El restante del capítulo emot035
El día siguió como siempre sin espacio a nada, tiempo libre es algo que no existía en mi vocabulario. Al final entre entrenar un poco con los chicos, aseguré una habitación amueblada, confortable y lo más importante segura para Valeska. En la ultima planta en el desván, una de los tres enormes cuartos que había, la verdad es que nos divertimos pensando donde poner cada cosa y luego de comprar que no podía desaparecer las cosas de la tienda así como así. Cuando nos dimos cuenta ya había anochecido, tendría que volver a mi vida solitaria y sangrienta.
Me recosté en la hierba, mire como el cielo pasaba de un tono magenta a azul oscuro, moteado de infinidad de estrellas, era por visiones como aquellas que adoraba estar en Hallie, era un lugar pacífico en mitad de la nada… literalmente. Los recuerdos que habían en ese lugar eran incontables, los días de soledad… los días que la soledad fue apartada por una pequeña alma alegre y luego por montones de ellas. En el fondo de mi corazón me sentía como una abuela a la que saca una sonrisa ver como su casa se llenó de gente.
Sentí como alguien se recostaba a mi lado, el olor a almizcle y menta llegó a mi nariz.
Linnyker.
Habíamos conectado a un grado diferente, mismo pasando poco tiempo juntos era el único que se acercaba a mi por voluntad propia. Sin estar forzado por una obligación o por necesidad de algo, así había sido en las veces que venia hasta la isla, simplemente se acercaba y se quedaba a mi lado sin decir una palabra.
— Adoro este lugar…— dije cerrando los ojos y respirando profundamente. — Cuando vi esta isla en mitad del atlántico lo primero imaginé fue que parecía un pensamiento en mitad del mar, como una exhalación.
— Por eso le pusiste Hallie — Habló con ese tono de voz suyo tan bajo y profundo. Como si acabara de tomarse un trago de whisky y la voz que le hubiera quedado ronca.
— Sip. Eso es Hallie, un pensamiento del mar. En aquellos tiempos siempre había muchas guerras y en Grecia más, encontrar un lugar tan pacífico fue como una señal así que aterricé en este mismo prado y miré como la vegetación salvaje cubría toda la tierra. Decidí que este seria el lugar que llamaría mío.
— Conoces todo el lugar entonces.
— Si porque? — pregunté apoyando los codos en el suelo para poner mirarle.
Estaba echado con los brazos cruzados por debajo de la cabeza a unos 60 centímetros de mi, con unos pantalones vaqueros desgastados y un jersey de beige de cuello en V.
— Nada que encontré una gruta al noroeste, había una entrada en la pared del acantilado. Por dentro es precioso y hay una especie de altar o algo parecido.
Sentí como mi sangre se helaba y toda mi alegría se esfumaba.
— No vuelvas a ir allí!!! Te prohíbo que vayas allá!!! No vuelvas a entrar en aquel lugar!!!
El ángel tenia los ojos desorbitados ante mi ataque histérico, me di cuenta que me había acercado a él y lo tenia agarrado de los hombros mientras lo zarandeaba. Linnyker simplemente asintió acatando, así era él sin preguntas sin protestas.
Me alejé de un salto y volví caminando muy deprisa en el inicio luego eché a correr hacia el castillo, podría sencillamente destellarme. Pero no podía pensar en nada más que en aquel sitio en el que solo iba una vez al año y lo que residía dentro de aquellas paredes de piedras y estalactitas. El dolor se extendía por mi pecho mientras corría cada vez más rápido como un acto reflejo salté, mis alas batieron por inercia con tanta violencia que alguna plumas negras se desprendieron.
Cuando aterricé en la alacena, ya me había calmado aparentemente aunque por dentro todavía estaba histérica de que alguno más entrará en aquel sitio, lo que tendría que averiguar es como logró Linnyker entrar allí dado que había tantas barreras que ni los fantasmas sabían de su existencia.
La visión que me recibió al llegar a los ventanales de la habitación de Valeska me dejo estupefacta. La menuda rubia estaba en la cama con Ethan, pero eso no era lo que me dejo con boca abierta si no lo que estaban haciendo…
Minutos después…
— Fue un accidente — dijo la rubia mientras jugaba con los dedos índices.
