Descontrol
Como correspondía y no me podía escapar la esperé a la salida. De todas formas una cualidad notable de ella es juntar sus cosas y salir pitando de ahí en menos de un minuto incluso cuando tiene que llevarse la computadora. En aquel tiempo tenía los lápices atados con una goma, era bastante mágica para salir volando. Salimos de ahí y yo simplemente la seguí sin decir palabra alguna. Pensaba que la iba a acompañar al auto pero resultó que estaba en el mecánico así que tenía el placer de caminar las cuatro cuadras con ella a la parada del ómnibus.
Tenemos la buenísima fortuna de que la universidad quede demasiado cerca del parque y justo el ómnibus que le sirve para en la esquina del parque. Un hermoso, oscuro y arbolado parque. En el camino concentré mi energía en poner un pie delante del otro intentando no tropezarme con nada, soy de naturaleza torpe así que en ese momento lo más indicado para mí era tropezar con algo y caer despatarrado en un total ridículo delante de ella, lo último que quería era que sintiera lástima y me ayudara a levantar del piso. Entonces, no era tan mala idea eso de concentrarme en caminar.
Cuando llegamos a la parada asumí que debería decir algo pero aún no tenía idea de qué decir. Además de no tener claro qué quería. Uno no puede caerle a una dama y decirle que quiere que le rasque aquello que le pica. ¿O sí? Bueno, me pareció que no y eso es lo que yo quería. Invitarla a salir y patear el discurso para más adelante pareció lo más indicado. Y pasó algo similar a lo siguiente:
-¿Quieres salir el finde?- dije a trompiscones.
-Sí. ¿Dónde? ¿A qué hora?
Dado que no había pensado ni dónde ni a qué hora, ni siquiera si el sábado o el domingo. Pensándolo bien no tenía un duro...
-¿Te llamo mañana?
Y para mi sorpresa aceptó de buen grado. ¿Y ahora qué digo? Ya conseguí lo que quería. ¿Qué se supone que hago ahora? No me puedo ir y dejarla en la parada. Me encanta verla pero no me encanta que me mire y me está mirando, me está mirando un montón y está demasiado cerca. ¿Qué quiere? Parece que quiere algo, me mira como alguien que quiere algo. ¿Qué digo? ¿Qué hago? Me quedé viéndole la boca como un tarado y se empezó a morder. ¿Invitación? ¡Invitación! Me le fui encima. Los labios suaves, dulces. Besito, besito y sí, se entreabrieron los labios. ¡Paraíso! El cabello suave. La piel suave en el cuello, tiene cosquillas. ¿Más? Probé con la lengua y contestó tímidamente, me encanta. Más. La piel de la pansa es suave, está templadita. Más. Le beso las mejillas, la nariz, la frente, el mentón, el cuello. ¿Eso fue un suspiro? Se retuerce. ¡Más! Mis labios se encuentran con los de ella, los muerdo, le gusta, sonríe. Tiene los ojos acuosos, entornados, suspira, su pecho contra el mío y mis manos vagan sin destino buscando lugares más templados. Hay un completo vacío en éxtasis en mi mente, cosas explotando en mi pansa y un fuego más al sur. No sé qué estoy haciendo, no me importa. Siento esto, quiero más. Más suspiros, la tierra se va separando de mis pies. ¡Dolor! Caigo de golpe del lugar muy muy lejano donde estaba, me cuesta disipar la niebla vacía de mi mente, escuece la cara. ¿Qué pasa? Abro los ojos de golpe, me está mirando como una fiera, los ojitos acuosos ahora echan fuego. ¿Me acaba de aplaudir la cara? Eso tampoco me había pasado antes. ¿Qué pasó? Estaba todo tan bien. Mis manos. Redondo, flancito, calentito. ¡Uh!