.

Al mirarla a los ojos Eileen se dio cuenta que la chica no era misma que había conocida un día atrás, cuando la había dejado con el prisionero creyendo que lo mantendría simplemente atado.

— Nada solo le ayudé a recordar que le había hecho a vuestra amiga. Que por cierto esta tirada en alguna acera con un cuchillo envenado clavado en las costillas.

Mientras decía eso Valeska se balanceaba con las manos en la espalda, una de ellas en la que todavía sostenía el látigo.

Eileen se acercó y cogió el rostro de la chica en las manos, mirándole a los ojos le dio una orden irrevocable. Usando el poder del reina dormida en ella ordenó que la verdadera personalidad de ella retomará el mando, la muchacha se desmayó a causa del fuerte impacto del cambio.


***

Me desperté con un horrible dolor de cabeza… y qué había pasado? Dioses es como si un camión me hubiera pasado por encima.¿ Donde estaba?
Abrí los ojos y me desperecé, hice una mueca ante un dolor tirante en las costillas, bueno eso contestó a medias mi pregunta. Estaba en una cama con sabanas de seda negra que olían increíblemente bien, en una habitación en varios tonos de azul y por el enorme plasma que había delante de la cama sin cabecero el dueño ó dueña de la casa tenia pasta.

Me revolví en la sabana atrasando el levantar lo máximo posible como siempre.

“Pero que coño te pasa” me riñe a mi misma.“Estas en la casa de un extraño en su cama, con dolor de cabeza y no recuerdas nada”, con esa descripción de estado cualquiera diría que tuve una noche loca.

Al oír voces y pasos acercándose, volví a cerrar los ojos y me hice la dormida.

— Mamá por favor ya no tengo 16 años y además tampoco es que nunca fueras una de esas madre empalagosas y metiches, diablos no se puede decir ni que eres una madre — dijo una voz que me parecía haberla oído antes.

— Deimos respétame que todavía te puedo dar una buena patada en el culo.— contestó una mujer con voz firme.

Al oír el sonido de las puertas corredizas abrirse, me concentré en respirar acompasadamente.

— ¡Caray lo que tienes aquí! Se puede decir que es una especie exótica.

Un gruñido sonó en respuesta.

— Bueno me impresiona que traigas una chica a casa, además ya estaba
empezando a preocuparme. De ti nunca sé nada y Pho no se puede decir que sea muy normal.

En ese instante mi momento hollywood se vino abajo y estallé en carcajadas. Me senté muy despacio en medio de la enorme cama, y mis anfitriones se pusieron en alerta. Definitivamente no eran gente común dado sus posiciones
defensivas.

— Así que estás despierta.— inquirió el hombre.

Al céntrame mi atención en él, casi me da un colapso. Era el chico de mi sueño con esos ojos de color “azul imposible” y ese pelo. Aun que en mi sueño no sé le veía todo, ahora que solo llevaba unos pantalones vaqueros podía admirar a la perfección él extraño tatuaje que empezaba en su sien. Y no solo el tatuaje el mas visible ahora. ¡Oh Dios mío! Que cuerpo tenia ese hombre y esa toda esa piel dorada. Esos abdominales te invitaban a toda una vida de lavandera, los pectorales perfectamente esculpidos sin un pelo.

Por la expresión divertida y la ceja arqueada de mi Dream-Men, debía de tener una cara muy pero que muy divertida. Cuando por fin logré dejar de mirarle, percibo que tenia la boca abierta de asombro, la cierro y rápidamente recupero el resto de dignidad que intentaba huir escurriéndose por la cama.

— Así que la tienes en tu casa pero no te acostaste con ella — afirmó la mujer.
Con esa observación acabo de volverme en mi, percibo que la mujer delante de mi es una olímpica. Geeeeniaal, simplemente genial joo… si hasta me estaba empezando gustar.

— Maldito dolor de cabeza— digo apretándome el puente de la nariz.

— ¿Quieres una aspirina?— preguntó el monumento hecho hombre.