Las dos bajábamos las escaleras en cuanto le echaba la bronca por la pérdida de su cama QueenSize nuevecita.
— Y una mierda si tuvimos que ir a Nueva York dos veces por los muebles, y rompes las cama la primera noche. Y ni son las 8 todavía.
— Eso quieres decir que no podré dormir aquí hoy??
Solté un gruñido digno de una leona.
— Esta bien lo he entendido. Joo no eres divertida Nád, siempre estas gruñendo y matando cosas.
— Y quien te ha dicho que matar cosas no es divertido.
La chica me miro con los ojos entrecerrados como su buscara algo en mi rostro.
— Que haces??
— Nada busco la mascara y el letrero que diga: Jason, Viernes Trece —. Al decir los ultimo movió las manos como si extendiera un cartel y con la voz como en un anuncio siguió. — Las alas son un accidente de fabricación no se aceptan devoluciones.
— Te voy a matar — hablé en un tono serio aguantándome las ganas de reír.
— Ya estamos con el matar otra vez — dijo moviendo las manos con señal de exasperación.
No pude aguantarme más la risa y estallamos en carcajadas al pisar el vestíbulo. Era impresionante como en pocos minutos había logrado que olvidará completamente mi angustia.
— Que pasa? — pregunto Kyle.
— Nada que creo que Nád debe de tener un etiqueta que dice: Jason, Viernes Trece.
— Mm creo que le va más Freddy no?
— No te digo que Jason encaja perfectamente por lo de la motosierra y eso.
— Y Ethan? Donde está? — preguntó Ian al acercarse acompañado de Ame.
— Arriba en la habitación de Valeska, recogiendo los restos de la cama.
— Los restos…? De la cama? De Vale? — preguntó la general confundida.
— Anda no preguntes — contesté gesticulando con las manos.
Amelia le miró a la pequeña rubia quien tenia todo el aspecto de no haber roto un plato en su vida, hasta movió las pestañas con apariencia de niña inocente.
Tiempo después nos fuimos, Valeska decidió que era capaz de destellarse sola fuera de allí solo esperaba no se perdiera en algún lado y que fuera hacia otra época. Kyle y yo acabamos en una azotea en mitad de la cuidad, me dispuse a volver a destellar aunque estábamos relativamente cerca del Santuario cuando él me lo impidió cogiéndome del brazo.
— Espera quiero intentar algo — Lo miré inquisitiva.— No sé si puede soportarlo o si y lo hiciste alguna vez pero me gustaría volar contigo.
La sugerencia me tomo desprevenida, aunque ya lo había hecho otras veces la persona había estado inconsciente. Sin decir nada accedí, caminé hasta quedarme a sus espaldas pero él se dio la vuelta para encararme.
— No Kyle, si volamos así no podrás ver el paisaje.
— Si que lo veré — dijo mirándome a los ojos.
No dije nada no porque no quisiera sin no porque no podía, simplemente no fui capaz de negarle o quizás deshacer su ilusión que yo no era un paisaje tan digno de verse. Levanté vuelo en cuanto estuvimos a unos pocos metros él entrelazó sus piernas con las mías y enterró la cara en mi cuello, nuestro paseo duró poco más que diez minutos.
El silencio estaba cargado de tristeza como en un velatorio, pero ninguno de los dos necesitaba decir nada, todo estaba claro y no había vuelta atrás. Yo no pensaba redimirme en mi decisión, estaba haciendo lo correcto y lo sabía. Aunque eso no significaba que quisiera saber quién era la persona destinada a él hasta allí llegaba mi entereza.
Descendí hasta que nuestro pies tocaron el suelo, había aterrizado en un calle desierta cerca del Santuario pero Kyle seguía abrazándome. Poco a poco me deshice de encierro de sus brazos alejándolo unos centímetros, pude mirar a esos increíbles ojos verdes una vez más. No serian la ultima vez que le mirara pero si era la ultima vez que los vería con ese sentimiento, había tomado una decisión y esta vez seria definitiva.
Tomé su rostro entre mis manos, causando que él cerrara los ojos como si disfrutara de mi toque. Me acerqué y le di mi ultimo beso, fue sincero y delicado.
Al alejarme, otra vez miré a sus ojos.
