--Hacedor de mundos-- (Domingo Santos) (1983)
Yo creo que la Fantasía y/o CienciaFicción se construyen a base de IMAGINACIÓN (para poder explorar lo irreal) y de DESEO (que le da motor y objetivo a dicha exploración). Cuando el genio de la lámpara pregunta
¿qué deseamos? el corazón de cada cual se sale del pecho y vuela libre. A partir de ahí infinidad de mitos y tópicos han tomado forma, muchos de ellos ni sabíamos que los albergábamos hasta que los vemos manifestarse en narraciones. Y el paso siguiente es rebuscar entre todas las posibilidades la que resulte ser la aspiración más fundamental, la definitiva, la que supere y cubra a todas las demás: ¿riquezas? ¿artefactos? ¿magias? ¿curaciones? ¿inmortalidad? ¿resurrecciones? Finalmente, el deseo más elemental resulta ser conseguir
el poder, el del propio genio. He leído muchas novelas en las que los protagonistas eran poderosos, o ambicionaban serlo, pero (hasta ahora) ninguna supera a esta.
Aparte del tema del "poder", la ACCIÓN es el otro ingrediente de la novela: la trama es un thriller, en el que el protagonista es acosado desde las sombras y pese a (o a causa de) su poder ha de afanarse por sobrevivir. Y, al igual que en una partida de cartas, las apuestas no hacen más que subir.
Sobre el estilo, el autor enfoca la novela como CIENCIA FICCIÓN (en vez de Fantasía), lo que conlleva el peliagudo asunto (por irresoluble) de las explicaciones... consigue barrer para casa (justificar la trama que no el tema) sin caer en patochadas. De haber tenido más "
ojo comercial" le hubiese dado un enfoque inminente: quitando la entradilla de la nave espacial y los coches voladores, y haciendo escenas lo más cinematográficas posibles; y es que ideas mucho más pobres que esta acabaron llevándose al cine.
Es una novela suelta, sin secuelas de ningún tipo. Y no es material apto para un museo de obras maestras de la literatura: cualquier "especialista" se inflaría a subrayarle defectos. Pero es una lectura entretenida, y difícil de olvidar.
Tal vez sin el desastre de su nave David Cobos nunca hubiera descubierto su poder. Pero su sorprendente vuelta a la Tierra desde centenares de años luz de distancia lo enfrentó a un nuevo y aterrador conocimiento: que nada es real físicamente, que el Cosmos entero es creación de unos pocos, y que él había irrumpido entre esa élite de creadores.
| |