“Contigo cariño, cualquier cosa”, vale esa es la parte de mi cerebro a la que no controlo en absoluto. Pero con la que estoy plenamente de acuerdo.
Solté un gruñido de reproche a mi misma por tales pensamientos en momentos equivocados, que claramente… como lo había llamado la mujer?

¡Baah, que mas da! Tampoco es que como si mi materia gris pudiera hacer semejante esfuerzo ahora mismo. Tomándose mi gruñido como uno protesta por el dolor se acercó mas a la cama.

Me puse defensiva mas por habito de que por necesidad, ya que él no me inspiraba peligro alguno, acción que le instó a pararse a cierta distancia.

“ No te pares precioso, salta a la cama y enséñame lo que puedes hacer” ayy… vale, recordar como se llama mi cerebro no quiere, pero tener pensamientos independientes si es capaz. Ok! Tengo que concentrarme aunque me este ofreciendo una aspirina todavía no sé si son de confianza.

— Eres una furia — advierto cuando por fin logro el control de mi misma.

Bueno hay tiempo para todo en esa vida y definitivamente para verlo todo también, la mujer delante de mi ojos no solo era una nacida en el Olimpo si no que era una de las extraordinarias Erínidas ó vulgarmente conocidas como furias.

— Alecto, la furia.— murmuré.

— Anda si sabe mi nombre y que soy. Bueno guapa me pareces que la balanza esta desproporcionada, tu tienes la mayoría de la información.— dijo amenazante Alecto con un reflejo rojizo en su ojos, que desapareció rápidamente.

— Hora de arreglar ese pequeño error.¿Quién eres?¿Qué eres?¿Y como has llegado aquí?

— ¿Bueno y esto que es la santa inquisición olímpica?— respondí con sarcasmo.

— Alecto.— dijo… Deimos, eso es así le había llamado ella. — Ten mas cuidado que estas en mis dominios y aquí las preguntas las hago yo.

— ¿Bueno y que pasó con el “mamá”?¿Acaso te olvidaste de quién soy?

— Como podría olvidarme de una madre tan cariñosa, atenta y amable con tú. Venga ya por Zeus, Alecto.

— Bueno, bueno siento interrumpir una agradable conversación entre madre e hijo. Pero estáis logrando que me aumente el dolor de cabeza.

Los dos me miraron sorprendidos, como si no estuvieran acostumbrados a ser interrumpidos.

— Para acortar la ejecución, madame. Contestarréé a tus prreeguntas.— hablé poniendo mi mejor acento francés.

Me llevé una mano al costado, sin recordar porque me dolía.

— Primero no tengo ni la pajolera idea de cómo llegue aquí, y segundo eso contestará a tus anteriores preguntas.— dije poniéndome de rodillas y desplegando mis alas.

Las caras estupefactos de madre e hijo me sacó un sonrisa.

— Tachánn!

— Eres un ángel, pero… pero tus alas…— farfulló Deimos.

— Si, si soy un maldito ángel, y si mi alas son negras.— respondí impaciente el asombro del par. La gente siempre tenia la misma reacción ante mi, y eso me estaba empezando a hartar ¬¬.

— ¿Así que eres real?— pregunto Alecto.

— Creo que para todo ser que tenga el don de la visión es capaz de percibir eso, madame — hablé poniendo los ojos en blanco.

Por su expresión no pude denominar si quería reírse ó freírme.

— Bueno la charla esta muy entretenida y todo eso pero me tengo que ir.— dije bajándome de la cama. Al momento que estuve de pie el dolor se acentuó causándome un mareo que tuve que volver a sentarme al borde de la cama para no caerme.

— No, creo no irás a ninguna parte.— impuso Deimos.

La mirada asesina que le lancé fue tal que dio un paso a tras. Hombre realmente debería tener una apariencia de Viernes Trece para que un hombre de semejante estatura se echara atrás. ¡Dioses que dolor tan infernal! Era como si alguien hubiera removiendo mis sesos con un palito. Como si lo hubiera oído un aguijonazo de dolor contesto a mi suposición.

