Cuando Rohan descubre la verdad y aprende a confiar en ella, comprenderá que la situación es más complicada de lo que parece a simple vista, y que Kate no es quien dice ser, ni quien piensa ser... Así, este hombre que cree inconscientemente en las maldiciones, empieza a descubrir un mundo del que se ha mantenido alejado durante toda su vida: el mundo de los sentimientos... una estrella que brilla en su oscuro y solitario corazón... y que ahora anhela con la misma fuerza que ha impuesto su deber a lo largo de los años.
Creo que me va a costar hacer la crítica de este libro sin dejar que mi debilidad por la autora influya un poco, porque si bien es cierto que el libro me ha encantado, debo reconocer que, al mismo tiempo, parece dar la sensación de que Gaelen Foley se esté rezagando un pelín.
Sus novelas siempre han estado cargadas de intensidad, sabe cómo dulcificar una relación, sabe cómo marcar un proceso, sabe como afirmar una verdadera historia de amor. Tres puntos que volvemos a encontrar en "Mi peligroso duque", novela a la que le veo un cierto parecido con "Todos sus placeres", el último volumen de la trilogía Spice.
Por esa última razón es que creo que esta obra pueda ocasionar opiniones dispares, porque si mal no recuerdo, percibí muchas decepciones con el final de aquella trilogía... y a mí me pareció precioso...
Igualmente, el anterior a éste, "Mi perverso marqués" trajo críticas más negativas aún. Pues bien, una es cabezota por naturaleza y no puede evitar volver a dar una oportunidad a una autora que me ha ofrecido instantes de lectura emocionantes, obras espléndidas que han sabido sacarme los sentimientos a flor de piel... Vamos, que ya puede escribir churros retorcidos que seguiré cayendo en la tentación una y otra vez.
Y es que sus libros siempre, pero siempre, tienen algo que hace que merezca la pena leerlos. No es la primera vez que lo digo, pero es la única escritora de histórica (que yo conozca) que sabe hacer creíble, creíble de verdad, una historia de amor. Puede que lo bañe con tintes de romanticismo, puede que se deje llevar por las fantasías sentimentales, pero sabe cómo lograr que los sentimientos sean veraces, que el amor cuaje de verdad.
Es una autora que no hace una montaña de un grano de arena. Es decir, no sucumbe a la tentación de crear la ironía y la diversión a raiz de dos protagonistas alocados (que, de vez en cuando, es apetecible como lectura, pero que, en cierta manera, le resta veracidad y dramatismo a la época).
Sus personajes, si bien pueden ser unos más vivarachos que otros, siempre se comportan con madurez; son sólidos, razonables,... reflexivos. No montan escenas infantiles por no lograr ser amados. No se sumen en la autocompasión cuando lo ven todo negro. No dejan que el destino tome cartas en el asunto, sino que se lanzan en picado y se adueñan del poder del mismo. Son tenaces, fuertes, osados,... sobre todo las protagonistas femeninas.
Y si tiene que utilizar el ingenio y la guasa para sacarte la sonrisa, lo hace con inteligencia, con saber estar, con distinción. Seguro que no vas a estar todo el libro carcajeándote, pero a cambio vas a sentir como en ningún otro.
Por otro lado, cada escena, cada página, te ofrece un mundo nuevo. ¿Cómo decirlo? Cada signo de desconfianza, cada paso en la relación,... está fundado. Tiene su razón de ser. Puede ser de otra manera, pero no lo es, y eso es lo que lo hace especial. Porque es lo que lo hace veraz, sentido, único.
... porque la desconfianza es un paso más para la confianza...
... y porque la amistad es la fase previa y el sustento de una relación amorosa...
Es como una cadena. No puedes tropezarse con ninguna muesca y evitarla, porque cada nuevo acontencimiento surge con lo aprendido de la escena anterior, y lo entiendes porque tú vas aprendiendo con ellos.
Sus personajes maduran al mismo tiempo que lo hace la propia historia. Ésto es lo que los hace extraordinarios, cercanos. O quizá es la pluma de la autora, que sabe pulirlos y matizarlos como nadie, consiguiendo así que cobren vida delante de tus ojos, que las letras se conviertan en imágenes y los sentimientos redactados en sensaciones.
Tanto Rohan como Kate son dos protagonistas como la copa de un pino. Equilibrados. Con carácter. Sensatos. Ella es increíble: luchadora, tenaz; una mezcla de inocencia, dulzura y arrojo tan singular que la admiras nada más conocerla. Y él... ternura y dureza entremezclados, un guerrero que es capaz de matar a los malos y que, extrañamente, cree en maldiciones.
Éste último punto es lo que puede resultar algo inverosímil en la novela. Rohan utiliza la maldición de su familia como "excusa" para no amar, restando así algo de credibilidad que al principio de esta reseña comentaba. En cierto modo, la autora sustenta la negativa a amar por parte de él en algo... digamos... singular. Algo a lo que le da la apariencia de insalvable durante más de tres centenas de páginas, pero que luego solventa en apenas dos líneas.
Sin embargo, en "Mi peligroso duque" hay tanta magia, tanto amor, tanto romanticismo, tanto de todo lo que se necesita para soñar y disfrutar, que se puede hacer una pequeña concesión. Ya os lo he dicho... con esta autora soy imparcial hasta la médula...
Así pues, recomiendo esta novela por las siguientes 7 razones:
1. Historia preciosa donde las haya.
2. Personajes logradísimos en los cuales es fácil meterte de lleno.