— Sé feliz — pronuncié en un susurro. Luego deposite un beso en su frente mientras mis alas revoloteaban mantenidote elevada del suelo, preparadas para impulsarme hacia la noche otra vez. Sin tiempo a que protestará o reaccionará volé hacia la inmensidad oscura sin percatarme siquiera de que en las sombras unos ojos amarillos observaban la escena.
Xandoré rápidamente se trasformó en su forma animal, para seguir a su hermana… ¡bleegh!.Que asqueroso sonaba que una simple mujer tuviera más poder que él, las profecías le importaban mas bien poco.
El reino seria suyo y de nadie más, no había aguantado milenios junto al quejica y sicótico de su padre, para que de la nada una enana sarcástica viniera creyendo que podría manejarlo todo así sin más. El fin de su padre estaba cerca así que era cuestión de números, con Añangá fuera de combate solo quedaba eliminar la molesta de su tykera. La cual volaba a unos metros por delante suyo ignorante de lo cerca que estaba de la muerte.
Al cabo de 20 minutos de irme, me di cuenta de que me seguían. Lo raro es que como estaba volando mi persecutor seguramente estaría equipado con alas. No era un ángel de Ahptè, ya que lo hubiera sentido mismo antes que empezará a volar tras mío además estaba un poco despistada por no haberme dado cuenta enseguida de que alguien me seguía.
— Mierda…! — juré por lo bajo. Si me daba la vuelta a ver que tipo de animal/persona era se daría cuenta que lo había notado, acabando así con mi elemento sorpresa.
Mi teléfono empezó a sonar como loco en mi cinturón… la gaita acompañada por la guitarra de Shine Down… lo cogí antes de oír la voz de Sully. Era Valeska.
— Dime peque.
— Donde andas que no has llegado todavía? Hace media hora que llegué…— Hacia solo diez minutos. Se había destellado en mitad de Rumania primero luego para calmarse y destellarse en Nueva Orleáns.— No lo estaréis haciendo en un sitio publico como despedida ¿no? No, no me lo digas que ya tengo demasiada información.
Estallé en carcajadas, no era común en ella mentir de aquella forma aunque era comprensible. La sensación de dependencia no es agradable para nadie y poder valerse por si mismo era muy importante, eso también constató que ella si era capaz de manejarse bien, aunque la idea de que se alejará de mi no me hiciera gracia.
— No lo hicimos en un callejón oscuro si es eso que preguntas — contesté entres risas.
— Dale, cuanto tardas en llegar? Porque hay un mensaje en el contestador de una chica con la voz más calmada y apacible que he oído nunca.
— En unos minutos estoy…
Mi agradable conversación con mi compañera de casa se vio interrumpida por el ataque de algo grotesco, parecía una arpía que había hecho demasiado ejercicio. Un cuerpo… espléndido, si me permiten añadir… cubierto de plumas comprendidas entre los tonos marrón y beige, con pequeñas alas que batían a toda velocidad manteniéndolo estable y casi inmóvil en el aire. Ventaja de la cual yo no disponía ya que mis alas eran mucho mayores.
Su ataque fue inmediato sin darme tiempo a nada, sentí el dolor de la puñalada en mis costillas. Bajé la mirada para ver allí un puñal de un metal que no pude distinguir, sepultado hasta la empuñadura. Sentía como el sabor de oxido llenaba mi boca, me había perforado el pulmón me llevaría un buen tiempo recuperarme si es que lograba librarme de esa molestia horrenda.
Mi vista empezó a volverse desenfocada, mientras una mano que iba perdiendo las plumas metódicamente revelando una piel morena, empezaba a manosearme en cuello en busca de algo. El móvil resbaló de mi mano, alejando mi oportunidad de pedir ayuda.
— ¿Donde está el collar? — habló con una voz ronca con un tono frío y calmado. Esa voz no me era extraña…
Sentía mi cuerpo cada vez más pesado, me costaba respirar. Y me preguntaba una y otra como diantre había logrado ese ser llevarme a ese estado.
— Que collar? —. Mi boca se sentía como si estuviera llena de harina como se mi lengua pesara más de lo normal. Me costaba hablar… mis alas batían por pura inercia, como si supieran que dependía de ellas en ese momento.
— El collar que te puso el viejo cuando te secuestré. Una luna menguante hecha de cáscara de coco.