— Gracias por contestar — gruñí por lo bajo.

— Has estado más de 36 horas bajo los efectos de algún veneno y tenias una daga clavada en las costillas. Así que por más mala cara que pongas, te quedarás allí echadita hasta que elimines todo la toxina.

Le gruñí por lo bajo, mientras que… ¡Milagros de los milagros! Me volví a echar en la cama.  Que había pasado ahora que todo el mundo le daba por meterse en mi vida?

— Y bien sabes lo que puede ser es veneno? — preguntó Deimos volviendo a dirigirse a su madre.

— No sin probarlo,— habló moviendo la cabeza en señal de negación.— Con un poco de su sangre podría identificarlo.

— Ni lo sueñes. No necesito una desconocida, menos todavía una furia en posesión de mi sangre y mi material genético.

— Es para…—. Empezó a decir Deimos, con esa voz suya tan sexy. Pero sonaba tan fría siempre.
— Tampoco necesito un antídoto, gracias.

— No, sí ya vemos que no necesitas nada de nadie.— La voz de Alecto tenia un borde de reprimenda. Volviendo a mirar a su hijo.— Además porque coño la trajiste aquí sin siquiera ni saber lo que era?

El moreno no respondió, alzó una ceja hacia su madre manteniendo una postura de “A ti que te importa?”. Bueno se notaba que tantas preguntas venidas de su madre no eran muy comunes.

— Bff, si que eres desconfiado, hijo.— bufó la Furia.

— Ya, me pregunto a quién habrá salido? — dije con risotada.

Ambos me miraron con muecas idénticas. Si, se notaba que él había salido a su madre.

— Sabes si supiera más de ella, hasta me caería bien.— habló a su hijo mientras me apuntaba con un dedo.

— Igualmente señora.— enuncié con una sonrisa

— Señora tu madre!

Estallé en carcajada ante la evidencia de la común afectación de las mujeres de ser tratadas como viejas.

— Ya vale, Alecto. No tienes que matar algo o alguien por orden de ese carcamal?

— Te diria que tuvieras más respeto por el padre de tu padre… pero como tampoco yo lo tengo… — arqueó los hombros. — no puedo pedírtelo. Me voy.

Simplemente se esfumó, tampoco es que esperará que le diera un beso de despedida a su hijo o algo, no? Me incorporé recostándome en el… bueno en el cabecero pintado en la pared.

— Así que como acabé en la casa de la personificación griega del terror? — pregunté.



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marodi80

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Gracias Nadia  emot027

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NádiaEirenye

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Gracias a ti!! emot024

NádiaEirenye

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Siento la super tardanza :emot003: es que estoy sin pc  :emot003:




Capítulo 12



— Así que como acabé en la casa de la personificación griega del terror? — pregunté.


Aprox. 36 horas antes…


Deimos caminaba por la capital de Ellas… o como la llamaban en la actualidad… Grecia. La ciudad de Athína había evolucionado desde la ultima vez que había visitado, pero seguía sin gustarle los cambios. La ciudades no eran de su agrado y punto, no podía forzarse a que le agradara la cantidad horrible de ruido que le causaba dolor de cabeza con solo pasearse cinco minutos por Plaka. Los humanos tenían síndrome de atún enlatado, les gustaba estar apiñados todos alrededor uno de los otros. Porque otro motivo si no, se meterían 3 millones y medio de personas en una sola ciudad?

Ahora cada vez más inmortales optaban por la grandes ciudades, obligándolo a ir tras ellos para hacer su trabajo. Además porque diablos se había comprado un apartamento en la bulliciosa ciudad?

Para mezclarte y no acabar… otra vez… medio muerto en una celda de Azmodea, mientras el sádico de Noir te azota solo para ver como las mechitas blancas de tu pelo, cambian de color por las diferentes etapas del secado de la sangre en ellos?

