Es curioso como son las cosas, cómo un libro puede agradarte más o menos según las circunstancia en que lleguen a tus manos e incluso quién lo ha traducido al español.
Seguramente "El castillo en el aire" no os sonara, y tal vez tampoco "El castillo viajero", pero sin duda algunos caerán en la cuenta de qué hablo si nombramos "El castillo ambulante" y al mago Howl. Y el que no sepa ya de qué estoy hablando tiene que ir a buscar la película, o mejor aún, el libro.
El caso es que como cualquier buen ochentero, crecí con la extraña y a veces no muy clara película del estudio Ghibi y no fue sino hasta años después cuando descubrí que estaba basada, como no, en un libro titulado "El castillo viajero", de Diana Wynne Jones.
Procedí a leerlo pero la portada no ayudaba y la historia que en la película me había entusiasmado aquí no me llamó demasiado porque conocía la mayoría de sus claves. Aún así lo leí diligentemente, y me dejó con ganas de más y pero tras ojear por encima su secuela y saber que era una "historia independiente en la que los personajes principales de la primera son sólo secundarios" decidí que podía pasar de ella.
Pues bien, tras dos años de perseguir "El castillo viajero" en una edición en papel para mi hija, resulta que ahora sólo se edita como "El castillo ambulante" y hasta hace un par de meses estaba descatalogado.
Lo encuentro ahora justo a tiempo para la navidad, y debe decir que no solo esta nueva edición de la Editorial Nocturna está mucho más cuidada, sino que su traducción es más ágil y que me lo he releído como si fuera la primera vez.
No sé a que se debe, ¿el momento en mi vida? ¿el papel? ¿la traducción? Sea como sea, me he vuelto a enamorar del mago Howl y la tenaz Sophie. ¿Pero qué hago hablando de "El castillo ambulante" cuando iba a hablar de otro libro? Bueno, es que hay que ponerse en situación antes de empezar.
"El castillo en el aire" es la continuación de "El castillo viajero" y os voy a contar el argumento de una forma mucho más precisa de lo que hace la contraportada o internet, porque si me lo hubieran contado así a mí hubiera corrido a leerlo rápidamente.
Un malvado yinn (demonio) está raptando a princesa por todo el mundo y parte de su plan consiste en retenerlas en el aire, el medio en el que viven los yinn. Para lograrlo necesitará robar un castillo mágico. ¿Adivinad cual?
Y... por mucho que el presunto protagonista sea un joven vendedor de alfombras llamado Abdullah (pero que también podría haberse llamado Aladino, jejeje) no olvidemos que estamos en el mundo mágico de Ingary, donde nada es lo que parece y todo el mundo puede acabar convertido en una rana si no tiene cuidado. Con esto os digo que nuestros personajes favoritos pueden estar a la vuelta de cada página y que sólo hay que mirar un poco más allá para encontrarlos.
He disfrutado mucho el libro y evidentemente tendré que ir al estante a buscar el siguiente, "La casa de los mil pasillos".
Recomiendo su lectura a grandes y pequeños. Y además cuenta con la ventaja que sólo con ver el famoso castillo en la portada ya conseguiremos que la curiosidad venza a los más jóvenes de la casa y abran sus páginas. Por mucho que crean conocer la historia, se sorprenderán por todos los detalles que dejó fuera y los cambios que introdujo la película.
Por cierto, una lástima que no lleven a la pantalla la segunda parte, se presta más si cabe al medio y tiene la ventaja de que al ser animada pueden volver a rescatar a los personajes tan jóvenes como siempre aunque hayan pasado casi 40 años.