Intenté hablar pero en ese instante te me llenó la boca de sangre… si no reaccionaba rápido me quedaría realmente expuesta a que me hiciera lo que quisiera… tenia que quitarme el puñal. Pero toda mi concentración estaba en no caer en mitad de la calle desde más de 400 metros de altura, tenia que mantener mis alas trabajando.
Pero mi atacante actuando caballerosamente me agarró de los hombros para evitar mi inminente actuación de pájaro estrellado en la acera.
— Y el collar? Maldita sea!! — gritó mientras me zarandeaba haciendo que le escupiera sangre en el rostro cubierto de plumas.
Mi recuerdo vagó solo hacia el día que Victoria y las demás me habían sacado del Añaretà… había ido directa a Grecia… ¡Sí! Es verdad estaba tan turbada que no me di cuenta del collar hasta después de liberar a Ame. Lo había traído a Nueva Orleáns pero sin darle más importancia, estaba demasiado ocupada nadando en mi autodestrucción.
Negué con la cabeza en señal de ignorancia hacia lo que me hablaba… estaba cien por cien segura que era mi hermano, otra vez. Él se paró un instante respirando… como si se calmara.
Hijo de puta… eso respira cabrón… mientras me ahogo en mi propia sangre mal nacido… pensé. Hasta mis pensamiento se oían entrecortados.
— Te sientes mal verdad? — preguntó con una sonrisa en la cara, mientras admiraba mi estado como un artista a su obra.— Si es tal como pensé, si la estricnina y la bauxita le hacen daño a papá seguramente te harían daño a ti también.
Sonreía tan ampliamente que parecía todavía más feo, con aquellos dientes perfectos y blancos mientras su cara estaba cubierta de plumas.
Me pregunto si no se le meterá las plumas por la nariz o peor si esta cubierto de plumas en todo el cuerpo eso quiere decir que se le podía meter las plumas por lugares mucho más incómodos. Me eché a reír por culpa de mi imaginación hiperactiva llenándole la cara de sangre y babas.
Pero en que mierda estas pensando ahora… pensé mientras me daba una colleja mental.
Concluyendo que yo no llevaba encima el maldito collar además bastante enfadado por haberle escupido - aunque haya sido sin querer - en su cara. Tuvo la amabilidad de soltarme para que cayera en picado hacia la terraza de un edificio con un poco de suerte - no para eso mi esta claro - me daría con la cabeza en el borde de algún edificio antes de caer dando tumbos hasta el suelo. Al menos eso me ahorraría el presenciar y sentir el dolor de estamparme contra el pavimento, convirtiéndome en una linda y artística masa sanguinolenta sobre una acera de Nueva Orleáns. Si señor mi objetivo en la vida… ser una puta obra de arte.
Las luces de la ciudad de eran como unas borrosas líneas inestables, como cuando das vueltas sobre ti mismo de pequeño. En ese instante me di cuenta que iba bocabajo…¡Geniaaal!… Bungee Jump sin la cuerda eso si es vivir al extremo. Mientras caía y hacia monólogos sarcásticos, me di cuenta que quizás eso consiguiera mi objetivo…
Pero mi mente empezó a trabajar independientemente rebelándose ante mi pensamiento de lo más suicida, haciéndome recordar el rostro de aquellas mujeres que luchaban para sacarme de mi agujero autocompasivo… y aquél pequeño rostro con esos ojos verdes sonrientes que rogaba que no llorara mientras él perdía su vida.
Reaccionando instintivamente destellé para amenizar el impacto contra el suelo pero no me centré donde me destellaba, utilizando mi ultimo rastro de conciencia para hacerlo. Luego todo era oscuridad.
Bueno no tuve la oportunidad de explicarlo arriba lo hago ahora.
La estricnina que utiliza Xandoré es una variación de mismo arból de la que sacan la droga original en el sur de Asia, ese se dá en la zona centroeste de la selva amazonica y lo indios la usan en as puntas de las flechas. A diferencia de la droga manipulada, esos usan la savia lechosa que obtienen de la cortesa del árbol.
La Bauxita es un mineral descubierto en Francia compuesto mayormente por aluminio, al mezclarlo con otro metal más sólido le provee de oxido de aluminio lo que le dá a al pieza un tono mateado y (aunque me cueste admitirlo) rosado. Haciendo que el arma en questión esta ausente de brillo y se facilmente ocultable.