Eso de contestarse a si mismo, como si tuviera un entidad independiente dentro de su cabeza era un claro signo, que después de tanta mierda, se estaba volviendo un esquizofrénico, además de sociópata. Aunque la TPA es incompatible con la esquizofrenia, adoraba romper moldes porque no hacerlo con la psicología?

Aquel puto lugar helado le había trastornado más el cerebro de lo que debería. Además ser salvado por tu ex-mejor amigo, el cual pasaste arrancándole las tripas cada noche más de dos milenios. Perfecto, es un optimo avance para su ego y su sentido de lealtad! Aunque realmente nunca hubiera tenia sentido de la lealtad más que para sus compañeros Dolophoni y su halo fraternal no abarcara más allá que su gemelo pervertido.

Otra cosa la no podía entender es como se había dejado engatusar, para que dejarlo todo en manos de Solin. El maldito Skotos más parecía un playboy que se monta orgías mientras su mamá no esta en casa, de que alguien capacitado de hacer una compra inmobiliaria. Al menos había comprado un loft decente en Voula, aunque había dicho…

“Esta lo suficientemente lejos de la ciudad y lo favorablemente cerca de todo.”

Ya. Si lejos… tenia un jodido centro comercial a dos calles, el ruido insoportable de eso era para nada “favorable”. Ahora se daba un paseo por el barrio mientras recopilaba nueva información sobre el terreno, pero total si no lograban parar Noir y sus hermanas todo esto seria historia.

Sin embargo, todavía existía algunas pocas cosas, por las que intentaría ayudar a salvar esa cosa redonda llena de agua, a la que los humanos tenían tanto cariño. Algo que lo había cautivado, que eso ya de por si era un milagro… con sus pantalones de cuero y sus zapatillas Converse…  hacia casi dos meses humanos que la había visto en aquella ciudad apestosa.

Una fisura en su singular radar le hizo ponerse en alerta y que caminara directamente a la calle semivacía cerca de la plaza de Atíra, al llegar en el lugar donde la presencia era más fuerte… seguía sin hallarse nadie. Parado en mitad de la calle con los auriculares de su reproductor de música puestos - para apaciguar el ruido urbano- tocando unos de uno de sus grupos favoritos. Daba vueltas sobre si mismo intentando averiguar de donde venia el ataque…

— No busques alrededor Dolophonos, tu destino te caerá del cielo.— Una voz femenina melodiosa le dijo con una pronunciación perfecta del griego antiguo. Pero el contenido de esa frase además de causarle un escalofrío, hizo que como un tonto mirará al cielo.

El impacto fue tan fuerte que le llevó de culo a la acera…

Una bella visión si, señor. Una optima nota para tu reputación… El gran Dolophonos se cae de culo en una acera griega…

Había conseguido atrapar a… lo que sea que le hubiera caído encima… por los hombros antes que ambos fueran a parar en el suelo. Lo increíble fue que, era un peso completamente inmóvil que en este momento le asfixiaba con su ombligo, además le goteaba sangre en el rostro. Lentamente salió debajo del peso muerto de la mujer, sabia que era una mujer por su estatura y su poco peso.

Le dio la vuelta bruscamente, haciendo que su hombro chocara con el cemento, seguramente le dejaría un moratón. Se sentó para analizarla mejor, tenia el pelo alborotado y echado sobre su rostro dormido… el mango de algún tipo de arma blanca le sobresalía de las costillas. Con la mano izquierda tenia preparada un descarga astral mientras que con la mano derecha le apartó el pelo de su faz, para quedarse otra vez más como un idiota mirándole.
 
Era ella… con su piel de bronce ausente de brillo. Se acercó para analizar su rostro más de cerca, inconcientemente empezó a trazar su rasgos con los dedos. Su cejas perfectamente definidas, sus abundantes pestañas hacían sombra sobre sus mejillas.

— Es que nunca veré tu ojos? — le preguntó aun sabiendo que no podía oírlo.

