Es una
novela suelta de
Robert Heinlein, de las últimas que escribió. Ciencia ficción sencillamente, sin mezclar con nada, y de las relativamente inminentes.
En lo social Heinlen imaginaba un futuro tirando a liberal: los grandes estados se fragmentarán y el poder de las corporaciones superará al de los gobiernos. En la Luna habrá un asentamiento estable; y se iniciará la colonización espacial. En cuanto a tecnología cotidiana, muchas de sus anticipaciones ya son cosa común (hoy casi no parece una novela de CF). Y en cuanto a costumbres, sus propuestas ya no escandalizan a nadie.
La protagonista, Viernes, es una mujer "sintética", diseñada en laboratorio para lograr mejoras géneticas: más fuerza, velocidad e inteligencia. Pero no es una mutante con superpoderes, tan solo tiene un "plus" que pilla por sorpresa a quien la subestima. Trabaja como agente para una de tantas organizaciones mercenarias en la sombra, dedicadas a prestar "servicios" en los complots de las corporaciones. Pero corren malos tiempos, a su empresa la "liquidan", y ha de sobrevivir como pueda. La trama de la novela es la de una huida sin rumbo, y (para los que son como ella) casi sin esperanza.
Su lectura es un mero entretenimiento: una protagonista que a duras penas va tirando, dando tumbos de un lado a otro, no resulta precisamente inspirador. El estilo del autor es bueno, y no falto de frases sustanciosas, pero su ideología latente provoca en la "critica" ganas de dar leña.
Viernes es su nombre. Es una mujer. Y es un mensajero secreto. Está empleada por un hombre al que únicamente conoce como «Jefe». Operando desde y a través de una Tierra de un futuro próximo, en la cual Norteamérica ha sido balcanizada en docenas de estados independientes, en donde la cultura ha sido extrañamente vulgarizada y el caos es la norma feliz, se enfrenta a una sorprendente misión que la hace ir de un lado para otro bajo unas órdenes aparentemente absurdas. De Nueva Zelanda al Canadá, de uno a otro de los nuevos estados desunidos de América, mantiene ingeniosamente su equilibrio con rápidas y expeditivas soluciones, de una calamidad y embrollo a otro. Desesperada por la identidad y las relaciones humanas, nunca está segura si se halla un paso por delante, o un paso por detrás, del definitivo destino de la raza humana. Porque Viernes es una Persona Artificial... la mayor gloria de la ingeniería genética.