Con un elegante gesto se levanto, se sacudió el polvo de la ropa, luego volvió a agacharse para recogerla. Era una locura pero… los destelló a ambos a su apartamento. Apareciendo en el cuarto de invitados caminó hacia la gran cama, cubierta con una enorme colcha rojo sangre. Hizo ademán de ponerla sobre el lecho pero un persistente impulso, evocaba la visión de ella sobre su cama.

Haciendo caso por primera vez, en muchos eones, de un fútil arrebato. Caminó por el pasillo hacia su habitación depositándola en las sabanas de seda negra. Mismo teniendo un semblante un poco demacrado y que su piel ya no emanara aquel brillo que le llamaba, se veía espléndida allí echada. Entre las sabanas en las que él durmió cada noche de los últimos meses. Siguió admirándola sentado al borde del colchón, volvió a acariciarle el rostro embelezado, su miraba fue bajando por su cuerpo… y sus dedos seguían el camino de sus ojos.

Al acariciarle la blusa negra, sintió que algo mojaba sus dedos, los levantó para descubrir que estaban teñidos de rojo… sangre. Estaba tan absorto babeándole encima que no se acordó de la daga que todavía seguía clavada en sus costillas. Le movió para que quedara echada sobre su lado derecho, usando una almohada como apoyo en su espalda para mantenerla en esa posición.

Con un pensamiento destelló gasa, alcohol y demás cosas para desinfectarle la herida. Quito la daga con la mayor delicadeza que le fue posible esgrimir, al sacarla percibió que arma carecía de brillo y tenia un tono matizado, la tiró a un lado sin darle más importancia. En ese momento se desató la desgracia, de verdad. Como un gillipollas atontado no pensó que el cuchillo podría estar taponándole una posible perdida de sangre, así al quitarla… la preciosidad morena empezó a desangrarse en su colchón.
***

Pero no era marinero de primera sangre… enseguida se puso presionar la herida con las gasas, pero eran insuficientes. Su experiencia en las guerras lo hizo reaccionar, se levantó y se quitó la camiseta que llevaba empleándola para detener el flujo de sangre, utilizando sus poderes intentó curar la herida pero solo consiguió que dejara de sangrar. La mujer dejó de sangrar aunque su corazón no latía y tampoco respiraba.

— Mierda!!! Venga, callia. No te mueras en mi cama.

Genial Sr. Dolophonos la has desangrado hasta matarla… eso que intentabas salvarla eh! Eres malvado y cuando quieres ser bueno… te sale mal y te quedas como más malvado todavía.

Bien era imposible que su cerebro le contestará tan sarcásticamente, verdad? Pues no, parece que él si poseía una doble personalidad cerebral.

Destelló la blusa de ella fuera de su cuerpo y tiró su propia camiseta al suelo junto con todo lo demás sucio de sangre, los bordes de la pequeña incisión estaban ennegrecidos y una serie de líneas moradas partían desde allí. La cuchilla llevaba algún tipo de veneno y había sido puesto directamente en sus pulmones. Tenia que reanimarla no sabia si era humana o no así que, no deseaba dejarle con una lesión cerebral por falta de riego sanguíneo.

Volvió a ponerle en su posición inicial de espaldas al colchón. Arrodillándose a su lado le dio una descarga eléctrica directamente en corazón, causando que esta arqueara la espalda y su corazón volviera a latir. Aunque acabara de revivirle, era un hombre al fin y al cabo y no pudo dejar de fijarse que no llevaba sujetador… Quizás lo había destellado junto con la blusa.

Podía ser pero no lo creía, además con esos pechos quién iba a querer que llevara sujetador… Él no para que conste. La volvió a coger en brazos y la llevó a la habitación de invitados, no pensaba dejarla allí ahora solo necesitaba cambiar las sabanas. Podía haberla destellado en la otra habitación pero no iba a perderse la oportunidad de tocar su piel desnuda.

Quien es ahora el gemelo pervertido? Eh?

Vale se estaba tomando algunos libertades pero eso tampoco lo relegaba al grado de perversión de su hermano. Phobos jugaba en ligas mayores ya, lo suyo era enfermo al punto de cabrear tanto una mujer hasta que le odie. Para luego tirársela, encima decía que lo hacia para que fuera más placentero.

En pocos minutos tuvo su cama arreglada con sabanas limpias, su ama de casa estaría orgullosa. Volvió a por su dormida damisela, pero ponerla otra vez en la cama estando sucia de sangre seria una idiotez, lo más plausible seria bañarla aunque solo la idea de ello le hacia excitarse como un adolescente. Pero era una inmortal de 10 mil años podía controlarse, no?
La llevó a su baño, se sentó en suelo cargándola como si fuera un bebe, cosa a la que no se parecía para nada, cuando empezó a desnudarla del todo. A diferencia de la primera vez que la había visto, llevaba unos vaqueros un poco flojos en la cinturilla pero que se le amoldaban perfectamente a sus caderas.

Haciendo uso de solo su mano derecha para ello, llevó la mano al botón del pantalón, tragando en seco se dispuso a hacer lo que debía. Lentamente abrió el botón, luego siguió la cremallera. Intentó tirar de sus vaquero hacia abajo sin tener que dejarla en el frío suelo, por más que se esforzara la tarea resultaba casi imposible… como iba quitarle el resto del pantalón con solo una mano?

Eres idiota? Lo eres, por Zeus!!! Destéllalo!!

Anda su otra personalidad acababa de llamarle idiota! Aunque tenia que centrarse. Y si empezaba a portarse como un gillipollas sin cerebro cuando estuviera despierta, creería que esta loco…

Tienes conversaciones mentales contigo mismo!!! En verdad estás loco!!

Dejando de lado su estado mental… se deshizo del pantalón. Para la visión su braguita negra hizo que la excitación que ya sentía se revelará en una erección infernal, eso sin tener en cuenta que mientras intentaba quitarle el pantalón tenia su cadera rozándole al entrepierna. Al respuesta a su pregunta de poder controlarse era… No, definitivamente no! En ese estado le era imposible no bañarla por todas partes sin dejarse llevar.

Así que allí lo tenias una vez más, el líder de una grupo de asesinos inmortales derrotado por un pequeña mujer de piel morena, piel la cual seguramente tendría un sabor inolvidable. Tenia que limpiarle la piel, dejarla así no era una opción, además necesitaba ver si había más daños y el grado de afectación del veneno.

La metió en la bañera completamente vacía, con jabón y un delicada esponja empezó a limpiarla. Primero quitando la sangre reseca que se expandía por su abdomen… el cual no era tan femenino como el resto de ella, tenia los abdominales ligeramente marcados como que hiciera mucho ejercicio. Deslizó el material esponjoso sobre su piel trazando círculos creando una espuma rojiza, siguió con el proceso aclarando a cada poco la esponja en agua.

En algún momento entre quitarle el jabón y deslizar nuevamente la maldita esponja por su piel, se había perdido el objetivo de ello. Es decir había olvidado el hecho de después que hubiera quitado toda la sangre y el jabón debía parar de acariciarla con la esponja, a la que envidiaba enormemente en esos momentos. Era como si el tiempo y el mundo alrededor de él hubiera dejado de correr, como si no tuviera nada más importante que trazar sus curvas con un esponjita deseando que pudiera utilizar los labios en su lugar.

Se centró en sus pechos no eran pequeños ni enormes como a algunos les gustaba, eran redondeados firmes aunque tenia algo parecido a unas cicatrices muy finas por debajo eran… eran perfectos. Alzó la mirada a su rostro desfallecido para encontrarlo en un estado de palidez exánime, su tono de piel era cada vez más gris casi entrando al azulado. El veneno se estaba extendiendo.

Con movimientos rápidos la sacó de allí, le secó con una toalla y le puso una de sus camisas. La arropó bajo el edredón de seda, mientras pensaba en una manera rápida de quitarle el veneno del organismo.

Dos horas después la única solución que se le había ocurrido, era la ultima que escogería como recurso. Pero se quedaba sin tiempo, en las dos horas que habían transcurrido, la mujer había pasado de estar pálida como un cadáver a sudar y su temperatura seguía subiendo, estando ahora rozando los 40 grados. Su cuerpo estaba luchando contra el veneno como si se tratará de infección, aun así la evidencia de que estaba siendo derrotado era clara.

Debería llevarla al hospital más cercano y dejar que se encargaran de ella…

…Tu destino te caerá del cielo… Lo que dijo la suave voz, relampagueó en su mente un instante. Como si una fuerza mayor le recordará que debería hacerlo él.

Cambio el paño de su frente por otro con agua fría, con la intención de bajarle la fiebre mientras aclaraba sus ideas e intentaba poner orden a sus pensamientos. La única solución viable era hacerle una transfusión de sangre y esperar que los anticuerpos de su genética actuaran en el veneno. Pero los efectos secundarios serian demasiado desastrosos, al fin y al cabo era el nieto de Zeus. Además sin saber que era, se arriesgaba verdaderamente a cambiarle toda su genética, transformándola en algo distinto de lo que debería ser.

Sin hablar de riesgo de que su cuerpo rechazara su sangre, pero la solución a ese agravante era simple, aunque dudaba seriamente que la chica tuviera hábitos tan vampíricos.

Se pasó la noche intentando convencerse de que habría otra opción para librarla del veneno, aunque había logrado que se estabilizara con algunos medicamentos antitérmicos. Solo le había bajado la fiebre, el veneno seguía afectándole, causando que tuviera espasmos. Estaba cien por cien seguro que si fuera humana ya estaría muerta en esos momentos, alguien normal no aguantaría ni la mitad de las 10 horas que llevaba en su casa.

Resignado. Justamente de ese modo era como se sentía, así dejó de darles vueltas y se abrió una vena en la muñeca… y dejó que el liquido rojo deslizara por su garganta. Al hacerla ingerirlo, se aseguraría de que no lo rechazara, que es exactamente lo que ocurriría si lo hacia por intravenosa. Pocos minutos después su “paciente” ya recuperaba lentamente el color.

Animado levantó de una sacudida el edredón que la cubría, con toda la intención casta y profesionalmente sana, de mirarle la herida en el costado. Olvidándose por completo que debajo ella estaba casi completamente desnuda…

— Katára!!— Giró la cara bruscamente mientras ahogaba un juramento llevándose una mano a la boca.

El movimiento hizo su sangre salpicará por el cuello de ella y por su busto, se le resbalará por el brazo y goteara sobre sus vaqueros de jeans claro. Conclusión entero y completo desastre.

Rebuscó en las gasas y puso una sobre el corte un minuto, en cuestión de segundo la sangre dejó de brotar y un poco más de tiempo se había cerrado dejando una tenue línea rosada.

Le dedicó otra mirada a la figura desnuda en su cama, y confirmó que tenia mejor aspecto -no es que hubiera la posibilidad de que tuviera mal aspecto- pero en términos médicos se veía más sana y el rubor febril casi había desaparecido. Decidió así que ya era hora de que se diera una ducha y aprovechaba para que su mano y su pene tuviera una alegre reunión.

El pensamiento de tal reunión desencadenó imágenes de las hermosa mujer en su cama. Definitivamente ella seria la promovedora del encuentro, el pensamiento le arrancó una sonrisa.

***

Su querido y simpático gemelo interrumpió la dicha momentánea conseguida con la ducha, apareciéndose en su casa mientras Deimos salía del baño. Lo encontró, parado en la gran puerta corredera que daba a su habitación, mirándola como un posible objetivo. Habían compartido compañera de cama antes, aunque algo en su cerebro se activó, negándose a compartirla ni con su hermano ni con ningún otro hombre.

¿De donde venia ese raro y desconocido sentimiento de posesión, de pertenencia?¿Quién era esa mujer?

Tienes demasiadas preguntas, Dolophonos.

— Que haces aquí, Phobos?— preguntó arisco hacia su hermano.

— Es que ahora te has vuelto egoísta con las conquistas, hermano?— dijo el moreno con una mueca.

— Que quieres, Phobos?— volvió a preguntar con sequedad.

— Supongo que todavía no se te ha pasado el cabreo — respondió con una sonrisa algo triste.— Quizás necesites a alguien que te aclaren las ideas y lo vea desde mi punto de vista.

— Puede, pero aun eso no reparará el daño echo. No podrás recuperar lo que prometiste, no puedo creer que hicieras tal cosa.

— El medio no importa,  lo que importa es el resultado ¿Recuerdas?— Deimos creyó ver un rastro de profunda tristeza en sus ojos, pero lo enmascaró enseguida. Había aprendido bien.— Además no es distinto de lo que hemos estado haciendo hasta ahora no. Somos los asesinos de los dioses, hacemos el trabajo sucio para que ellos se queden con los títulos y los beneficios. No hiciste tu algo parecido? No seguiste las ordenes de Artemisa?

Deimos no tenía palabras para contrarrestar eso, realmente había ido a matar el dios Sumerio, sin preguntar ni cuestionar. Aunque ahora solo eran 7, los Dolophoni seguían indudablemente su liderazgo, quizás se había equivocado. Pero había resarcido su error, dejando el trabajo sin hacer o quizás le hubiera matado.

— Hasta que lo soluciones, no puedes venir aquí, ni verme. Y lo sabes.

— Por favor, Deimos. Eres mi hermano, mi gemelo nada menos. Hemos estado juntos desde que Alecto y Ares tuvieron un poco de diversión, no puedes pedir que me mantenga alejado así de sopetón.

— Por ese mismo motivo te lo digo, pero en condición de superior tuyo. Es una cuestión militar, de dioses, pero militar al fin y al cabo. Lo que estas haciendo es traición y aunque eso algo bastante común en el Olimpo, no puedo aceptarlo. Cada vez que te veo, la obligación tira de mí para que te castigue, y eso es algo que no pienso hacer.

Phobos se apoyo en la pared al lado de la puerta, nada dispuesto a alejarse de su hermano por un estúpido sentido de la lealtad con esos cabrones de mierda deseosos de poder.

— Quién es el caramelo exótico que tienes en tu cama?— dijo cambiando de tema adrede.

— No lo sé.— dijo Deimos quitándose la toalla, mientras caminaba hacia el vestidor. Como buen griego el pudor era algo que no había aprendido, así que caminó desnudo en la estancia buscando un pantalón que ponerse.

— Como que no lo sabes?

— Pues eso no lo sé, me cayó del cielo.

La carcajada que soltó Phobos fue tan estruendosa, que si la chica no hubiera hallado en estado casi comatoso, se hubiera despertado.

— Y cuando te ha dado… por las frases tan… llenas de azúcar?— expresó él con la mano en el abdomen por la risa.

— No ilithios! Que me cayó encima, literalmente.

Deimos, ya vestido. Tuvo que arrastrar a su hermano al salón, y cerrar las puertas de su habitación para que su paciente pudiera recuperarse.

Destelló unas pizzas, aunque se hubiera negado y protestado, había echado de menos a su hermano. Pero no podía quedar mucho más tiempo en su presencia, tenía que irse y resolver su problema con su “nuevo dueño“.

— Tienes que irte Pho. — dijo Deimos 1 hora después.

Como buen soldado y acatando, aunque no comprendiendo, obedeció su orden y se fue.

“¿De verdad vas a alejarte de tu hermano, por un estúpido contrato?” preguntó aquella voz en su cabeza.

— Es mi deber. Es mi deber.— contestó en voz alta a la persona en su cabeza.



30 horas después de que llevará a morena a su casa, esta seguía una mejora muy lenta debido al veneno. Tendría que hacer algo que no le agradaba mucho… pedir ayuda, lo peor era quien tenia que pedir ayuda.

A su madre.

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